El entrenador francés asume un reto mayúsculo, el de levantar a un equipo hundido. Zidane ya se vio en una situación así durante su primer mandato, aunque por entonces el equipo seguía vivo en Liga y en la Champions League, además de que tenía el objetivo de lograrlo durante esa misma temporada. Todos sabemos como acabó esa temporada, el Real Madrid peleó la liga hasta la última jornada, a pesar de haber llegado a estar diez puntos por detrás de los azulgranas y, levantó “La Undécima” Copa de Europa en Milán, en la que fue la primera de un gran ciclo que logró levantar dos más, todas de forma consecutiva.

Una nueva situación

Sin embargo, esta vez “Zizou” afronta los partidos que quedan cómo un mero trámite, casi se podría decir que como una preparación de cara a la próxima temporada. Las once jornadas ligueras restantes llegan con el equipo en una situación muy extraña. El líder se encuentra muy alejado (12 puntos nada menos es la diferencia), y la cuarta plaza que da acceso a la siguiente edición de la Champions League parece asegurada (el Madrid es el tercer clasificado actualmente), aunque una debacle cómo la vivida en esta última semana la pondría en riesgo, pero los diez puntos de ventaja con el quinto clasificado deberían de ser suficientes. Zidane podrá rotar y tratar de recuperar a todos los efectivos que han estado desaparecidos, y tratar de confeccionar así, la lista de altas y bajas con suficiente antelación al inicio del mercado, para cuando este comience poder trabajar sobre un plan establecido.

Los últimos cuatro partidos en el Bernabéu se han saldado con derrota

El partido frente al Celta de este fin de semana trae consigo un reto más aún, lograr que el aficionado vuelva al Bernabéu ilusionado y con ganas de ver y animar a su equipo, aunque no vaya a lograr ningún título importante. En esta etapa tan oscura, los blancos han sufrido derrotas muy dolorosas en su estadio, pero lo más llamativo han sido los últimos resultados que han terminado con el cese de Santiago Solari. Los últimos cuatro resultados en el feudo blanco se cuentan por derrotas, dos ligueras (Girona y Barça), una de Copa que supuso la eliminación de esta (el duro correctivo culé en la vuelta de las semifinales), y frente al Ajax en la UEFA Champions League, que también supuso la eliminación del actual campeón. Esta última por un contundente 1-4, que es la derrota más abultada del Real Madrid en su estadio en competiciones europeas.

La sangría en el Bernabéu no termina aquí, este año también se vivió la derrota por 0-3 frente al CSKA de Moscú en la fase de grupos de la Champions, o derrotas en liga frente a rivales de zonas bajas de la tabla cómo el Girona o Levante. Además de la facilidad de muchos equipos de complicarle las cosas al equipo blanco en el Bernabéu, pues en muchos de los encuentros de esta temporada han terminado con victorias por la mínima o llegando muy igualados a los tramos finales. Un equipo dominador tiene que hacer de su casa un fortín, y este año la fragilidad del Real Madrid se ha visto reflejada en sus encuentros cómo local, dónde la presión de su mala temporada frente a esta afición siempre tan exigente ha parecido jugar en contra de unos jugadores (y entrenadores en menor medida), que no han estado a la altura de la camiseta que representan.

En el palco o en las oficinas tampoco se libran de lo esperpéntico de la temporada y de las críticas de la afición. En esta última semana han sido muchos los que se giraban hacia el palco presidencial pidiendo incluso la dimisión de Florentino Pérez. Lo cierto es que el Real Madrid debe levantarse cuanto antes, y no hay nada mejor para ello que un Bernabéu ilusionado con su equipo y que transmita esa fuerza a su propio equipo, pero para ello, son los jugadores los que deben dar un primer acercamiento con una actuación a la altura. El sábado, Zidane debe volver a conquistar al Bernabéu, a través de unos jugadores que no lo han logrado durante toda la temporada.