No hay que olvidarse jamás que bajo la dirigencia de Álvaro Martínez Botero, el Cali consiguió su estrella número nueve. De la mano de una generación dorada y un técnico que en su momento dio los resultados esperados. Pero desde ahí fueron solo  desatinos para el presidente, al que le han llovido malos comentarios.  

Cuando el Cali quedó campeón, ya se sabía que le corría pierna arriba, una Copa Libertadores, una Superliga y el torneo doméstico, pero nunca pensaron en refuerzos de élite para afrontar estos compromisos y sus resultados ya son bien conocidos.

Hagamos memoria, para el principio de este año, la dirigencia pensó en Daniel Giraldo, César Amaya, Miguel Godoy, Fabián Sambueza, Felipe Banguero y Nicolás Bianchi. Todo el mundo se quedó esperando una fulgurante estrella que llegara al club, pero jamás hizo su aparición. 

¿Las críticas? todas fueron hacía la dirigencia del presidente Martínez, pues lógicamente, no se reforzó para luchar ninguna clase de título.

Hablemos de esos refuerzos un poco: Godoy, ya salió del Cali, es más no pudo jugar; Bianchi, fue un llamado desesperado, no tuvo minutos y ya está en Argentina; Amaya convirtió un par de goles pero hasta ahí; Sambueza sacó la cara y se convirtió en figura; Giraldo de a poco enamoró a los hinchas con su juego. 

En el último tramo de la dirección técnica de Pecoso, al Cali le hacían de a cuatro goles por partido. En un vuelco total y una estrategia coherente, Martínez prescindió del entrenador y le dio toda la confianza a Mario Alberto Yepes, un viejo conocido de la casa. 

Dos fueron las ventajas con las que Mario pisó el banquillo del Cali, la primera es que llegó con  ganas de demostrar que es un buen entrenador. La segunda es que jugó fútbol toda su vida, tiene muchos amigos en el medio y muchísimos contactos, esta última es vital y quiero que la tengan en cuenta. 

La llave Martínez - Yepes se sentó a la mesa a negociar, el parámetro clave para la firma del mariscal como técnico fue que le trajeran todos los jugadores que él pidiera. Martínez con el dolor en los dólares y la chequera llorando, asintió con la cabeza y así se cerró el trato.

Martínez ya había hecho lo suyo, ahora era el turno de Mario poner manos a la obra, coger su teléfono y llamar a un par de amigos, seducirlos con este proyecto deportivo y contar con ellos. Así llegaron Abel Aguilar y Aquivaldo Mosquera, dos jugadores de recorrido internacional, punto para Yepes y punto para Martínez.

Los refuerzos del Cali comenzaron a salir en las portadas de los diarios deportivos, lógicamente alabando la gestión organizacional del presidente, sus detractores se iban escondiendo de a poco, pues estos jugadores no tienen salarios baratos y han jugado toda su vida en el exterior. 

Posterior a ellos se unió John Pajoy, después llegó Ronnie Fernández una apuesta extranjera y por último el regreso a casa de Mayer Candelo, ahora si el presidente del Cali estaba en la boca de todos, pero no de mala manera, pues los medios se han cansado de elogiar la labor de este dirigente.

Imagino a Martínez leyendo todos los periódicos que ponderan su labor, pensando que eran esos mismos los que le llegaron a llamar mezquino e incapaz.

Que los refuerzos rindan o no, eso ya es otra historia, pero desde aquí les digo que el Cali se reforzó para salir campeón.

Yepes, Martínez y todos los hinchas anhelan la estrella de navidad para su vitrina. Lo claro aquí es que el presidente se metió la mano al bolsillo y ahora sí se recargó. 

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Sobre el autor
Francesco Zucconi
periodismo. Una noticia mal contada es un asalto a mano armada.