Al principio de temporada, Emilio Larraz decía claramente que su objetivo era la salvación, aunque varios representantes del conjunto de aragonés,  miraban de reojo la zona de playoff. Llegaron Pajarero, Alain, Canario y Victor Bravo, fichajes de mucho renombre. La temporada comenzó de la mejor manera posible, el CD Ebro encadenó varias victorias seguidas en su casa, así como un espectacular empate a 3 contra el todopoderoso Mestalla.

Los números llevaban a Larraz a pensar en el optimismo de una buena temporada, incluso un ojo en la zona noble de la tabla. Pasaban los partidos y se sucedían las victorias, una tras otra, el once de Larraz conseguía vencer en los distintos campos que visitaba. Hasta que llegó L' Hospitalet, donde llegaban a La Feixa Llarga sin haber perdido un solo partido, jugando ''como los ángeles'' y demostrando una seriedad defensiva admirable. Pero ese día, algo falló, el Ebro cayó derrotado tras un mal partido, los pases no les salían, Gabarre no estaba fino de cara al gol y la defensa no daba una. Nada en verdad.

Larraz quiso dar un toque de atención a la plantilla, y en el siguiente encuentro en El Carmen el Ebro volvió a vencer, pero ya se demostró que ni el juego ni las formas eran las mismas con las que venían mostrando en partidos anteriores.

El Atlético Levante visitó La Almozara y se llevó un premio inesperado (0-1). Un Atlético Levante que venía de estar en la zona de abajo, demostrando un juego pobre y lento. Un bajón tanto físico como moral. ¿El motivo? Posiblemente las pocas rotaciones hechas por Larraz, pero no se sabe el porqué, solo que la derrota volvió a llegar.

La semana siguiente tenían una buena oportunidad de redimirse, otra vez en casa, ante el Atlético Saguntino, el equipo intentó volver a ese juego vistoso y alegre que demostró  las anteriores jornadas, pero se veían incapaces. Sólo Canario, de penalti, consiguió marcar en ese encuentro, aún así el equipo perdió 1-2, con un gol en el 90.

La visita a Alicante se presuponía como difícil, y así fue, derrota por 2-0 ante un equipo con mucha más calidad, pero el equipo arlequinado mostró una notable mejoría. El domingo pasado, el filial del Villarreal visitaba La Almozara, los locales fueron infinitamente superiores, pero no consiguieron materializar las infinitas oportunidades de gol que dispusieron.

¿Qué es lo que falla? ¿La intensidad? ¿Piernas frescas? Puede que todo ello falle, pero la explicación más lógica es que el inicio no fue una realidad, y sí lo actual, que es una competición impredecible y que cualquier equipo te puede ganar en cualquier situación.