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Osasuna progresa adecuadamente

La primera vuelta llegó a su fin el pasado sábado con el empate a cero ante el Sabadell. Es momento de hacer análisis del camino de Osasuna en Segunda División, donde la parroquia rojilla ha vivido de todo, especialmente penurias.

Osasuna progresa adecuadamente
Osasuna ya ha completado 21 jornadas, la mitad del largo recorrido de Segunda. Montaje: Rodrigo Jiménez [VAVEL.com].
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Por Borja Bernarte

Tras un verano histórico en lo deportivo y lo institucional, en el que se habló de todo menos de fútbol, el 23 de agosto El Sadar abrió el telón ante el Barcelona B. Una victoria ilusionante en el regreso a Segunda División que no fue más que un oasis en el largo camino que recorrería Osasuna hasta completar la primera vuelta. Cinco meses después, los rojillos están más cerca del ascenso que del descenso, pero solo gracias a sumar 11 puntos de los últimos 15 posibles.

De los 94 años de historia, el verano de 2014 será recordado como el más movido en la existencia del club. Desde que se consumó el descenso el 18 de mayo ante el Betis hasta el primer partido de Liga el 23 de agosto, se sucedieron infinidad de capítulos que se necesitaría una saga como Harry Potter para explicarlos. El calendario deparó que el filial del Barça sería el primer equipo que pisaría El Sadar. El mismo escudo que tantas tardes ha hecho engalonar el feudo rojillo para recibir a los Messi, Neymar y compañía. Incluso el mismo autobús estaba apostado en la puerta de vestuarios, pero los ocupantes eran parte de una de las mejores canteras del fútbol mundial. ¿Qué rendimiento iba a dar Osasuna? Era una incógnita. Pero, 90 minutos después, el aficionado miraba el videomarcador ilusionado al ver un 2-0 gracias al doblete de Nino. Sin embargo hubo un hecho que empañó el arranque liguero: la grave lesión de Oier. El defensa navarro se rompió el ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha y todavía sigue de baja —aunque se espera que en pocas semanas entrene junto a sus compañeros—.

Nino celebra uno de sus dos goles ante el Barcelona B. Fotografía: LFP.

Por fin había y se hablaba de fútbol en Pamplona. Por fin era un placer ver la clasificación y no empezar por abajo, sino por arriba. Tan arriba como que los navarros ocupaban el primer puesto. El destino fue tan caprichoso que la primera salida sería Zaragoza. Duelo fratricida ante los vecinos y la moral por las nubes en el regreso a La Romareda. El partido no defraudó y el tramo final, mucho menos. Miguel De las Cuevas neutralizó el tanto inicial de Pedro y los rojillos regresaron a Pamplona con un punto que supo a gloria. Dos partidos y cuatro puntos. Un inicio esperanzador.

Piedras en el camino

El Alavés visitaba El Sadar en la tercera jornada liguera. Un rival propicio para conseguir la segunda victoria de la temporada y seguir en la cúspide de la clasificación. Se sabía que el camino no iba ser de rosas pero, de momento, cualquiera firmaba un inicio así. Sin embargo, la primera piedra fue tan inesperada como el resultado: 0-3 en 60 minutos y gracias que Nekounam maquilló el resultado con su gol de penalti.

Era la primera derrota de la temporada y un revés impensable. La quiniela rojilla ya conocía el 1, la X y el 2. Tres días después, pero en Vitoria, la Copa del Rey enfrentó a los mismos equipos. Había sed de revancha en una competición que gusta mucho en la capital navarra. Tras un partido soporífero se llegó a la prórroga donde, en un abrir y cerrar de ojos, el cuadro entrenado por Alberto López se puso 2-0 y apeó a los de Urban del torneo.

Festival goleador en El Sadar y victoria de Osasuna por 6-4 ante el Mallorca

La segunda salida de la temporada enfrentaba a Osasuna con la UD Llagostera. El equipo catalán, un recién ascendido de la Segunda División B, podía ser la víctima perfecta para resarcirse de la eliminación copera y hacer olvidar la primera derrota en liga. Pero el cuadro navarro se atascó en el pequeño campo de Palamós y no pasó del empate a cero. La paciente afición rojilla se lamentó de la oportunidad desaprovechada pero, en la jornada siguiente, había que ganar en casa al Mallorca para hacer bueno el empate. El cuadro de Karpin llegó a El Sadar sumido en una crisis de resultados y el partido podía ser un match ball para el técnico ruso. Tan en serio se tomaron los dos equipos la jerga del tenis que un sorprendente 6-4 campeó en el marcador tras los 90 minutos. La película del encuentro no tenía nada que envidiar a las superproducciones de Hollywood: empate a uno al descanso, 1-3 nada más comenzar la segunda parte, 6-3 en 20 minutos y el 6-4 final. Justo un mes de competición y Osasuna era noveno a un punto del playoff de ascenso.

Bienvenidos a Segunda

El Sol todavía calentaba en Pamplona y alguna que otra localidad navarra apuraba sus últimos días de fiestas patronales. Tras un verano terrorífico, por fin se disfrutaba del fútbol y los resultados acompañaban. Tal era el éxtasis que en Tajonar la palabra “ascenso” era la más utilizada. Todos y cada uno de los jugadores que pasaron por la sala de prensa la pronunciaban. Hasta Jan Urban. Pero, de repente y sin avisar, sonó el timbre. El invitado sorpresa se presentó en mitad del jolgorio y la derrota acompañó a la expedición rojilla en las próximas tres jornadas. La Segunda División había llegado… para quedarse.

Tres derrotas consecutivas ante Lugo, Racing y Alcorcón

En el Anxo Carro de Lugo los rojillos confirmaron su pegada mostrada ante el Mallorca y hasta llegaron a ir por delante en dos ocasiones, pero la debilidad defensiva condenó al cuadro navarro: 4-3 y de vacío a Pamplona. Sin hacer mucho ruido y con Koné como director de orquesta el Racing asaltó El Sadar encendiendo las primeras alarmas de la temporada. Octubre comenzó a un punto del descenso y las nubes se hacían cada vez más presentes. La tercera derrota, cuarta en ocho partidos, iba a ser en Alcorcón. Para el segundo minuto Osasuna ya perdía 1-0 y a los veinte, 2-0. La fragilidad defensiva era un hecho y, hasta sin querer, los rojillos encajaban goles. Por si fuera poco Lotiès se iba a romper el tendón de Aquiles y acompañaría a Oier en el parte médico de larga duración.

Con Urban en entredicho, a un punto del descenso y a siete de los playoff de ascenso Osasuna recibió al Tenerife. Un cuadro isleño que de vencer en Pamplona adelantaría a los rojillos. Toda una final, la primera de la temporada. Corría el minuto 75 y el cuadro de Álvaro Cervera vencía 1-2. Nadie daba un duro por los navarros y la cuarta derrota consecutiva parecía un hecho. La afición rezaba a San Fermín y, como siempre, el santo echó un capote en forma de milagro. Kenan Kodro remató un centro desde la derecha y, con ayuda del portero, el balón se introdujo llorando en la portería. Era el 3-2 y El Sadar sacó toda la rabia de dentro para festejar una sufridísima victoria.

Kenan Kodro celebra su primer gol como profesional. Fotografía: Marca.

Cargado de moral Osasuna viajó a Gijón para enfrentarse a un Sporting todavía imbatido. El inicio fue similar al de Alcorcón y antes de que la afición ocupase su localidad de El Molinón, los de Abelardo ya ganaban 1-0. El cuadro de Urban mejoró en el juego e incluso pudo empatar, pero en el último suspiro Carlos Castro dejó la victoria en casa. Sin tiempo para lamentos tocaba preparar el duro choque ante el Real Betis: 168 días después ambos equipos se veían las caras, pero esta vez en Segunda División. Los andaluces se pasearon durante el primer tiempo y el 0-2 al descanso era un resultado más que justo. Fue entonces cuando Jan Urban apretó el botón de “remontada”, ese que también lo había pulsado ante Mallorca y Tenerife y había funcionado. 45 minutos de gloria para dar la vuelta al marcador y huir de los puestos de descenso: 3-2.

Jan Urban cuestionado

Jornada 12 y Osasuna viajaba a Soria para enfrentarse a un Numancia que seguía sin ganar en su estadio. ¿Sería la primera victoria lejos de Pamplona? Ya tocaba, pero no se produjo. Más de un millar de aficionados se desplazaron hasta Los Pajaritos para animar al equipo y los de Urban, una vez más, defraudaron con un pírrico empate a cero. Las cuentas salían si se ganaba a la Ponferradina en El Sadar una semana después pero, lejos de la realidad, los rojillos consumaron una nueva derrota en casa: 0-1.

Antes del parón navideño, la Junta Directiva dio un ultimátum a Jan Urban

De forma paralela la carrera por la presidencia había comenzado y las candidaturas de Javier Zabaleta y Luis Sabalza hacían presagiar unas elecciones. Mientras tanto la Junta Directiva encabezada por Ibero había dado un ultimátum a Jan Urban. Cinco partidos restaban para el parón navideño y había que conseguir los máximos puntos posibles o el técnico polaco se comía el turrón fuera del club rojillo. El reto era aún más difícil sabiendo el peliagudo calendario hasta finales de año: Albacete, Girona, Mirandés, Valladolid y Las Palmas. Tres equipos que ocupaban las primeras plazas en la clasificación. La primera etapa era la más sencilla de todas ya que Osasuna visitaba la casa del colista. El farolillo rojo dejó sin luz al cuadro navarro y Cidoncha, con un doblete, encendió las alarmas que se podían escuchar en toda la Comunidad Foral.

Por si fuera poco el entonces líder de la categoría, el Girona, visitaba El Sadar con las esperanzas de pescar en río revuelto. Era un chollo enfrentarse a Osasuna, un recién descendido de Primera que parecía la cenicienta de la categoría. Los rojillos hicieron el mejor partido de la temporada pero no lograron derribar el muro catalán y un insuficiente empate a cero dejó más contentos a visitantes que locales. Ya era diciembre y, con el puente nacional, se produjo el segundo gran desplazamiento de aficionados. Alrededor de 1.200 rojillos poblaron las gradas del Municipal de Anduva para alentar al equipo en una tarde de perros frente al Mirandés. La marea resistió en una grada sin techo temperaturas cercanas a los cero grados, lluvia y aguanieve pero no dejó de animar. El equipo, una vez más, estuvo muy por debajo y un solitario gol de Urko Vera encendió a la siempre fiel afición navarra que increpó a los jugadores una vez finalizado el partido.

La marea rojilla pobló las gradas de Anduva. Fotografía: Rodrigo Jiménez [VAVEL.com].

Por primera vez en la temporada, Osasuna entró en descenso y tenía que pasar dos puertos de primera categoría antes del parón navideño: Valladolid (4º) y Las Palmas (1º). Estos días fueron los más críticos de Jan Urban al frente del club rojillo.

Ave Fénix rojillo

La semana del partido ante el Valladolid comenzó con el nombramiento de Luis Sabalza como presidente de Osasuna. Javier Zabaleta, el otro candidato, se retiró de la carrera electoral y los socios no tuvieron que acudir a las urnas. La derrota ante el Mirandés había dejado huella en la afición rojilla y se dudaba del recibimiento al equipo en El Sadar. Como si de un voto de confianza se tratase el antiguo Reyno de Navarra se engalanó para recibir al equipo de Pucela. El partido empezó de forma inmejorable con un tanto de Nekounam en los primeros minutos. Pero la alegría duró poco en casa del pobre y Óscar empató casi en la siguiente jugada. Antes del descanso la fortuna se alió con el cuadro de Jan Urban y Marc Valiente anotó en propia puerta el que sería el definitivo 2-1. Una vez más, los navarros habían logrado la machada de ganar a un duro rival como el vallisoletano.

La traca final y el despegue fue en Las Palmas. Osasuna visitaba el estadio de Gran Canaria siendo el peor visitante de la categoría, pues solo había conseguido empatar en Zaragoza, Palamós y Soria. Enfrente ni más ni menos que el líder de Segunda División, un equipo canario que había hecho de su feudo un lugar inexpugnable donde nadie había conseguido llevarse los tres puntos. Osasuna rompió las estadísticas e hizo hincar la rodilla al cuadro de Paco Herrera con un sufridísimo 1-2. Nino y Mikel Merino neutralizaron el gol olímpico de Momo en la primera parte. Sin duda el parón navideño y el consiguiente turrón iba a sentar de otra forma tras dos victorias consecutivas. Jan Urban, de momento, respiraba tranquilo.

La tercera victoria consecutiva llegó tras remontar al Leganés

Tras las vacaciones los rojillos tendrían tres compromisos antes de finalizar la primera vuelta. La Navidad sentó de maravilla en Pamplona y, para no perder la costumbre, Osasuna volvió a remontar ante el Leganés. Un doblete de Miguel De las Cuevas permitió la tercera victoria consecutiva, algo impensable hace unos meses. En la última salida, los rojillos visitaron al Decano del fútbol español, el Recreativo, que coqueteaba con el descenso. El cuadro de Jan Urban, ya sin internacionales por la disputa de la Copa de África y Asia, arribó en Huelva plagado de jugadores del filial. El empate a uno fue el resultado final, pero la parroquia rojilla disfrutó viendo a chavales de Tajonar en el Nuevo Colombino. En aquel partido Mikel Merino y Miguel Olavide, ambos de 18 años, formaron el doble pivote y cuajaron un serio partido. La misma sala de máquinas utilizó el técnico polaco para enfrentarse al Sabadell que llegaba siendo penúltimo a Pamplona. Los navarros lo intentaron, sobre todo en la segunda parte, pero no pasaron del empate a cero.

Tras 21 jornadas Osasuna tiene 27 puntos con siete victorias, seis empates y ocho derrotas. Todavía queda mucho inverno, pero la derrota ante el Mirandés parece que supuso un antes y un después en el cuadro que entrena Jan Urban. El próximo partido será en el Mini Estadi ante el filial del Barcelona, después el Zaragoza visitará El Sadar y los rojillos viajarán a Vitoria. El camino continua, la Segunda División no para.