Cerró la jornada 28 de esta emocionante Serie A uno de los duelos en la cumbre por el liderato de la liga italiana. El Nápoles, aún herido por la eliminación de la Europa League, recibió al Milan de Pioli, que vio la ocasión de aprovecharse de la situación con un buen resultado de Nápoles.

No fue una batalla desde el comienzo, como pudo pensar más de uno, sino más bien una partida de ajedrez donde las piezas se movieron con sumo cuidado por miedo a fallar. Tal fue la moderación, que ambos equipos no se decidieron hasta el minuto 20 cuando Oshimen cruzó un derechazo que se marchó desviado de la portería de Maignan.

El Nápoles estuvo mejor posicionado en el terreno de juego, sabiendo leer el partido del rival y tratando de no dejar demasiados espacios para que le generase el Milan peligro. Se jugó más cerca de la portería del meta visitante que del colombiano, señal de que los rossoneri sufrieron más de lo deseado, pero no en exceso.

La acción más destaca de la segunda parte fue el misil que salió de las botas de Rafael Leao ajustado al poste derecho, estando Ospina magnífico para evitar el primer tanto del choque.

 Minutos más tarde, se tuvo que parar en el encuentro momentáneamente debido a un choque feo entre Ospina y Giroud, donde el cancerbero salió peor parado y tuvo que recibir asistencia médica. Se cruzó el francés cuando Ospina quiso despejar un balón y salió peor parado el meta local.

Finalizó la primera parte en el Diego Armando Maradona con mucha menos acción de la que se esperaba, pues la cautela reinó en el césped y, aunque el Nápoles estuvo mejor puesto en el campo, el Milan supo aguantar el resultado hasta el momento.

Más vistoso se vio en la segunda mitad al cuadro de Pioli, sobre todo en los minutos posteriores a la reanudación del partido. A los tres minutos de comenzar la segunda parte, Calabria se animó a probar fortuna disparando desde la lejanía cuando encontró el cuerpo de Giroud, que actuó de aliado para desviar la pelota y que Ospina no pudiese hacer nada para evitar el primer tanto.

Un gol de fortuna, pero suficiente para demostrar que la suerte aparece cuando se intentan las cosas. Esto cambió el guion del encuentro hasta el momento, ya que el Nápoles fue ligeramente mejor en la primera mitad del duelo y tuvo que reaccionar para darle la vuelta a la situación.

El Milan se mostró crecido y quiso ir a por más. Ismael Bennacer chutó tras una jugada del equipo desde el borde del área, pero apareció Ospina de nuevo para salvar los muebles, mandando el esférico a córner.

El partido dio un giro de guion y era el Nápoles el que sufrió de lo lindo para achicar balones y despejar el peligro. Pudo darle un zarpazo a la liga y colocarse en solitario, pero hizo todo lo contrario y le pudo la presión.

A la hora de encuentro, Giroud se dolió de unas molestias en el tobillo derecho, tuvo que pedir el cambio y se terminó el partido para él, con el trabajo hecho y ayudando a su equipo, esta vez de forma indirecta.

Agitó la coctelera Spalletti en busca de algo que cambie el rumbo del choque y para ello entró al terreno de juego Mertens, Ounas y Elmas. Tres cambios totalmente ofensivos que surtieron el efecto que el técnico italiano quiso.

Encaró el Milan el último tramo del encuentro cómodo, sin sufrir demasiado y sabiendo llevar la ventaja mínima del marcador. Se acercó Mertens al área de Maignan y disparó por primera vez en toda la segunda parte para el Nápoles, pero no fue suficiente para empatar.

Y con una ventaja mínima y menos sufrimiento de lo esperado, el Milan se llevó tres puntos de vital importancia que les lleva a la primera posición con dos puntos de ventaja respecto al Inter de Milán. Un encuentro donde la fortuna les sonrió a los rossoneri y Giroud, de rebote, anotó el único tanto que hunde un poco más anímicamente al Napoli y que pierde una ocasión de oro para ponerle líderes de la Serie A.