“La Copa es el embrión del Atlético, le tenemos respeto” afirmaba un Diego Pablo Simeone que guarda en su retina el doblete de Tucu y el tanto de Guidetti, pero que también guarda la imagen de la bandera rojiblanca reinando en el centro del campo del Santiago Bernabéu después de que el Atlético se alzara ante el eterno enemigo como campeón de la Copa del Rey; allí empezó todo, que diría el argentino.

Gol tempranero

El frío, y el adelantado horario en una tarde de jornada laboral, no incitaba al lleno en el Manzanares; y si no que se lo digan al segundo anfiteatro del Vicente Calderón. El Atlético, guardándole ese respeto a la competición al que se refería Simeone, saltó al terreno de juego dispuesto a romper el hielo; nunca mejor dicho. Con Correa y Griezmann a la cabeza, Fernando Torres y Gameiro quedaron relevados al banquillo en un duelo en el que el Atlético tiró de su vieja esencia. A por el gol rápido y a hacer los deberes cuanto antes, es la intención con la que los rojiblancos acariciaron en verde del Calderón. Dicho y hecho, era el minuto 28’ cuando tras una falta botada por Koke, Yoel salía y se quedaba en tierra de nadie como pez fuera del agua, ocasión que aprovechaba Giménez para peinar el esférico y dejársela a un Antoine Griezmann que no se caracteriza, precisamente, por perdonar esas ocasiones.

El Atlético se adelantó y no se le puede acusar precisamente de traidor, instantes antes del tanto, también de las botas de Koke, nacía una jugada que acabaría con una diana de Savic anulada por un fuera de juego. Los del Barrio de Imperial se aferraron al tanto como un niño a una piruleta en el patio de un colegio. El reloj se ponía a favor de los de Simeone que, solventados en una férrea defensa, buscaban los espacios mediante las internadas de un Griezmann que, sin duda, ha hecho las paces con el gol. Por su parte, los de Mendilibar, no renunciaban al ataque conscientes de los 180 minutos de eliminatoria, con una ocasión de Adrián como máximo exponente de peligro, el equipo armero no llegó a perturbar la tranquilidad de Moyá.

Goleada delantera

Con ganas de silenciar de la única manera posible, mediante el juego, todas las dudas existentes saltaron los colchoneros al segundo asalto. Las especulaciones  sobre la falta de gol de la delantera rojiblanca quedaron silenciadas, Correa, subía el segundo al marcador tras una jugada individual de Carrasco cuyo rebote cayó sobre le argentino, que ante Yoel no dudó. Fue marcar y con la tarea resuelta ser sustituido por un Gameiro que corrió la misma suerte. Llegar y besar el santo. 'De cabeza en cabeza y marco porque me toca', la testa de Giménez, la de Griezmann y finalmente la de Gameiro fueron fraguando una ocasión  que acabó por alzarse como el tercero de los rojiblancos.

Las supuestas críticas de la afición sobre el equipo, también quedaron sentenciadas con el cántico del fondo sur hacia Diego Pablo Simeone. El tercer pájaro que se encargaron de matar los del Manzanares fueron las dudas en torno al juego colchonero. El mejor Atlético volvió. La defensa del Manzanares, no quiso ser menos y dejó su portería a cero, para ya de paso, matizar cuestiones abiertas.

Así el Atlético metió pie y medio en las semifinales de la Copa del Rey. Mateu Lahoz determinó el final del duelo ante el cántico alegre de la cantera rojiblanca, que desde el anfiteatro del fondo norte, se olvidaron del frío y disfrutaron de los jugadores  que algún día sueñan con encarnar. Los colchoneros tienen claro cómo se demuestra el respeto por la Copa.

No se olviden que es capítulo inacabado, la semana que viene los rojiblancos con alta tranquilidad viajarán a Eibar, sin olvidar, que esto es fútbol y mientras haya minutos, habrá pescado por vender.