Había ordenado, planeado, estudiado y -casi- ejecutado todos los planes a la perfección, Enrique Sánchez Flores -Quique para los amigos- tenía clara la táctica; Antoine Griezmann se encargó de poner la pizarra, del que un día dirigía a orillas del Manzanares, patas arriba para brindarle al Atlético un tanto que acabó costeándose por tres puntos, así es el fútbol.

Factura europea

Con la carga de los minutos europeos haciendo mella sobre las botas de los rojiblancos, esta vez, embutidos en negro y amarillo sobre el césped de Cornellá, así saltó el Atlético de Madrid al césped de Barcelona que, a juzgar por la velocidad con la que corría el esférico, parecía más regado de lo habitual, algo que no favoreció a los colchoneros que no conseguían fraguar con concisión las contras. 

Quique Sánchez Flores, bien conocedor de los entresijos rojiblancos, había planeado desde su cárcel de cal minuciosamente el juego a desarrollar por sus chicos para desactivar la pólvora del conjunto indio y aprovechar el cansancio europeo. El primer paso: inmovilizar la sala de máquinas rojiblanca, desconectar los cables del centro del campo colchonero; consecuencia: el aislamiento de los delanteros. Dicho y hecho, el Espanyol se hizo con el dominio del cuero y, sin miedo, le plantó cara al Atlético de Madrid, el resultado: el cero a cero imperando en el descanso, porque a pesar de que los locales se hicieron con la posesión del balón no fueron capaces de crear peligro sobre la portería de Oblak. Más trabajo tuvo Diego López, que interceptó un zarpazo lejano de Carrasco y un cabezazo de Fernando Torres. El Atleti necesitaba más Cornellá es exigente.

Griezmann, el de siempre

Duchado y sentado en el banquillo arrancaba Fernando Torres la segunda mitad, era Thomas quien le sustituía sobre el terreno de juego, sin embargo el choque no se veía modificado. Quique Sánchez Flores seguía en sus trece insistiendo sobre la misma idea de juego: la resistencia, la oposición, nada de achantarse. Los primeros minutos del segundo asalto mantuvieron la tónica: el Espanyol dominaba el esférico, el Atleti esperaba como espera un padre a que su hijo se duerma un domingo a las once de la noche.

Todo le habría salido de perlas al ex entrenador del Atlético de Madrid, los planes eran ideales, todo perfectamente atado, la táctica tenía que salir, así lo afirmó después en rueda de prensa "Estuvimos muy cerca de la victoria". Sin embargo, hubo un matiz que se le pasó por alto a Quique Sánchez Flores,  que se escapó de su control, ese matiz mide uno con setenta y cinco y calza botas naranjas, ese matiz tiene nombre y apellido, ese matiz empieza por Antoine y acaba por Griezmann.

Era Saúl quien asistía al francés que, de volea, remataba en el primer palo y subía el tanto rojiblanco al marcador. Un gol que se costeaba por tres puntos, un tanto que rompía en cuestión de segundos las bien planeadas estrategias de Quique, un tanto que mantiene al Atleti asentado en la tercera plaza con un colchón de tres puntos sobre el Sevilla. No menos protagonismo, aunque sí más en la sombra, el que tuvo Jan Oblak que instantes más tarde del tanto del francés lo dejaba todo, literalmente, por que puso - con el perdón de la expresión- la parte del cuerpo más preciada por todo hombre, para detener el tanto del conjunto local. 

Así es el fútbol Enrique, Griezmann lo ha vuelto a hacer, es el mejor conejo de la chistera de Simeone. Este es el Atlético de Madrid, Quique -bien lo sabes tú-, los rojiblancos no perdonaron, no queda Liga para tonterías.