El Xeneize termina el año como puntero del campeonato y como el equipo más goleador de los 30 de Primera División. Sin embargo, en goles en contra se encuentra en un módico octavo puesto. ¿De donde surgen estas diferencias?

El arco azul y oro se volvió un tema muy polémico principalmente durante este segundo semestre. La turbulenta salida de Agustín Orión, dueño de los tres palos durante casi cinco años, dejó a Guillermo Sara con la difícil tarea de hacerse cargo de la última línea de resguardo del equipo. No fue la primera opción, pero no se consiguió traer un refuerzo de jerarquía, solo llegó el joven Axel Werner para estar en el banco ante cualquier emergencia. Las actuaciones del ex arquero de Atlético Rafaela no fueron del todo positivas, recibiendo algunos goles critícables, como el segundo de Rosario Central en la Copa Argentina. Además, en la previa del Superclásico sufrió una lesión en su hombro, que lo privó de jugar ese partido y lo mantendrá alejado de las canchas hasta mayo. Werner, también surgido del conjunto santafesino, tuvo que crecer de golpe y ser titular en un partido clave en el Monumental, y en la última fecha ante Colón, donde tuvo actuaciones decentes.

La línea defensiva que se ocupó de resguardar a esos tres arqueros también sufrió una baja importante a mitad de año. Daniel Díaz, de pobre rendimiento en el primer semestre se fue tras la eliminación de la Copa Libertadores. La dupla central, el mayor problema de la defensa, quedó a cargo de Fernando Tobio y Santiago Vergini, con Juan Manuel Insaurralde y Lisandro Magallán como únicas piezas de recambio. Desde los nombres se denota una preocupante falta de jerarquía para una dupla que históricamente fue uno de los puntos fuertes del club. Los laterales estuvieron mejor cuidados, con Frank Fabra adueñandose de la banda izquierda durante gran parte del año y Gino Peruzzi volviéndose una pieza fundamental en ataque. Y esta es una característica que comparte con el defensor colombiano, ambos fueron mucho mejores atacando que defendiendo.

Entre los cambios de arquero y de defensores, los números del torneo local hablan por si mismos. De ser el cuarto equipo con menos goles en contra en el primer semestre a ser el octavo en el segundo, es el lugar que más tiene que mejorar de cara a la segunda mitad del torneo.

El mediocampo también es parte del problema defensivo. Ningún volante defensivo se pudo afianzar durante el 2016. Adrián Cubas comenzó alternando titularidades con Cristian Erbes, sobre todo con el Vasco, pero ambos perdieron mucho terreno con la llegada del Mellizo. El Pichi se fue casi en simultáneo con la llegada del ex entrenador de Lanús, y Cubitas tendrá que buscar club en el verano. Llegó Wilmar Barrios, pero tampoco tuvo muchos minutos, y en lo poco que jugó tampoco demostró ser una gran aparición para el puesto. Leonardo Jara también llegó a principio de año y  es una alternativa para la posición, pero tuvo muy pocos minutos.

Quizá la posición de volante creativo sea donde hay más profundidad en el plantel xeneize. Ante la salida de Nicolás Lodeiro son Rodrigo Bentancur, Pablo Pérez, Sebastián Pérez, Fernando Zuqui y Fernando Gago disputan los tres puestos que suele ubicar el cuerpo técnico en la mitad de la cancha. Los dos primeros fueron los que más minutos juntos tuvieron, sobre todo a partir del cambio posicional de Carlos Tevez que pasó a jugar más atrasado, dejando casi cuatro delanteros y solo ellos dos en el medio. El regreso de Fernando Gago cambió esto, ya que en solo un partido, ante San Lorenzo, demostró ser una herramienta clave en ataque. Fue quizás uno de los mejores jugadores del equipo en la seguidilla final de cuatro triunfos consecutivos ante San Lorenzo, Racing, River y Colón.

Y ese "quizás" se debe exclusivamente a la presencia del Apache. En ese triplete de clásicos convirtió tres goles y dio dos asistencias, incluyendo su consagrador encuentro en el Monumental, donde le dio un pase a Walter Bou para abrir el marcador y con sus dos anotaciones llevó el resultado de 1-2 a 3-2, para que luego Ricardo Centurión selle el 4-2. El año de Carlitos fue de muchas subidas y bajadas. Por suerte, estuvo casi siempre bien acompañado. Cristián Pavón se volvió un socio clave, en un año de consolidación que lo vió convertirse en una de las piezas más importantes del ataque xeneize. Centurión, que llegó recién después de la eliminación de la Copa, hubiera sido clave para esos encuentros, en los que los únicos atacantes además de los ya mencionados eran Andrés Chávez, que no atravesaba un buen momento, y el Pachi Carrizo que dejó la titularidad casi tan rápido como la ganó.

La llegada de Darío Benedetto para disputar la semifinal ante Independiente del Valle, tardó en poder considerarse una buena adquisición. La insistencia del entrenador de poner a Tevez como centrodelantero hizo que el Pipa se tuviera que recostar contra las bandas, una posición muy incómoda para un 9 nato como es él. Otro con características similares es Walter Bou, que llegó tras la eliminación a manos del equipo ecuatoriano y se ganó un lugar en el corazón de la hinchada, sobre todo al final del año, donde le hizo un gol a San Lorenzo, dos a Racing y otro a River. Claramente este es el punto fuerte del equipo de los Barros Schelotto, pero es un misterio saber si van a poder compensar la salida de su jugador más importante, Carlos Tevez.

Boca es el tercer equipo con más goles del fútbol argentino, ya que sus 35 anotaciones solo se encuentran por detrás de las 36 de Gimnasia y Tiro de Salta, que tiene dos partidos más en el Torneo Federal A, y los 41 goles de Sacachispas en cinco encuentros más del torneo de Primera C. Claramente, este verano el punto a reforzar es la defensa, pero la partida de Carlitos a China genera un estado de emergencia díficil de solucionar. Un desafío más que interesante para que Boca no salga de la senda del triunfo a la que se subió a fin de año.