El Real Madrid, es el primer equipo español en firmar su pase a cuartos de final de la UEFA Champions League.

A pesar de la derrota por 3-4 en el Santiago Bernabéu, el conjunto de Carlo Ancelotti pasó a la siguiente ronda por la renta adquirida en el partido de ida en Gelsenkirchen 0-2. El encuentro no fue nada facil, ya que el conjunto germano, se adelantó en el min. 20 por medio de Christian Fuchs, Cristiano Ronaldo se encargó rapidamente de volver a poner las tablas, pero los de Roberto Di Matteo no bajaron los brazos viendo alcanzable el sueño de pasar a cuartos.

Iker Casillas; Varane, Pepe, Coentrao y Arbeloa en defensa; Sami Khedira, Kroos e Isco Alarcón en el centro del campo y la llamada BBC, Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo fue la formación inicial de Carlo Ancelotti.

Dominaba y se lo creía un Schalke que iba subiendo líneas con el paso de los minutos. El Madrid se defendía como podía, como un boxeador cercano a verse en la lona y buscando el contacto para tomar oxígeno.

Tan solo dos escarceos, uno de Benzema y otro de Isco, fueron el pobre bagaje merengue antes de que la grada comenzase a impacientarse, cuando Choupo-Motig, en fuera de juego, remataba un contragolpe tras un córner mal ejecutado por parte local.

A los 20 minutos del inicio, una jugada por derecha culminó en las botas de Christian Fuchs, solo en el perfil zurdo del ataque germano, que empaló un balón en apariencia sencillo. Casillas, que quiso despejar de puños, terminó por errar en su intento, y el balón se introdujo en el arco, para delirio de los visitantes y estupor de los locales.

Tras el gol, Ancelotti, daba instrucciones a un conjunto que parecia noqueado, carentos de alma, apáticos, los jugadores blancos no reaccionaban, pero Cristiano les hizo volver la vista al partido. Antes, una mano dentro del área de Kedhira, al parecer involuntaria, hacía que los pitos se instalasen en la grada.

El luso se mostraba diferente al resto, queriendo buscar algo en sus compañeros que evocase a lo mostrado en los meses previos.

Cristiano aglutinaba todo el peligro y la iniciativa en la presión de los suyos, que parecían querer despertar, aunque perezosos, cuando la primera mitad estaba cercana a extinguirse.

Un as en la manga tenía guardado el Schalke de Di Matteo. Huntelaar, que ya había creado peligro al inicio, se contuvo unos minutos para aparecer en los instantes finales del primer acto. Primero, con un tiro espectacular al larguero. Luego, apenas un minuto después, para aprovechar un horrible despeje de Casillas a un tiro franco y aprovechar la falta de marcaje en el centro de la defensa para hacer el segundo.

Se ponía por delante el Schalke de nuevo, y las dudas volvían a aparecer en el equipo merengue. Pero Cristiano había decidido que aquella era su noche. Que debía volver a aparecer, recordar al jugador que maravilló en el inicio de temporada. Omnipresente, el portugués conectó, justo antes del descanso, un tremendo cabezazo a centro de Coentrao, al que nada pudo hacer Wellenreuther, y que ponía de nuevo la igualada en el marcador.

Segunda mitad:

La salida de Modric tras cuatro meses fuera de los terrenos de juego, animó a una grada apatica que veía como su equipo no podia con el equipo Alemán.

Justo antes de la entrada de Modric al campo, Sané que entró en sustitución en la primera mitad por el lesionado Choupo-Moting, ponía el empate a 3 en el marcador.

El Schalke, a pesar de distanciarse a tan solo dos goles en el marcador, dio un evidente paso atrás, condicionado también por la presencia de un Luka Modric que, a pesar del parón, lo retomaba dónde lo dejó, moviendo al equipo de un lado al otro con velocidad y precisión.

Benzema encontró a un sorprendente Arbeloa que, solo ante el portero aprovechando un buen desmarque, se encontró con el rostro de Wellenreuther, marrando una clamorosa ocasión de gol.

Bale, algo desesperado y desacertado, era el miembro de la delantera que peor actuación estaba cuajando. Fuera de sitio y de ritmo, sin tampoco precisión en los pases, seguía intentando conectar con sus compañeros en vanguardia, pero el éxito se le resistía.

El partido dormitó en un centrocampismo exagerado, con ambos conjuntos algo reticentes a abordar la portería rival, dando el encuentro por concluido. Isco puso mordiente, y Huntelaar recogió el guante. El holandés se desmarcó a la espalda de la defensa merengue, sobrepasó a Pepe en carrera y con la derecha se la puso a la escuadra a un Iker Casillas que asistió impotente a un tremendo gol del tulipán, que aventajaba de nuevo a los suyos tras rebotar el tiro en el larguero.

Aún restaban cinco minutos para el final, y el Schalke estaba tan solo a un gol de consumar la gran sorpresa de la temporada. Sané, de nuevo desde la frontal puso en apuros a Casillas que esta vez sí despejó lejos de sus dominios. Los pitos acompañaban cada acción de los merengues, que se encontraban por detrás y ante una situación inesperada tras el resultado de la ida.

En los instantes finales, el Schalke trató más con corazón que con fútbol de apretar, pero no logró el último tanto que les habría dado no solo la victoria, sino también el pase.

Con el pitido final, el Bernabéu rugió. Pitos, abucheos y demás acompañaron a los jugadores. Casillas llevó a sus compañeros al centro del campo para recibir la pitada, mientras la gente comenzaba a desfilar. El público del Bernabéu despidió con aplausos a 11 jugadores, pero en esta ocasión, vestían de azul.