Todos y cada uno de los aficionados de la NBA tiene una razón de ser. Puede ser que te guste el baloncesto, pero tiene que haber algo, algo fuerte que te haga quedarte las madrugadas en vela, pendiente de lo que pasa al otro lado del charco. La mayoría empiezan con un jugador que les maravilla, alguien que les deja con la boca abierta con sus jugadas, alguien con un talento descomunal, algún líder natural o, simplemente, alguien carismático. Este año ha tocado decirle adiós no a uno, sino a tres jugadores que forman parte de todas y cada una de estas categorías. Tim Duncan, Kobe Bryant y Kevin Garnett nunca volverán a dejar caer su sudor en un parqué NBA y ponen fin así a tres ilustres carreras de tres verdaderas leyendas del deporte.

El jugador más parecido a Jordan hasta la fecha, la Mamba NegraKobe Bryant es uno de los mayores ídolos de la liga y uno de esos jugadores en los que todos deberían fijarse. Llegó a la liga y a los Lakers en 1996, en una carambola de las que hacen historia en las noches del Draft. Allí, desembarcaría a la vez que Shaquille O'Neal y, junto a él, devolvería a la franquicia del púrpura y dorado a lo más alto. Desde el primer momento en que pisó las canchas de la NBA se pudo ver qué clase de jugador era Kobe Bryant. Siempre fue un luchador nato, un hombre seguro de sí mismo y con un instinto asesino que pocas veces se encuentra. Junto a Shaq, sería capaz de ganar tres campeonatos consecutivos, algo que muy pocos han conseguido. Tras la marcha del pívot, Kobe se quedaría al mando de un equipo que costaría volver a subir a flote pero que no cabía duda que volvería a triunfar siempre que estuviese liderado por Kobe. Con la adquisición de más piezas clave como Pau Gasol, Bryant fue capaz de reflotar a los Lakers y ganar dos anillos más, creando otra pequeña dinastía Laker. No importaba cuál fuese la situación, Kobe siempre tenía una jugada en mente, una jugada que iba a acabar completando él, con o sin éxito, pero una jugada. La Mamba es uno de aquellos jugadores que te gusten o no, siempre quieres ver jugar, porque sabes que competirá como nadie y hará todo lo necesario para ganar. Nunca tuvo miedo de fallar, siempre aceptó e incluso adoró ser el centro de atención​ y siempre ha vivido allí, bajo los focos. Siempre Laker, disputó 20 campañas en la NBA que le sirvieron para conseguir cinco anillos de campeón con 2 MVPs de la final, un premio al jugador más valioso, 18 elecciones como All-Star, 15 elecciones para los mejores quintetos de la liga y otras 14 para los mejores quintetos defensivos. Un auténtico hombre-esepctáculo, la definición de competidor puro y duro, Kobe Bryant deja huérfana a la ciudad de Los Ángeles y a toda la NBA.

Kevin Garnett y Kobe Bryant | Fotografía: NBA
Kevin Garnett y Kobe Bryant | Fotografía: NBA

Kevin Garnett ha sido siempre el competidor definitivo, la definición de guerrero en la pista. Desde que llegó a la liga, asombró a todos por su capacidad de meterse en la cabeza de los demás, siendo más duro y peleón que cualquiera. Eso fue siempre su sello de identidad, ser el jugador con el que todos querrían jugar pero con el que nadie querría vérselas. Drafteado por los Wolves en 1997, pasó 12 años de su carrera en Minnesota, donde se convirtió en el jugador más valioso de la liga, haciéndose respetar por todos como uno de los mejores jugadores defensivos de la liga año tras año. Pese a sus grandes campañas, nunca consiguió hacer nada grande con los Wolves. El equipo se le quedaba pequeño y acabó recalando en Boston en un traspaso del cual los Celtics serían los grandes beneficiados. Allí formaría el famoso Big Three verde con Ray Allen y Paul Pierce que devolvería a los de Boston a la gloria en su primer año en el equipo. Seguiría unos años más en Boston, jugando un total de cinco temporadas como miembro de los Celtics, pero ya fuese por los Lakers o por LeBron, nunca volvería a ganar el anillo. En un intento de reconstrucción de la franquicia de Boston, acabó recalando en Brooklyn para jugar un par de temporadas, en las que no consiguió demasiado ni a nivel colectivo ni individual. Finalmente, volvería a Minnesota, el equipo y la ciudad de su vida; a donde siempre había querido volver. Allí, se ha podido retirar como una leyenda de Minnesota, de Boston y de la NBA tras 21 años en la liga. Un premio al MVP de la liga, un anillo, 15 veces All-Star, una vez mejor defensor de la liga, nueve inclusiones en los mejores quintetos del año, 12 inclusiones en los mejores quintetos defensivos son más que suficiente para concluir que Kevin Garnett es un jugador que ha marcado época.

Probablemente no haya un jugador en los últimos tiempos que defina tan bien la palabra legado como Tim Duncan. Llegó a San Antonio en 1997, tras ser elegido con la primera posición del Draft de ese mismo año y desde el primero momento, maravilló a todo el mundo. Tim Duncan siempre fue un jugador callado, que no destacaba por su físico pero que disponía de tanta técnica y calidad que nadie podía detenerlo. La dupla que formaría con David Robinson sería una de las mejores parejas interiores de la historia y le serviría para ganar el campeonato en su segundo año en la liga, siendo incluso el jugador más valioso de la final. A parte de la pareja formada con David Robinson, la dupla formada entre Duncan y Gregg Popovich es, probablemente, la segunda pareja jugador-entrenador más importante de la historia, solo detrás de la formada por Michael Jordan y Phil Jackson. Juntos lo han ganado todo y durante más tiempo que nadie. Duncan ha sido capaz de ganar el anillo en tres décadas distintas, siendo uno de los ganadores más longevos y constantes de la historia del deporte. Siempre callado, incluso tímido, nunca necesitó levantar la voz para hacerse respetar ni para infundir temor en sus rivales. Tim Duncan es la definición de deportista modelo, el ejemplo claro de que no hace falta querer ser el centro de atención para acabar siéndolo. Siempre en los Spurs, es el jugador más importante de la historia de la franquicia, siendo clave en todos y cada uno de los campeonatos que han conseguido. Sin Duncan, no hay Spurs; sin Spurs, no hay Duncan. No es necesario entrar en muchos números para ver la grandeza de The Big Fundamental. Es suficiente decir que Tim Duncan es para muchos el mejor ala-pívot de la historia y, para aún más, el más talentoso en esa posición. 19 años en los Spurs le sirvieron para conseguir cinco anillos con tres MVPs de la final, dos premios al jugador más valioso, ser 15 veces All-Star, ser elegido 15 veces en los mejores quintetos de la liga y otras 15 en los mejores quintetos defensivos, así como para ganar el premio al mejor novato de la liga. Tim Duncan es, sin lugar a dudas, el asesino silencioso

Tim Duncan y Kevin Garnett | Fotografía: Sport Rants
Tim Duncan y Kevin Garnett | Fotografía: Sport Rants

Kobe Bryant anunció su retirada a mediados de la pasada campaña, provocando así una retahíla de homenajes allí por donde pasaba. Siempre un amante del deporte y el espectáculo, dejó las canchas tal y como jugó en ellas, siendo el centro de atención. Jugó bajo los focos y se retiró bajo ellos. Kevin Garnett anunció su retirada haciéndose un homenaje a él mismo en Instagram, con un video mostrando el agradecimiento hacia los seguidores y hacia el propio baloncesto. Se ha retirado un competidor de libro, que siempre habló dentro de la pista, donde hay que hacerlo, pero que siempre creyó en la importancia de las palabras, sobre todo de las suyas. Siempre mostrando su valía con su mera presencia. Duncan se retiró exactamente como jugó, en silencio y con clase. Al acabar la temporada anunció que no volvería a pisar las canchas a través de un comunicado realizado por los Spurs y con una rueda de prensa a la que ni él mismo acudiría. Nunca le importaron los flashes; solo quería ganar y así lo hizo. Once anillos, cuatro MVPs, 48 elecciones para el All-Star y logros a borbotones conseguidos entre los tres en 60 temporadas en la mejor liga del mundo. Se han ido tres jugadores que han marcado una época por su manera de jugar, su manera de ganar y, sobre todo, por su manera de competir. Sin ellos, el balón es menos esférico, las pistas tienen menos luz y el baloncesto es menos baloncesto.