Motivos para celebrar

La victoria ante un rival directo, el acierto a balón parado, el regreso de Torres a los terrenos de juego y por supuesto, el día del padre. Al Atlético hoy le sobraron motivos para celebrar.

Motivos para celebrar
Atleti-Sevilla
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Por Cristina De La Hoz

Si ha habido algo que ha caracterizado los Atlético de Madrid – Sevilla de los últimos años ha sido la rivalidad entre ambos equipos. Una rivalidad aún mayor en esta ocasión por la situación de ambos equipos en Liga: en plena lucha por el tercer puesto. Por números, el Sevilla tenía todas las de ganar a orillas del Manzanares. Pero por sensaciones, por emociones y por ambición, ya se veía en los primeros minutos que el Atlético iba a ser el vencedor.

Con el himno cantado a pleno pulmón por padres e hijos, aquellos que poblaban las gradas en un día tan especial como éste, los jugadores rojiblancos saltaron al césped. Seguramente, con los pelos de punta. Sabían que no podían fallar hoy. Pero el guión no pudo tener peores primeras líneas para Simeone: en el minuto 3, ya perdía a su primer hombre. Vrsaljko se lesionaba y obligaba al técnico a cambiar su plan antes de tiempo.

Con Juanfran en el campo y con la sensación de tenerlo todo controlado, ya pudo el Atlético desarrollar su plan: ir a por el partido. La primera ocasión estuvo en las botas de, precisamente, un exsevillista. Gameiro pudo adelantar a los rojiblancos bien prontito, pero delante estaba uno de los mejores porteros de La Liga, Rico, quien se encargó de desviar el balón lo suficiente.

Pero el encargado de abrir el marcador en este partido con tanta carga emocional y con tanto en juego, tenía que ser alguien especial. Tan especial, con tanta garra y tan querido como Godín. El defensor volvió  a recordar que además de ser el capitán de la zaga, también es un excelente cabeceador. Y así, con un testarazo de los suyos, llegó el primer tanto. El uruguayo se entendió a la perfección con Griezmann, quien se encargó de botar magistralmente una falta muy cerquita del área y servir en bandeja el tanto a su compañero. Un gol a balón parado, de los que tantas alegrías ha dado a los rojiblancos. 

El Atlético se adelantaba y el Sevilla debía reaccionar, pero no se vio en los de Sampaoli la reacción esperada. Tuvieron Sarabia y Mercado sendas ocasiones, pero nada, fuera. Como se encontraba el Sevilla al descanso, fuera del partido. Por eso el técnico sevillista decidió mover ficha y dar entrada a su hombre más peligroso, la revelación del mercado de invierno. Jovetic entraba en escena para intentar revertir el resultado. Sin embargo, no le resultó el plan a Sampaoli.

Griezmann, genio a balón parado

Comenzó la segunda parte y continuó el guión. Una afición entrada, un Atlético venido arriba y un Sevilla a fogonazos. Es cierto que los sevillistas encadenaron un par de ocasiones peligrosas por la banda, pero también que las más claras volvieron a ser rojiblancas. Especialmente cerca estuvo Griezmann con un disparo que rozó el palo de la meta defendida por Rico.

El Principito la buscaba y la buscaba, y como el que la sigue la consigue, llegó. Y de qué manera. El francés firmó el golazo de la jornada, uno de los mejores que ha anotado Antoine con la elástica colchonera. Griezmann hizo el segundo para los suyos de una manera a la que nos tiene poco acostumbrados, pero a la que nos acostumbraríamos fácilmente. De falta directa, golpeando en el larguero y dejando congelado a Rico. Un auténtico golazo que puso al Calderón en pie. Eufórico.

El gol de Griezmann levantó a todo el estadio del Manzanares. La locura se apoderó de las abarrotadas gradas, que parecían incluso temblar. Pero ese temblor quedó en nada en comparación con lo que ocurrió unos instantes después. Simeone aprovechó la euforia de su afición para dar entrada al hombre que todos querían ver y acallar así cualquier rumor malintencionado. Torres volvió a pisar el Calderón. Y ahora sí, el estadio colchonero se vino literalmente abajo. No merecía menos su Niño

Todavía quedaba media hora de juego no importaba. El estadio del Manzanares era una fiesta. La victoria estaba casi hecha, Torres había vuelto jugar y los padres ya tenían su regalo. Pero todavía hubo tiempo para más. Koke se sumó a la fiesta rojiblanca marcando el tercero a puerta vacía, a placer, tras un centro de Juanfran. Y ahora sí, se podía decir que el triunfo era un hecho.

A todo esto el Sevilla seguía armando alguna que otra jugada con cierto peligro, pero sus miradas de reojo al marcador les restaba esa confianza que se debe tener para marcar. Por eso tuvo que hacer el gol de la honra un recién incorporado al encuentro. Correa se lanzó hacia Oblak a toda velocidad por la banda izquierda y no falló, hizo el único tanto sevillista y maquilló el resultado.

Marcó el Sevilla pero no se oyó ni un lamento rojiblanco en el estadio. ¿Cómo iba a haberlo? El Atlético goleó al eterno rival. Simeone y los suyos se acercan a su verdadero objetivo, el tercer puesto. Y la afición… Poco más hay que añadir. Cada niño se marchó sonriente del Calderón, con su papá de la mano. Con la alegría de que su padre no pudo tener mejor regalo.