Este inicio de liga está dejando muchas, y muy variopintas, situaciones en el Atlético de Madrid y una de ellas afecta de lleno a Antoine Griezmann. El jugador francés, cuarto máximo goleador de la historia del Club Atlético de Madrid, solo por detrás de Luis Aragonés, Escudero y Paco Campos, ha realizado su entrada al terreno de juego a partir del minuto 60 en las tres jornadas disputadas hasta la fecha.

Unos dirán que por decisión técnica, otros que por circunstancias del contrato no conviene que dispute más de 30 minutos y otros seguirán empeñados en autoengañarse gritando a los cuatro vientos que el galo nunca debió regresar y que realmente juega más de lo que debe.

Sin embargo, la realidad es la que es. Tras una primera temporada nefasta, en la que Antoine no consiguió nunca rendir al nivel que se esperaba y en la que el futbolista de Macon recibió pitidos, críticas e insultos de su propia afición, el jugador siguió trabajando sin decir ni una sola palabra y cuando ha hablado, ha sido para decir que todavía no merece los aplausos de nadie. Mientras tanto, trabajo, trabajo y más trabajo. Por algo Simeone, que de esto algo sabe, está enamorado del francés.

Y al final, parece que en este inicio de temporada algo ha cambiado. Grizzi, como le llaman cariñosamente en el vestuario, anotó el 0-3 en la visita a Getafe, se echó el equipo a la espalda contra el Villarreal buscando una remontada y, por último, el día lunes, anotó el gol de la victoria en Mestalla liderando al equipo desde la nueva posición en el centro del campo que le ha habilitado su entrenador.

Simeone, que desde hace 10 años repite en la sala de prensa que le importa más la calidad de los minutos que la cantidad, vuelve a ver en Griezmann a ese futbolista diferencial que los llevó a Milán, que les hizo tocar el metal en Lyon y que, con 30 minutos, es capaz de cambiar el rumbo del partido. Calidad frente a cantidad, trabajoAntoine Griezmann

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