Esta temporada ha sido una de las más irregulares de la historia del Real Madrid. Un curso para olvidar, en realidad. Desde el inicio ya se respiraba un ambiente distinto en el vestuario blanco; faltaba algo. Quizá fue la repentina marcha de dos pilares fundamentales como lo eran en ese momento Cristiano Ronaldo y Zinedine Zidane, quién sabe.
La segunda oportunidad de Isco Alarcón
Sea como fuere, de nuevo el destino del Madrid ha tomado un nuevo rumbo; quizás no en cuanto a resultados, pues siguen siendo igual de desiguales que a lo largo de toda la temporada. Pero si en cuanto a oportunidades. Al final, quien tiene la última palabra sobre el once inicial y los cambios posteriores la tiene el entrenador.
El equipo blanco ha tenido al frente a tres diferentes este curso, cada uno con maneras diferentes de ver el fútbol. El caso es que con la llegada de un nuevo técnico y el posterior cambio a otro, algunos jugadores antes determinantes pasaron a un segundo plano.
Uno de esos jugadores que se vieron relegados fue Isco. Durante algún tiempo, era habitual verle en el banquillo al comienzo del encuentro. De vez en cuando gozó de algunos minutos en la segunda mitad, pero nada que ver con la popularidad que se venía forjando.
Esto cambió con la vuelta de Zinedine Zidane. El retorno del francés ha sido un punto de inflexión en la vida deportiva de Isco esta temporada. Un giro de 180 grados. Ya en el primer encuentro de Zidane tras su regreso, el malagueño jugó de titular. Desde entonces, de los ocho partidos ligueros disputados, ha salido de inicio en cinco de ellos.
A pesar de la confianza de Zidane, el futuro de Isco está en el aire. Hay muchos equipos interesados en él, pero por el momento continúa siendo jugador del Real Madrid. Y, hasta que Florentino Pérez decida lo contrario, el técnico francés seguirá contando con el andaluz como uno de sus pilares fundamentales.