El partido de ida entre el conjunto blanquillo y el Barça B fue el último partido de una mala racha que perseguía al equipo maño durante cuatro partidos, y donde además solo había conseguido la victoria en dos de los últimos doce partidos. Era 6 de enero, el día de Reyes, en mitad de una tormenta que envolvía la ciudad y hacía de la Romareda uno de los sitios más fríos de la geografía española. En un partido ante tan sólo 10.000 espectadores debido a la horrible climatología, el Real Zaragoza naufragó ante un filial que no mostró una buena imagen. Sin embargo, las condiciones del terreno de juego y la gran cantidad de agua que caía impidieron un partido fluido y normal.

No empezaba mal el partido para los intereses del cuadro aragonés, ya que en el minuto 4, Pombo estrellaba el balón en la madera. El Zaragoza lo seguía intentando en alma y cuerpo pero el gol no llegaba. Un Vinicius que no tuvo su día, alguna aparición de Ortolá y otra ocasión de Pombo fueron las acciones más destacadas de la primera parte.

Tras el descanso, el partido cambió radicalmente, debido al gol de Abel Ruiz para el cuadro azulgrana. El delantero internacional por España en categorías inferiores supo buscarse la jugada individual y que una gran calidad adelantar a su equipo en el marcador. Sin embargo, el conjunto maño hizo honor a eso de “Zaragoza nunca se rinde” y diez minutos después, Guti colocaría un balón en la escuadra para dar optimismo a una afición que permanecía impasible ante el frío y la lluvia.

El Zaragoza siguió apretando, aunque el filial del Barcelona tuvo sus ocasiones a la contra. Sin embargo, cuando el árbitro estaba a punto de decretar el final del encuentro, Grippo remataría un balón que se iría desviado cuando parecía más fácil meterlo que fallarlo.

Al final, un reparto de puntos que supo a poco pero que supuso el final de una racha muy negativa.