Lo del Formentera es de admirar. Por más piedras que les pongan en su camino, su reacción siempre va a ser la misma: resistir, pelear y...vencer. Su resiliencia ante las adversidades de su 2018, algo sobrenatural ya.

Nadie daba un duro porque los de Juan Arsenal visitaran con éxito el fortín del Lleida. Y cuando decimos nadie, solo englobamos a personas ajenas a este grupo de jugadores, porque los que les conocen, ya saben de buena mano que lo suyo son las grandes plazas. Conquistaron San Mamés, ganaron en el Martínez Valero, merecieron muchísimo más que un punto en Son Moix...y ahora el Camp d'Esports de Lleida, donde solo había ganado el Atlético de Simeone en los últimos seis meses. Casi nada.

Un partido que juntaba a las dos grandes sorpresas de la Copa del Rey a los que también les unía una dinámica cruzada. Un pobre Lleida en el primer tramo de la temporada aprovechó el impulso de la machada en Anoeta para ser un 'equipo playoff' desde entonces; un sorpresivo Formentera en liga que, tras su campanazo en Bilbao, pareció deshincharse hasta meterse en el barro hasta el fondo.

Desde Lleida quizás tenían marcado este partido como el fácil de su venidero calendario; se equivocaron...

El partido, como así lo terminó evidenciando el marcador final, fue puro deleite pitiuso. Un encuentro en el que demostraron que no solo defienden, que también saben tocar, crear, molestar con balón y crear muchas, muchas dudas en los equipos rivales. Eso fue precisamente lo que le pasó a los de Gerard Albadalejo, que pensaron que tenían enfrente una presa menos brava, más aún viendo lo que les deparará el calendario de aquí en adelante. Se equivocaron. Este Formentera va como un tiro, todos a una, y solo la falta de gol les está impidiendo salir definitivamente de la quema. 

Desde bien pronto se vio de qué iba el partido. Un Lleida con una pesada doble necesidad sobre sus hombros: el tener y el deber. Esa suma de responsabilidades, que provocan los 'claros favoritismos', no siempre son buenas compañeras de viaje. Los formenterenses lo sabían, tenían que ganar, pero los ojos estaban puestos en los de azul, y supieron jugar con ello.

Javi Rosa cerró la compuerta de la muralla

Los de Arsenal lo tenían muy claro, el partido pasaba por dejar su portería a cero. Y pronto se pusieron ladrillo en mano a tapiar las redes de Marcos Contreras. Los de Arsenal plantaron un muro, de dimensiones catedralicias y puerta blindada, en pleno fortín leridano. Ni la magia de Jorge Félix, ni la calidad de Juanto, ni la potencia de Musa... esa muralla no la cruzaba ni Dios porque las llaves eran de Javi Rosa y no parecía por la labor. El murciano cerró la compuerta y se colgó las llaves al pecho. Y cuando él dice que ni Dios, es ni Dios.

Todo un festival de apoyos defensivos, coberturas, repliegues...
Todo un festival de vigilancias defensivas, coberturas, repliegues...

Y ese fue el resumen del Lleida a lo largo del choque, un quiero y ni puedo...ni me dejan. Lo probaron de todas las maneras, la más cercana al éxito fue a balón parado, desde donde llegaron todas sus ocasiones de peligro del primer acto. Luego, incluso ''probaron'' la de dejar fuera de combate al dueño del cotarro, el mencionado Javi Rosa, pero ni su brutal impacto con el arquero Diego Rivas le ablandó. De hecho, pareció espolearle.

El gol anulado a Juanto fue la polémica (y quizás la clave) del encuentro

Mientras tanto, los de arriba del Formentera, viendo cómo de serios estaban los 'chavales' de atrás, pues menos no podían hacer. Porque por más que destaquemos el 'muro defensivo', ni mucho menos se tiraron los baleares los 90' tras la redonda. Incluso se tomaron la licencia de perdonar con una clarísima doble ocasión de Agus Ojeda.

Ahí la tuvo el Formentera antes del descanso, y el Lleida en el enésimo balón parado que botaban: un remate de Albistegui que atajó sobre la línea como pudo Contreras. Y con el 0-0 se llegó al entretiempo, no sin antes destacar la acción polémica del encuentro: Juanto Ortuño se aprovechaba del primer y último error de la zaga pitiusa y conseguía batir a Marcos. Mientras todos lo celebraban ya, de repente el linier levantó el banderín señalando fuera de juego. Nadie supo porqué no antes, o porque finalmente sí, o si fue banda, o si el de ''las llaves'' Javi Rosa (que como ven estaba en todas, porque también era quién marcaba el fuera de juego) le echó una mirada fulminante desde la misma línea de gol para hacerle cambiar de opinión. Nadie acabó con la certeza, pero lo anuló

Nando redondea el brillante trabajo colectivo pitiuso

Aquella pareció ser la gota que colmó el vaso de los de Gerard Albadalejo. Habían conseguido ver lo que había más allá del muro, pero pronto el banderín les devolvió a la más cruda realidad. A partir de entonces, el mar de dudas y de prisas terminó ahogando a unos y reflotando a otros.

Más si cabe cuando en el 68' le dio a Nando Quesada por redondear su partidazo con una obra de arte en una falta que coló por la escuadra de Rivas (0-1). El golazo de Nando fue el broche de oro a una actuación colectiva de '10' de los de Juan Arsenal. Porque, tras el gol y ya antes, el Lleida nunca llegó a ser el Lleida que conocen por la capital del Segrià. Las dudas, las imprecisiones, los infortunios y el miura que tenían delante acabaron fagocitando a los de Albadalejo. Terminó el choque y tres puntos que son oxígeno para los baleares y que hasta hacen bonito el avión, el ferry y hasta un temporal marítimo si lo hubiera de vuelta a Formentera.