Un España - Brasil es un partido de los de verdad, de los grandes, de los que hierven. En contraposición a ello, una noche gélida y lluviosa aguardaba a ambas selecciones en la capital española, pero no así el público que se acercó al Estadio Santiago Bernabéu, que desde el principio puso todo de su parte para contribuir a crear un ambiente de fiesta, de noche especial. Y los protagonistas respondieron con creces.
Salió Luis de la Fuente con un equipo realmente ofensivo y repleto de cambios. Y es que, el seleccionador español, juntó en tres cuartos de campo, a Dani Olmo, Nico, Lamine Yamal y Álvaro Morata.
Por su parte, la canarinha, abanderada por Vinicius, lucía un ataque made in La Liga, con los dos brasileños del Real Madrid y el culé Raphinha, en contraposición con una defensa inédita. Los pentacampeones estuvieron arropados por muchos aficionados brasileños en las gradas.
El partido comenzó con una España muy bien situada en campo contrario, complicando mucho la salida de balón de los visitantes. A los tres minutos Lamine Yamal, con una semi-volea, ya avisó a los pentacampeones de su desparpajo y lo que estaba por venir.
Un diablo llamado Lamine Yamal
El abrumador dominio de la selección de Luis de la Fuente, cuyas dos bandas estaban siendo dos puñales, se tradujo en un penalti clarísimo señalado sobre Lamine Yamal. El culé recibió escorado, como le gusta, a pierna cambiada, encaró a sus dos defensores, se marchó con una mezcla soberbia de técnica y elegancia y fue derribado al tercer recorte dentro del área. Jugadón de la joya de La Roja.
El encargado de transformar la pena máxima fue Rodrigo Hernández, que lo chutó plácido y al centro de la portería defendida por Bento. El 1-0 español hacía justicia a lo visto en los primeros 12 minutos de partido. Sensacional carta de presentación del combinado español.
El gol no rebajó los ánimos de España, ni tampoco de Lamine Yamal, que a los dos minutos lo volvió a intentar al palo corto, saliendo su disparo desviado. El pequeño diablo español estaba disfrutando haciendo aquello que, precisamente, mejor hacen los brasileños, haciendo parecer que el Bernabéu estaba volcado hacia su sector.
El vendaval español hacía parecer el verde del coliseo de Chamartín una pista de patinaje, pues Nico y Lamine, los dos puñales de La Roja, no paraban de hacer slaloms una y otra vez abrasando a sus pares. Esto hacía que España dominara a su antojo el partido, generando constantes llegadas de peligro y haciendo, con todo merecimiento, que la gélida noche del Bernabéu se calentase a base de fútbol.
Rodrygo, por su parte, estaba siendo el único que replicaba la exhibición del otro costado, intentando desbordar y forzando la única ocasión de los de Dorival en el poco tiempo que podían controlar el esférico.
Lamine Yamal, por su parte, continuaba su show. Pisadas, regates y espectáculo por doquier para arrancar los aplausos del respetable en cada momento.
España puso el 'Jogo Bonito'
El espectáculo de regates de España, que por un día se disfrazó de Brasil, no cesaba, y fue esta vez Dani Olmo quien, con un espectacular caño y posterior recorte dentro del área, puso el segundo en el marcador ante el júbilo de la afición española. Un gol de museo, de las calles de Río en el césped del Bernabéu. España estaba bordando el fútbol y sus pupilos se divertían.
Sin embargo, no todo podía ser tan bonito, y Rodrygo tuvo premio a su insistencia. La presión de Brasil por primera vez fue efectiva y el jugador del Madrid aprovechó un error grosero en salida de balón de Unai Simón para picarla por encima y acortar distancias al filo del minuto 40.
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Con todo y con eso llegó el intermedio, con un marcador corto para lo visto y una España que se vistió de Brasil, presumiendo de jogo bonito y de dos joyas, Lamine y Nico, que volvieron loca a la inusual defensa brasileña.
Tras el descanso salió Brasil con caras nuevas, entre ellas un Endrick ovacionado en la que será su nueva casa. También lo hizo la canarinha con intenciones renovadas, viendo que su bloque bajo no les llevaba a ningún sitio. Pronto, tras la reanudación, tuvo un Vinicius errático una contra peligrosa que no supo finalizar.
Endrick causó sensación en el Bernabéu por primera vez
Llegar y besar el santo. Si la ovación de la reanudación fue importante, nada es comparable a cómo se cayó el estadio al filo del minuto 50. Como hiciera en su día Ronaldo Nazario, salvando las distancias y haciéndolo este con la camiseta del Real Madrid, tan solo cinco minutos le bastaron a Endrick para poner su rúbrica en el partido con un remate fantástico tras un córner. Golazo y ovación, tanto de la comunidad brasileña que presenciaba el juego del Bernabéu como de parte de la afición española, para la que ya es la nueva joya blanca.
Así pues, la igualada llegó al marcador en un regalo y otro chispazo de una Brasil que, eso sí, había salido con una cara totalmente diferente de vestuarios.
Trató de reaccionar el combinado de Luis de la Fuente al golpe por medio de, quién si no, Lamine Yamal, que seguía intentando diabluras por doquier. Sin embargo, el partido estaba más parejo y ahora Brasil sí era capaz de amenazar a la contra una vez llegada la hora de partido.
Lo que estaba claro es que el partido había cambiado y que a Lamine le había salido un competidor en el otro bando, pues Endrick estaba dejando destellos de lo que va a ser: un futbolista especial. El duelo estaba siendo precioso, con el joven brasileño tirado al costado derecho y pidiendo el balón con tremenda personalidad.
A falta de 20 minutos se produjo otra de las ovaciones de la noche cuando Dorival retiró a Vinicius del terreno de juego. La afición madrileña y la gran comunidad de brasileños que había en el estadio le despidieron con una sonora ovación pese a que el '7' no había tenido su mejor noche.
España lo siguió intentando con menos fantasía que en la primera mitad, pero con el mismo corazón. Al minuto 73 Dani Olmo, desde la frontal, tuvo que obligar a Bento a hacer una parada de mérito. Tan solo un minuto después, tras el córner que originó la jugada anterior, de nuevo Olmo se internó en el área y trató de picarla algo escorado, provocando una nueva parada del meta. España se acercaba al tercero con intención pero sin puntería.
Para el sprint final De la Fuente dio entrada en el campo a Cubarsí, que debutaba en el Bernabéu, y a Oyarzabal, para buscar el gol en detrimento de Morata.
Al filo del noventa, de nuevo por la banda derecha, que fue el quebradero de cabeza de Brasil, llegó la oportunidad de 3-2. Un pase con el exterior extraordinario de Lamine Yamal hacia la internada entre medias de la zaga de Dani Carvajal provocó la caída del lateral en el área tras el cruce del central brasileño. El colegiado no tuvo dudas en señalar la segunda pena máxima del partido.
Rodrigo fue de nuevo el encargado de materializar el penalti, esta vez engañando al guardameta, para desatar el estallido de júbilo en la grada. El 3-2 fue merecido para la selección española, que en todo momento buscó llevarse el mayor premio.
Un carnaval de goles y una ovación histórica
Ya en el descuento llegó la mayor ovación de la noche para quien más lo mereció. Lamine Yamal se retiró con el Bernabéu en pie, como todo hacía indicar en la primera mitad, tras dar una exhibición. No sabemos si fue patinaje, si fue samba, o si fue simplemente fútbol salón, pero la joya de La Roja desquició a Brasil y fue un tormento para la pentacampeona en su primera gran noche con la selección.
Sin embargo, en el carnaval del goles y penaltis del Bernabéu no estaba todo dicho, y cuando el partido parecía abocado a una victoria de España sobre Brasil 34 después, en el minuto 96 el colegiado, en un barullo dentro del área, señaló la tercera pena máxima del partido tras derribar Carvajal a Galeno.
Paquetá puso la igualada y el sexto de la noche en un partido que pareció uno de esos thriller vibrantes, con un ambiente fabuloso en el que llovieron los goles y Lamine Yamal dio su primera exhibición -de seguramente muchas- en la selección española. España no pudo derribar a su bestia negra, pero ganó un talento que puede marcar una época con su camiseta.