Marco Asensio le regaló al fútbol en el partido ante el Valencia una de esas exhibiciones que marcan un antes y un después en la carrera de un futbolista. El mallorquín, en la noche del domingo 27 de agosto, dejó de ser, definitivamente, la promesa. Hoy Marco Asensio es una de las realidades más certeras del fútbol mundial.

Su zurda -qué zurda- se paseó a sus anchas por el verde del Bernabéu con una naturalidad que asusta. Por izquierda, por derecha, por el Marco Asensio ya suma cuatro goles esta temporadacentro, en su campo o en el área rival. A Marco no le importa dónde, y es que todo lo hace fácil -o como si lo fuera-, sin aparente esfuerzo por su parte. Dio la impresión de que repetiría la jugada de su primer gol cuantas veces le cayera el balón en esa posición. Control, conducción y pase a la red. Parece sencillo, pero sus gestos solo están al alcance de unos pocos elegidos. Hacer fácil lo inalcanzable para el resto de los mortales es una virtud totalmente fuera de lo común. A su edad, muy pocos futbolistas han sido capaces de sembrar el pánico como él lo ha hecho ya en varios partidos.

Marco Asensio centra | Foto: Daniel Nieto, VAVEL
Marco Asensio centra | Foto: Daniel Nieto, VAVEL

Un jugador diferente

Marco Asensio tiene magia, tiene un aura especial. Está protegido por los dioses del fútbol -y por su madre, a quien le dedica cada balón que besa las mallas-. Desde el firmamento le hacen creer que todo es posible. Parece totalmente convencido de ello. El '20' del Real Madrid cree, de verdad, que puede hacer todo lo que se proponga. Acepta sin más que un disparo sin aparente ángulo para los mortales -Camp Nou- puede entrar por la mismísima escuadra. Y lo hace. En su lugar, y en tal posición, cualquier otro futbolista elegiría otra opción, pero él no; Marco parece totalmente convencido de que la pondrá donde dicte su mirada. Su confianza en sí mismo deja perplejos a propios y extraños. Se siente, en estos momentos, insuperable.

Asensio juega al escapismo. Es un alma libre que goza por el verde cual niño que juega en el jardín de su casa. No contempla la posibilidad de que le roben el esférico. Encara y se va. Por izquierda, por derecha y por el centro. Es un generador de fútbol total, un futbolista que reúne todas las características del atacante moderno. Tiene un don innato. Solo desde la tremenda confianza en sí mismo, desde la convicción de quien se cree invencible -dentro de su humildad- puede explicarse que haya marcado en todos sus partidos como debutante desde que juega en el Real Madrid. Es algo nunca antes visto.

El mallorquín no se anda rodeos; tampoco busca un regate de más. Su fútbol es vertical. No va a dar un pase atrás si puede ganar metros y hacer una apertura a banda. Con el descaro de los partidos de barrio se da la vuelta, encara y, por supuesto, se va. Cuantas veces sea necesario, cuantas veces quiera. Su conducción es una de las más pulcras del fútbol mundial. Lleva el esférico cosido al pie y, con la cabeza alta, lo acaricia, lanza el autopase y ridiculiza a cualquier defensa. Confía, y mucho, en sus excelentes habilidades y facultades como futbolista. Eso le hace imparable. Marco -y aquí está una de las claves absolutas- juega para divertirse. Sin más.

Su naturalidad se transforma en virtuosismo la hora de marcar goles

Cuando encara la portería rival, Marco Asensio transforma su sencillez y naturalidad en todas las facetas del juego en auténticas obras de arte. Es como si todo su fútbol derivara en una explosión de virtuosismo en el momento de la verdad: cuando el esférico debe entrar en la portería. Marco empequeñece a los porteros -solo hay que ver en cuántos de sus goles les deja inmóviles, inertes, impactados ante la impotencia de no poder hacer absolutamente nada-. Los dos ante el Valencia, el disparo letal ante el Barcelona en el Bernabéu o su primer gol como madridista ante el Sevilla, en la Supercopa de Europa, sirven como claros ejemplos. Los guardametas eran estatuas. Hace fácil lo extremadamente difícil. 

Instantánea que capta el momento exacto en el que Marco Asensio dispara para fabricar su primer gol ante el Valencia. | Foto: Daniel Nieto, VAVEL
Instantánea que capta el momento exacto en el que Marco Asensio dispara para fabricar su primer gol ante el Valencia. | Foto: Daniel Nieto, VAVEL

La profecía se cumple

Marco Asensio sigue siendo aquel niño que proyectó su mirada por primera vez en los ojos de Florentino, en su Mallorca natal. Aquel día en el que, como narra él mismo, su querida madre le aseguró al presidente del Real Madrid que algún día ese pequeño, entonces en las categorías inferiores del Mallorca, portaría la zamarra blanca. Desgraciadamente, la madre de Marco falleció en el año 2011, víctima de un cáncer. El joven, desde entonces, se prometió a sí mismo cumplir cada uno de sus sueños para dedicárselos a ella. Cada gol -quizá por ello Marco se esfuerza tanto en hacerlos bonitos- va para ella. Señala al cielo, se siente protegido, va cumpliendo sus sueños. 

Quizás el gran secreto de Marco Asensio es que sigue siendo aquel niño que cumplió la profecía de su madre. El joven juega hoy igual que lo hacía entonces. ''Este es mi hijo Marco. Algún día jugará en el Real Madrid'', le dijo María, su madre, a FlorentinoLo hace de la misma manera en el Santiago Bernabéu que en el patio de su colegio. La mística le rodea, cuando el foco le ilumina el respetable calla y atiende. Todo el mundo siente que algo puede pasar. Y, entonces, pasa.

 El estado de forma y confianza actual de Marco le lleva a ser hoy uno de los futbolistas más iluminados del planeta. La confianza en sí mismo es total. Es como si supiera con total certeza que todo lo que intente le saldrá bien, y que puede lograr todo lo que se proponga. No elude la presión, sino todo lo contrario: la agarra y la estrangula. Ante el Valencia Marco Asensio se destapó como uno de esos -contados con una mano- futbolistas capaces de echarse a todo un Real Madrid a las espaldas. Todo esto con 21 años.

''Puede marcar una era''

Marco Asensio puede marcar una era. Todos coinciden, pero él es el primero que se lo cree. Se ve capaz. Ante el micrófono, tímido y humilde, sonríe y calla. Pero en su conciencia lo tiene claro. La confianza en sí mismo es otra de sus claves.

El jugador de 21 años es un volcán en erupción. Un torbellino que deambula a sus anchas por el rectángulo de juego e impone siempre su ley. Marco es protagonista, se siente protagonista, quiere ser protagonista. Un jugador que tira del carro del Real Madrid -¡del Real Madrid! - con 21 primaveras es especial. Zidane lo sabe, le cuida, le mima y le protege, pero tiene un dilema. Marco Asensio ya está a un nivel futbolístico que se escapa, y por mucho, de lo normal. Cada partido que pasa, el natural de Mallorca está más preparado para ser titular indiscutible en el Real Madrid.

Marco Asensio celebra su segundo gol ante el Valencia | Foto: Daniel Nieto, VAVEL
Marco Asensio celebra su segundo gol ante el Valencia | Foto: Daniel Nieto, VAVEL

Ante el Valencia, Gareth Bale se quedó encerrado en los costados viendo cómo Marco le robaba toda la libertad que a él le gustaría acaparar. Cuestión de liderazgo, actitud, descaro y mentalidad. Marco Asensio acomplejó a Gareth Bale, que acabó saliendo del terreno de juego cabizbajo, como si fuera consciente de que el joven le está pasando por encima. 

El partido del domingo 27 de agosto marcará un antes y un después. Propios y extraños, atónitos; el Bernabéu, en pie. El Real Madrid tiene un diamante de los que salen a cuentagotas. Un talento extremadamente afinado de los que pueden marcar una época. Marco Asensio es la sencillez, la naturalidad y la magia. Es presente y futuro. La varita mágica del fútbol ya ha tocado a uno de sus pocos elegidos. La historia y el destino dictarán sentencia, pero Marco, parece, se ha empeñado en ser eterno y convertir las palabras de su madre en realidad.