Una España de luto rendía homenaje al precursor de la era más gloriosa de la selección. Un estadio con calvas en sus gradas y un miércoles a las 10 de la noche no hacían justicia a dicho homenaje y arrastrados por esa nebulosa que conllevan los amistosos, ambos equipos no estuvieron a la altura que merecía.

De la mano de Thiago y arrastrados por el empuje de Pedro, España se dejó llevar. Ambos ponían un ritmo mayor que el de los demás, su estado físico evidenció su predisposición a aprovechar la oportunidad de Del Bosque. En esa línea, Diego Costa estuvo más participativo que acertado y se le vieron maneras. No más que eso.

Al ritmo de Thiago

Por su lado, Italia se apoyó en la chispa del talento Cerci. El zurdo, escorado a la derecha, sacó de posición en ocasiones a Jordi Alba y se postuló para el Mundial como un futbolista a seguir. Con sus ganas se fue animando el pragmático Osvaldo. El ex del Espanyol bregó con Ramos y Javi Martínez pero apenas le llegó para gozar de oportunidades en las que lucir su calidad.

El talento de Thiago se iba distribuyendo por el campo mientras caracoleaba con el alma de delantero que alumbra su claridad meridiana para dilucidar el fútbol. Sin su juego, España hubiera sido menos España. Gracias al jugador del Bayern, Iniesta se fue quitando la pesada armadura que en el Barcelona no le permite disfrutar, con la selección se siente importante.

El público que acudió a la ribera del Manzanares se entregó al canario Pedro. Él no forma parte del legado directo de Luis Aragonés, pero su sacrificio y su rendimiento le han colocado como indispensable en el libro de Del Bosque. Incipiente, el “11” llevó el peligro y la presión, como si nada.

Silva mejora a España

Tras el descanso cambiaron los protagonistas secundarios al lado de la alargada presencia de Thiago. Cesc dejó su puesto a Silva, que se entendió mejor con el futbolista del Bayern. Le buscó cuando tenía el balón y cuando no, sabiendo que junto a su figura, la suya emergía con mayor presencia. El del City mejoró la imagen de España y las ocasiones fueron cayendo.

Italia, desdibujada y sin ritmo competitivo, aguardó con unos y con otros. Con Candreva o con Pirlo, con Motta o con Giaccherini, Italia no cambió y no fue agresiva. No demostró en ningún caso sus ganas de agradar. Como si  estos partidos preparatorios no fuera con ellos, los de Prandelli no se molestaron en disimular.

De este modo, España no escondió sus ganas de agradar a la gente y de volver a derrotar a Italia. A pesar de ser un amistoso, la ocasión se ponía en bandeja. El premio llegó con una contra en la que Silva, Iniesta y Pedro cogieron desprevenido a los italianos y acabó por adornar un partido de Pedro digno de reseña.

Con el Mundial asomando a tres meses vista, España se dio el lujo de derrotar una vez más a los italianos, aunque a buen seguro en Brasil no serán ni la sombra de lo visto hoy en Madrid. Por otro lado, España demostró que la idea no cambia y solo la forma física alterará los nombres, no la forma.

Así lo vivimos.