Diego Pablo Simeone simplificaba la temporada del todo campista en una frase: "En la vida, como en el fútbol, el que trabaja tiene premio". Tras un inicio de temporada que a muchos otros trastocarían el resto de la campaña, el ex del Real Madrid ha sabido cambiar su dinámica de minutos sobre el verde, pero no su dinámica de trabajo, esfuerzo y entrenamiento. Paso a paso ha conseguido dar un giro de 180 grados a su situación

Y es que aparte de los continuos piropos del Cholo, de sus compañeros y de los aficionados. El trabajo de Marcos Llorente ha sido además de silencioso, constante. Llegó procedente del eterno rival el pasado verano por la suma de 40 millones de euros para suplir la baja de Rodri que salió en dirección al Manchester City. En el primer amistoso de la pretemporada, Llorente resultó expulsado, fue el inicio de una sequió de minutos. 

Lejos de hundirse por no participar en los cinco primeros duelos de Champions, tardar 22 jornadas en completar un duelo de La Liga o sufrir varios cambios en el descanso en sus contadas titularidades Llorente, como dicen los que han convivido con él, respondió a una situación complicada con trabajo, trabajo y más trabajo. Destacan su portentoso físico, pero también esa capacidad mental para no venirse abajo. Sin olvidar, claro, que nunca ha puesto una mala cara, un mal gesto, pese a que su papel residual no se correspondía con lo esperado hace un año. 

De ahí que le pongan como ejemplo de lo que deben hacer los futbolistas que no están en la primera línea. De ahí que ahora no sean pocos los que se alegren de su éxito como jugador ofensivo tras la explosión de Anfield que ha tenido continuidad en la miniLiga de 11 jornadas. De ahí que haya convertido las dudas en elogios para uno de los fichajes más importantes del Atlético este curso. Y al fondo, el premio de la Champions.