Debacle absoluto del Real Madrid en Ipurúa. Derrota humillante por 3-0 y, la mayor preocupación, es que si ni hubiera sido por una buena actuación de Courtois, podrían haber sido alguno más. El guardameta belga evitó con varias intervenciones una goleada aún mayor que podría haber sido histórica.

Se trata de la sexta derrota del conjunto blanco en lo que va de temporada cuando ni siquiera se ha llegado a la mitad y  cuatro de esos partidos perdidos tienen algo curioso en común: los rivales vestían de azulgrana. El conjunto blanco parece haber sido víctima de una maldición y cada vez que salta al terreno de juego y ve a su adversario vestido con esos colores les tiemblan las piernas.

Todo comenzó en Rusia ante el CSKA. Fue uno de los partidos que se considera el origen de esta enorme crisis por la que atraviesa el equipo madridista. Varios balones al palo y una defensa débil propiciaron una derrota en la competición en la que el Real Madrid parecía imbatible, la Champions. El equipo moscovita, que viste de azulgrana, se llevó los tres puntos y dejó a los futbolistas entrenador en aquel momento por Lopetegui temblando en el frío ruso. Pocos días más tarde, fue el Levante en el Bernabéu el que consiguió sacar puntos ante el Madrid. Después llegó el partido que supuso la destitución de Julen. Una manita muy dolorosa en un clásico ante un Barcelona sin Messi fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de la directiva blanco que pensó que la solución para acabar con este bache era destituir al entrenador. Nada más lejos de la realidad, ya que no haría falta esperar mucho más para observar que el problema iba mucho más allá.

Finalmente, ante el Eibar se confirmó esta especie de maldición que persigue a los blancos. Otra vez ante un equipo azulgrana y otra derrota sonrojante. El equipo armero acabó con cualquier amago de recuperación madridista que venía de ganar cuatro partidos consecutivos desde que Solari tomó las riendas. Sin embargo, fue confirmar el contrato del técnico argentino y el equipo volvió a mostrar los síntomas de siempre.

Los jugadores madridistas no tendrán que volver a ver a un azulgrana frente a ellos hasta el mes de diciembre. Será ante el Huesca y una derrota en ese instante supondría otra verdadera catástrofe.