Raúl Albentosa es el más sonado de estos tres exmalaguistas. Ahora, militan en el Nàstic de Tarragona, transformándose en los rivales de los de Muñiz. Los dos canteranos que han mostrado tener tablas para "independizarse" de La Academia y seguir con sus carreras futbolísticas.

El defensa, Albentosa, militó dos temporadas en el Eibar antes de fichar por el Málaga. Fueron los dos años en los que el Eibar ascendió y mostró una gran solidez como equipo. Uno de los mayores responsables de ello fue Albentosa: su altura y su eficacia en defensa le valió.

Y es que lo físico acompaña al defensa: es delgado y mide 1,93m. Esto le vale una gran virtud para con los balones aéreos. Probó suerte en el Derby Country; una aventura inglesa que fracasó. Tras ello, el Málaga estuvo atento para repatriar a Raúl.

En Málaga, se ganó sobradamente su puesto. Jugó incluso más partidos que en su última temporada en Guipúzcoa y se llevó la titularidad de forma clara. La solidez que brindó a la zaga malacitana, junto a un referente como Weligton, le valió la octava plaza a los de Martiricos.

Una cantera de oro

Los canteranos han brillado en su paso por La Academia, y sus éxitos les han valido un inicio prometedor en sus carreras deportivas. Defensa y ataque recién creados en el filial malaguista: Abeledo es extremo izquierdo y Jiménez, defensa central.

Abeledo tuvo una prometedora carrera en las categorías inferiores de la Selección Española. Esto le valió su participación en el primer equipo del Real Betis, aunque la idea de ficharle permanentemente no cuajó en Sevilla. 

El siguiente paso le devolvió a un filial, pero de uno de los grandes clubes mundiales: el FC Barcelona. Allí, sólo jugó siete partidos, y marcó dos goles. Al menos, adquirió la experiencia de un ascenso a Segunda División, y pudo aprender de compañeros experimentados en el juego de toque de la entidad blaugrana.

Y así, con un currículum envidiable, llegó al Atlético Malagueño. No tardó nada en revolucionarlo: se convirtió en uno de los mejores jugadores del equipo y el principal responsable del ascenso a Segunda División B.

El extremo anotó la friolera de 20 goles y empezó a llamar la atención de los primeros equipo de varios clubes. Tras una temporada inmejorable, el Málaga no quiso mantener su contrato. Eso sí, el sabor de boca que dejó en La Academia fue inmejorable, y sus logros, indiscutibles.

Hace poco, fichó por el Nàstic de Tarragona. Se une así al último de los jugadores que hoy nos ocupan: Jiménez. Su caso es de verdadera escalada entre los filiales de los equipos de Primera División hasta alcanzar un primer equipo.

Comenzó con dos temporadas en el Villarreal C. La primera sólo le sirvió para acumular experiencia: fue en la segunda cuando explotó. En ese año, sumó 28 partidos e incluso anotó 5 goles. Fue así como consiguió llamar la atención del filial malaguista.

Fichó por el Atlético Malagueño, escalando otro puesto en materia de filiales: ahora solo estaba a un paso de un primer equipo. En Málaga constituyó una referencia en defensa: disputó 30 partidos, y aunque no anotó, se mostró sólido en defensa.

El míster también confió en él para la fase de ascenso, ratificando su buen hacer con el filial malacitano. Se trata de otro canterano menos mediático que el anterior (Abeledo fue un goleador), pero que también deja un buen sabor de boca en La Academia.

Llama la atención del Nàstic de Tarragona y el defensa no duda en aprovechar su oportunidad de dejarse ver por un primer equipo. Fichó por los catalanes en 2017 y aún milita en sus filas. En su primera temporada volvió a ser clave: alcanzó los 30 partidos jugados.

El Nàstic se tiñe así de blanquiazul. Constituye un peligro para los de Muñiz: las creaciones malaguistas pueden volverse en contra del conjunto costasoleño. Albentosa, Abeledo y Jiménez conocen bien la entidad, y cuando vuelvan a jugar en Málaga, su motivación será máxima.

Lo que sí dejan claro estos datos es la calidad y las posibilidades de la cantera blanquiazul. Albentosa se desmarca de este aspecto al ser un fichaje de otro club. La Academia funciona, y si se invierte en ella, puede seguir dando fruto a nuevas promesas.