El Málaga CF volvía al horario de cierre de jornada tras una previa en la que los resultados otorgaban otra oportunidad de ir marcando distancias con los equipos de la parte baja de la tabla.
Ambiente frío, cortejo fúnebre incluido, en una Rosaleda que otra vez volvía a rondar una baja entrada. Con las consabidas bajas de Keidi Baré y Cifu, Sergio Pellicer ponía en liza a Luis Muñoz e Ismael Casas; que fue de menos a más durante el encuentro.
Golpeó primero el Numancia, en una falta lateral botada por el Numancia, que volvió a poner en evidencia la autoridad aérea de Munir. Un centro con efecto interior en la que un malagueño; Escassi, alojaba el balón en la red con un buen cabezazo.
Y ahí acabaron las intenciones del Numancia; sabedor de las dificultades cara al gol que sufre el cuadro malacitano y que quedaron patentes en sendas oportunidades de Sadiku y quizás la más clara, donde una vez más la falta de fuelle de Juampi Añor evitaron que el marcador se fuese al descanso en tablas.
En la segunda parte, los blanquiazules salieron de vestuarios con el mono de trabajo puesto, acorralando al Numancia mediante una continua entrada por bandas que desestabilizó a la zaga numantina. Una de éstas internadas sirvió para que Juankar (una vez más) provocase un penalti lanzado de forma magistral por Sadiku; que atesora la virtud de hacer puntuar al equipo cada vez que ve puerta.
Con esas premisas sólo quedaba seguir golpeando el yunque soriano, bien defendido por Dani Barrio; que sacó bajo palos un remate a bocajarro de Tete Morente; bastante acertado como revulsivo en la segunda parte.
El Málaga encontró justo premio a su fe en una jugada más de banda, donde toda la suerte que hasta ahora había sido esquiva, se acumuló para provocar un inoportuno rechace dentro del área que anuló la posición antirreglamentaria de Adrián; el cual definió de forma práctica.
Y así se llegó al final del encuentro en La Rosaleda, y por consiguiente, de la jornada 27.