El ocaso de los dioses

España queda eliminada del Mundial tras caer frente a Chile por 2-0 y repetir errores parecidos a los que ya se pudieron ver frente a Holanda. La inexistencia de variantes al juego interior, así como numerosos fallos individuales, se vieron intensificados tras el golpe moral que supusieron los dos goles de los chilenos.

El ocaso de los dioses
Foto: Ricardo Moraes - Reuters
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Por Ignacio Paramio

Después de sólo dos partidos disputados, España ya sabe que no continuará defendiendo el título de campeona del mundo. Dos derrotas merecidas contra Chile y Holanda han propiciado la caída de la selección que más elogios a su favor ha generado en los últimos años. No era para menos después de conquistar dos Eurocopas y un Mundial. Sin embargo, España se ha encontrado con algo que no ha sabido superar: rivales con dos delanteros muy agresivos y defensas de tres centrales que obligaban generar muchísima amplitud; y por otro lado, el estado emocional que genera verse inferior a tu oponente por primera vez en muchos años.

Chile cambiaba el esquema precisamente para plantearle a España uno de los dos problemas. El ‘Gato’ Silva entraba en el once en detrimento de Valdivia y los de Sampaoli partían de inicio con tres centrales y dos mediocentros. Además, Vargas y Alexis seguían siendo las referencias ofensivas con Vidal por detrás de ellos.

La salida de balón española volvía a ser el objetivo inicial de su rival. Sampaoli era consciente de que ahogar a España por dentro le supondría un enorme beneficio y puso especial hincapié en ello. Azpilicueta y Alba volvieron a cometer el mismo error que frente a Holanda y apenas hubo jugadas en las que el recurso del juego por banda liberase a Xabi Alonso y Busquets de los pocos espacios que había por dentro. Ni siquiera había amplitud, por lo que el atasco volvía a ser importante. La única opción era que Xabi, con sus pases a la espalda de los centrocampistas, encontrase a Diego Costa, Silva o Iniesta.

De hecho, aunque para muchos el partido de Xabi Alonso quedó empañado por el error que dio pie al gol de Vargas, su actuación fue la única que dio algo de vida al centro del campo español. Algo parecido ocurrió con Iniesta, cuyo liderazgo con balón en la segunda parte fue de lo poco positivo que se puede extraer de ese periodo.

Con el balón en territorio chileno, España volvió a sucumbir, como ya pasó en la primera jornada. La ocupación de los carriles interiores volvía a ser enorme y los laterales seguían sin aparecer. Por si fuera poco, el juego directo hacia Diego Costa daba como vencedor a Gary Medel en la mayoría de las ocasiones (increíble partido el suyo). La precipitación daba pie a muchos errores, favorecidos por el rápido repliegue del rival. Pero por primera vez en los dos partidos España comenzó a sentirse cómodo en una faceta: la presión altísima sobre los tres centrales, que terminaba obligando a uno de ellos o a Claudio Bravo a buscar en largo a Alexis o Vargas. Y ahí el balón volvía a ser casi siempre español.

Los golpes vinieron en dos momentos puntuales. Un pase atrás de Xabi Alonso que nunca debió quedarse corto y un despeje de puños al centro del área de Casillas que debió haber salido a córner. El primero hizo mucho daño, el segundo remató al equipo.

Koke salió por Xabi Alonso posiblemente para dar algo más de agresividad, pero España perdió la poca verticalidad que había tenido en los 45 minutos anteriores. A Koke le queda mucho para rendir al máximo nivel como mediocentro, lo ha demostrado en el Atlético con Simeone e hizo lo propio frente a Chile. Su sitio sigue siendo escorado a una de las bandas, partiendo de fuera a dentro (para ser el aliado que no tuvo Iniesta en la segunda parte) y dando ayudas constantes al lateral (lo que Silva no dio contra Holanda).

Desde antes del Mundial se sabía que ésta sería la última gran competición que disputarían muchos con la selección. De hecho, su presencia en Brasil respondía más a lo que habían hecho con esa camiseta a lo largo de los años que a lo que han hecho durante la temporada. La decisión es respetable viendo el rendimiento del equipo en los partidos de máxima exigencia. El ciclo iba a acabar aquí, pero nadie esperaba que se produciría a las primeras de cambio.