609 partidos en toda su carrera. En esas seis centenas, hay muchos encuentros históricos para Martín Palermo, aquel que supo ganar todo con Boca Juniors, ser ídolo en más de un equipo y emocionar a millones de personas con sus goles. Pero hay algunos que se destacan. En Vavel.com rescatamos los más épicos, por su contexto, por su definición, y por Martín, el hombre de los milagros.

5. La mejor despedida

Corría el año 2011. Palermo iba despidiéndose del fútbol de a poco, dejando sus últimos goles y recibiendo los últimos aplausos de la Bombonera, aquel estadio que alguna vez fue su segunda casa. 15/5/2011, la fecha del Boca-River de aquel clausura 2011, con un condimento especial: sería el último Superclásico del Optimista del Gol.

El partido había arrancado muy parejo, con poco manejo de pelota, pero con las mejores chances para River. A los 27 minutos, un remate de Pablo Mouche obligó la reacción de Juan Pablo Carrizo, que envió la pelota a un córner que sería fatal para él: el centro del Pochi Cristian Chávez no fue bien recibido por el arquero, que convirtió en su propia meta el 1-0 xeneize.

Pero fueron minutos decisivos esos, porque, a los 30, llegó el momento que todos los hinchas boquenses esperaban: tras un tiro libre mal despejado, Juan Manuel Insaurralde volvió a meter la pelota al área, la defensa intentó salir rápido para dejar inhabilitados a los jugadores de Boca pero había uno que estaba donde tenía que estar. La pelota quedó a la altura justa para que quien alguna vez fue nombrado como el mejor cabeceador del mundo pusiera, por esa misma vía, el 2-0 definitivo, definiendo por sobre la humanidad de Carrizo.

4. En mi piel vivirás

Eran días difíciles para Palermo. De los más duros que cualquier persona puede atravesar: el jueves 3 de agosto del año 2006, Stéfano Palermo, el hijo recién nacido del goleador y su mujer, Lorena Barrichi, falleció tras pasar algunas horas en incubadora, por algunas complicaciones durante el embarazo. Ese mismo domingo, Boca debutaba ante Banfield por el torneo Apertura 2006. El Titán lo habló con su esposa y luego le comunicó al DT, Alfio Basile: "Coco, quiero jugar igual". El entrenador le dio libertad de acción, y Martín se presentó en la noche del sábado en el hotel Intercontinental, decidido a jugar el partido a pesar de todo, aún con las lágrimas constantes.

Hay poco que mencionar del juego en sí. El 3-0 para el Xeneize fue inapelable, pero lo destacable son los dos goles que Palermo hizo esa tarde. Tras el segundo no pudo contener el llanto y miró al cielo, como dedicándoselo a su hijo, y el Coco Basile decidió retirarlo de la cancha. Hoy tiene un tatuaje en el brazo izquierdo con el nombre de su bebé, Stéfano, que besó innumerables veces, de hecho, cada vez que hizo un gol de ahí en más.

3. El mejor del mundo

El sueño de cualquier jugador es consagrarse a nivel internacional. Con su Selección, con su equipo, a nivel personal, pero todos quieren ser los mejores. Y eso logró Boca Juniors varias veces, una de ellas con Martín Palermo en ataque.

28/11/2000, Boca salía al césped del Estadio Nacional de Tokio como campeón de la Copa Libertadores de ese mismo año, con un equipo consolidado, con jugadores como Oscar Córdoba, Hugo Ibarra, Jorge Bermúdez, Sebastián Battaglia, Mauricio Chicho Serna, el Chelo Marcelo Delgado, Juan Román Riquelme, el mismo Martín Palermo y, en el banco, Carlos Bianchi. Del otro lado, el Real Madrid de Vicente del Bosque, que contaba con estrellas mundiales como Iker Casillas, Fernando Hierro, Roberto Carlos, Claude Makélélé, Luis Figo, Guti y Raúl.

Boca ganó por 2-1. Fue una victoria inolvidable para todo el pueblo azul y oro, que colmaba las calles vivando a los jugadores que lograron aquella hazaña. Pero, además de la imagen de Riquelme pisando la pelota frente a la marca de Figo, o sacando a pasear a Makélélé y Géremi, lo más increíble fueron los cinco minutos inciales: a los dos, Boca ya ganaba 1-0; a los cinco, el 2-0 subía en el marcador y un mismo nombre se repetía: Martín Palermo. El Titán fue el obvio goleador del torneo (a partido único) y fue elegido como el mejor jugador. Los de la Ribera conseguían su segundo título Intercontinental (en 2003 llegaría el tercero), y Palermo su segundo internacional, el quinto de los más de 10 que levantaría en toda su carrera.

2. "Si ellos lo ponen a Palermo, yo lo pongo al Enzo"

El 14 de noviembre de 1999, Martín convertía su gol N°100 en Primera División ante Colón de Santa Fe, pero con una particularidad: lo hizo con la rodilla rota; se había roto el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Ese tipo de lesiones, en esos tiempos, podían llevar nueve meses de recuperación. Palermo volvió a las canchas el 24/5/2000, sólo seis después y en un momento de urgencia: Boca jugaba la vuelta de los cuartos de final de la Copa Libertadores nada menos que ante River Plate. En la ida, el Millonario había triunfado por 2-1. Ese día, el Xeneize ya ganaba 2-0, pero nada estaba dicho, y Palermo miraba desde el banco. En la previa, unos periodistas le comentaron al entrenador de River, Américo Gallego, que el goleador de su rival iría al banco, a lo que el Tolo respondió: "No hay problema, porque si ellos lo ponen a Palermo, yo lo llamo al Enzo (Francescoli), así que no hay nada que temer". Grave error.

A los 77 minutos, el goleador ingresó por Alfredo Moreno, buscando la épica, la que todos quieren, la que a pocos les llega. Y él siempre fue un elegido para esas cosas. Luego del 2-0 de Riquelme, de penal, River se echó con todo al ataque, y eso aprovechó el mismo Román, pisando la pelota, dejando pasar el tiempo y asistiendo, de pronto, a un Battaglia que subía a toda velocidad, entregando luego para Martín. Y ahí es como si se parara el tiempo. Palermo tuvo todo el tiempo del mundo para recibir, ver al Chelo Delgado ser marcado, girar, acomodarse para la zurda y definir contra un palo, marcando uno de los goles más emotivos de su carrera, rompiendo en lágrimas al ser levantado por sus compañeros y festejando la clasificación que ese gol significaba, porque, como si algo de épica le faltara, fue en el minuto 90.

1. La revancha: una te va a quedar

Alguna vez, Palermo supo vestir la celeste y blanca de la Selección Argentina y escribir una de sus páginas negras, errando tres penales en un mismo partido. Sin embargo, la vida siempre da revancha, y el 10 de octubre del 2009, Martín jugaba un nuevo partido con la Selección bajo la conducción de Diego Armando Maradona. El seleccionado albiceleste no atravesaba un buen momento y la clasificación al Mundial de Sudáfrica 2010 pendía de un hilo. Y el partido contra Perú en cancha de River era clave para la hipotética llegada a la cita máxima, ya que una derrota o un empate significaba que había que conseguir sí o sí un triunfo ante Uruguay como visitantes la fecha siguiente.

Gonzalo Higuaín había abierto la cuenta para los de Diego, pero, cuando todos rezaban que se terminara el partido, que se disputaba bajo lluvia, llegó el empate Hernán Rengifo a los 89. En ese momento, parecía que todo conjugaba contra la Argentina: tiempo cumplido, un equipo sin ideas y la lluvia que, de pronto, se hacía mucho más intensa. Pero con Palermo nunca estaba todo dicho. Minuto 92 y Argentina posee un córner a favor. Lo tira el Pocho Federico Insúa, pero la defensa peruana estaba toda metida en el área y desvío el trayecto de la pelota, que le quedó a Ángel Di María, pero otra vez la defensa sacó del área el envío. Ahí es cuando aparece otra vez el Pocho, envía el buscapié y el mundo se detiene. Mientras las piernas visitantes intentaban reventar la pelota, Palermo se ubicaba bien lejos, por el segundo palo, esperando la suya. Y como dice la canción que le escribieron el día de su retiro, una le iba a quedar y fue la mejor de todas: casi era el minuto 93 y Palermo empujó la pelota al gol, generando otra de esas noches épicas que sólo el Titán nos supo dar.

Pero no fue ese el final de su etapa en la Selección. Al año siguiente, ese gol salvador tuvo su premio: Maradona lo convocó para el Mundial. Y sólo disputó 10 minutos en todo el torneo, pero eso no le importa a un goleador nato como él: fueron suficientes para que, a los 89, capturara un rebote del arquero tras remate de Lionel Messi y marcara su único tanto en Copas del Mundo, siendo, además, el más longevo de la historia en debutar con un gol en esa competencia (36 años).

De chilena, de tijera, de cabeza, de zurda, de diestra, de la mitad de la cancha, de penal, con los dos pies, sano, con la pierna rota, llorando, en Argentina, en España, en Brasil, en Japón, en un Mundial. Palermo nunca supo de límites, y estos fueron sólo cinco de esos momentos únicos que nos supo regalar. Seguramente, nunca haya alguien como él, pero siempre habrá que recordarlo como lo que fue: el mejor '9' de su época.