El Celta salió de inicio con Iván Villar bajo palos. Mallo, Murillo, Aidoo y Olaza forman una línea de cuatro. Tapia, Beltrán y Denis Suárez en el centro del campo y arriba la MAN: Mor, Aspas y Nolito. El mismo 11 que la semana pasada contra en Valencia, que tan buen resultado dio. Volvió a sorprender la ausencia en el 11 inicial de Okay, ya que el turco, había sido indiscutible el pasado curso tanto para Escribá, como para el propio Oscar.

Por su parte, el Valladolid salió con la siguiente alineación: Roberto en la portería sustituyendo a Masip, que sigue causando baja por COVID. Una línea de cuatro formada por Luis Pérez, Bruno, Javi Sánchez y Nacho. En la línea de contención Kike Pérez y San Emeterio. Por delante de ellos una línea de tres con Toni Villa, Orellana y Carnero. En punta, Sergi Guardiola. A las numerosas bajas del Valladolid, se unió la baja de Weissman. Se celebra el Yom Kippur y no puede realizar ninguna actividad deportiva. Los celtistas recordamos estas ausencias cuando disfrutamos en nuestras filas del genial Revivo.

Los primeros minutos fueron de mucha intensidad por parte de ambos conjuntos. Sergi Guardiola dispuso de un par de ocasiones para perforar la meta Celeste. Un Iván Villar que cada día deja mejores sensaciones, despejó la primera con el pie y paró la segunda. Entre ambas, Denis Suarez dispuso de una ocasión clarísima para adelantar al equipo Celeste, pero el balón salió demasiado alto. Una pena.

Los siguientes 30 minutos se pueden resumir en intensidad por parte del Valladolid, faltas e interrupciones constantes y balones colgados por Orellana. Pero en el minuto 45 llegó la jugada del partido. Un balón de Denis Suarez en profundidad hacia D10S Aspas, le permitió controlar, correr y encarar a Roberto. Este se estiró y obligó a Iago a escorarse hasta casi la línea de fondo, pero volvió a sacar otro conejo de la chistera. Golpeó con un toque sutil a la pelota, que entró botando mansamente traspasando la línea de gol. Un gol de genio. No tengo suficientes palabras para describir semejante prodigio. Con este gol, Iago suma 3 a su casillero personal, en otros tantos partidos. Oposita para lograr un nuevo Zarra y además, le dice a Luis Enrique, que puede contar con él para la selección. Con este gol, Iago empata a Hermidita como máximo goleador en primera con el Celta. Con el gol de Aspas, se dio por terminada la primera parte.

En la segunda parte el Valladolid empezó empujando y mostrando carácter. Pero también mostró carácter y saber sufrir el Celta. Aidoo, Tapia e Iván Villar sobresalieron sobre el resto achicando las ocasiones generadas por el equipo Pucelano. La mejor ocasión para los Vallisoletanos, se produjo en el minuto 63. Una falta muy escorada, pitada a en el lateral de Lucas Olaza, se convirtió en un balón que pegó en el travesaño después de ser tocado por Iván Villar.

En el siguiente minuto, llegó la jugada más polémica del partido. Un penalti muy dudoso, ya que Hugo Mallo toca el balón antes que el atacante del Valladolid y cambia la trayectoria del mismo, permitió al Sergi Guardiola empatar el encuentro. Además, el penalti supuso tarjeta amarilla a Hugo Mallo. El resto del partido sirvió para demostrar que Aidoo está en un momento de forma excelente y que al Celta le falta fondo de armario. Los cambios en esta ocasión no produjeron ningún cambio significativo.

Cuando el partido agonizaba, el árbitro volvió a convertirse en protagonista. Agarrón clarísimo sobre Iago cuando este salía como un tiro en dirección al arco de Roberto. Iago que no puede continuar la carreta, entiende que es falta y coge el balón con la mano. Pero el árbitro en lugar de sancionar el agarrón, sancionó el gesto de Iago. Incomprensible la decisión tomada por el árbitro.

Pensando en positivo, queda un punto menos para alcanzar el objetivo y el equipo solo ha encajado 1 gol en 3 partidos. También es cierto que solo llevamos tres jornadas, pero es un buen punto de partida. En negativo los cambios, que esta vez no alteraron la dinámica del equipo.

El siguiente partido es el jueves contra el Barcelona en Balaídos, ¡menudo Miura!.