El Madrigal abría las puertas para dar comienzo a una nueva campaña. La temporada de la ilusión, del regreso a los orígenes. El año en el que el Villarreal vuelve a Europa. Y qué mejor partido que el de la confirmación de la hazaña. Tras el abultado 0-3 en Kazajistán, las gradas del estadio eran una fiesta. El único aliciente era disfrutar.

Marcelino dio entrada a algunos de los jugadores que menos minutos estaban disputando. Asenjo, Rukavina, Bruno, Cani, Gio o Uche, repartían sus ubicaciones entre la grada y el banquillo. Algo muy poco habitual. A cambio, Gerard, Espinosa, Moi o Vietto, tenían una gran oportunidad para gustar. Sin la presión de tener que ganar.

Al primer arreón cayeron los kazajos

Tras unos minutos iniciales de tanteo, el 'Submarino' comenzó a pisar a fondo. Espinosa decidió ir a por ellos. Se marcó una jugada individual digna de cualquier astro mundial que solo ensombreció la estirada del portero. El rechace cayó a los pies de Moi, que levantó la cabeza y vio a Vietto en el punto de penalti. Gol.

Los jugadores kajazos comenzaron a sentirse insultados. La superioridad amarilla era abismal y la contrarrestaron a patadas. Nuserbayev enseñó los tacos a Jaume Costa. Este decidió levantarse y seguir; al Astana le quedaban 65 minutos de correr tras el balón. La humillación podía ser suprema. Pero los kazajos seguían llegando tarde a todas. Trigueros, vengativo, les hizo correr de lado a lado sin dejarles ni siquiera oler el balón. Más tarde llegarían a su casa.

En una de esas, Vietto -como ya hizo en Kazajistán- falló una clamorosa ocasión de gol. Espinosa le sirvió un balón perfecto que el argentino no acertó a dirigir a la red. Habrían más. Muchas más. Pero en la segunda parte.

En el segundo tiempo, lo único que cambió fue la ubicación de los jugadores sobre el terreno de juego. Bueno, también entró Bruno por Manu Trigueros. Pero el guion era el mismo. Posesiones larguísimas, buscando el hueco entre la enmarañada defensa visitante. Vietto y Gerard avisaron pronto. Presentando credenciales, poniéndoselo muy difícil a Marcelino. Y llegó el segundo. Jaume Costa entró hasta la cocina por el perfil izquierdo y se la dio a Vietto. El argentino sacó las telarañas de la escuadra. Golazo.

Superioridad absoluta

Acto seguido, el tercero. Si la superioridad amarilla no era suficiente, el colegiado decidió aumentarla señalando un penalti inexistente. Bruno, lo convirtió en gol. Entonces, Marcelino sacó a la palestra a las enésimas perlas de la cantera amarilla: Marín y Nahuel. Este último, tras una potente galopada, metió el cuarto. Era el minuto 68.

A partir de ahí, el 'Submarino' decidió bajar el ritmo. La grada ya había disfrutado suficiente. Los kazajos ya habían sufrido bastante. Y -sobre todo- los teóricos suplentes ya se habían gustado tanto como para hacer que a Marcelino le cueste horrores elegir un once para enfrentarse al Barça. Bendito problema para el asturiano. De esta forma, terminaba un partido plácido para el 'Submarino', que ha servido para comprobar que este equipo tiene mucho fondo de armario.

El Villarreal jugará en Europa. Las penurias han terminado. Ahora toca disfrutar, medirse con los más grandes y, por qué no, soñar con estrenar las vitrinas de un club cuya nueva generación está pegando muy fuerte. 

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Sobre el autor
Iván Manzana Mollar
2º de Periodismo en la Universidad Jaume I de Castellón. Escribo en las secciones del Villarreal y la Selección Española en esta realidad que ya es VAVEL. Email de contacto: [email protected]