A pesar de la diferencia notoria en la clasificación, los últimos resultados favorecen más al equipo de Dieter Hecking que a los locales. Los de Nagelsmann llegan al encuentro tras una derrota en Hamburgo por 2-1, resultado que avivaban aún más esa lucha por la tercera plaza entre blanquiazules y Borussia Dortmund. Por otra parte, llega al partido sin haber perdido desde el 19 de marzo y con dos victorias en los dos últimos partidos. La pasada jornada fue verdugo del Colonia, también como visitante, con un resultado de 2-3.
Comenzaba el partido de forma muy intensa, con un Hoffenheim echado hacia arriba desde el primer minuto. Acoso constante y control de los primeros minutos de juego, donde tan sólo se vió a un equipo sobre el campo. Después de una primera ocasión de Sandro Wagner, que recibió como respuesta la atajada de Sommer, llegaría el gol en las botas de Ádam Szalai en el minuto 9 de partido, que ponía el 1-0 en el marcador.
Este gol le daba el premio que estaban buscando, y confianza para seguir jugando de la misma forma. Los primeros quince minutos fueron un auténtico monólogo y un derribo contra la defensa de los potros, que no sabían cómo parar. Llegaron así las ocasiones, primero en el minuto 18, en un acercamiento al área por parte de Toljan y más tarde, en el 23 Andrej Kramaric que estrellaba el balón al poste, amenazando seriamente el marcador.
Hasta que en el minuto 24, firmaba el doblete Szalai, el ex del Real Madrid, con un disparo al primer toque propio de un nueve puro, poniendo el 2-0 en el luminoso. El Hoffenheim estaba haciendo un gran inicio de partido. En ese momento el Gladbach estaba más muerto que vivo. Sin embargo, pasada la media hora de juego, comenzaron a entrar en juego, y en una de las primeras ocasiones peligrosas para los visitantes, una falta lateral, tras uno de muchos rebotes Janik Vestergaard lograba conectar con la red, estableciendo el 2-1, sumando dos goles en las dos últimas jornadas.
Este gol del central ex del Werder Bremen, fue todo un revulsivo, ya que el juego de los potros cambió por completo. Pasaron a controlar el encuentro y a llegar con cierto peligro. Fue en una jugada polémica, en la que en un pase de Baumann hacia uno de los centrales fue interceptado por Hahn, pero con la mano, de manera que debió anularse la jugada, pero no fue así. Hahn logró conectar con Stindl, que sin portero logró un sorprendente empate 2-2, en el minuto 35.
Con cuatro goles en 45 minutos se iban al descanso ambos conjuntos, con muchas protestas hacia el árbitro por parte de plantilla y afición local. Quejas justificadas, ya que como se dijo, el segundo gol de los de Hecking no debió haber subido al luminoso.
El segundo tiempo comenzó mucho más igualado de lo que había comenzado el primero, equilibrio entre ambos equipos que intentaban llegar al área con el máximo peligro posible. Hasta que en el minuto 57 de encuentro, en una falta lateral botada por Demirbay, el balón se envenenó de tal forma que no necesitó que nadie lo tocase para que se introdujera en la portería de Sommer, consiguiendo así nuevamente la ventaja, y estableciendo el 3-2.
Nagelsmann movía el banquillo y metía a Uth al campo para finiquitar el encuentro, y el cambio surtió el efecto esperado, ya que en el minuto 75, después de un tramo de partido con poco acierto de cara a portería de ambos equipos, lograba otro gol para los locales estableciendo un 4-2 que parecía definitivo, y que Nagelsmann celebraba en el banquillo efusivamente.
Sin embargo, quién le iba a decir que la alegría de la sentencia sólo le duraría unos minutos, ya que Dahoud conseguía nuevamente recortar distancias para unos potros que no tiraban la toalla. Una locura de goles que parecía no tener fin, y la amenaza del empate del Gladbach estaba en el aire. Sin embargo, con los de Dieter Hecking volcados hacia arriba, en un contragolpe y después de una jugada accidentada lograba Demirbay el doblete con un cabezazo que sellaba el marcador en el minuto 89, con el que se llegaba al final del partido con un alucinante 5-3.
