Las grandes construcciones arquitectónicas son muy diferentes unas de otras. Si estas se corresponden con distintas épocas, más que similitudes se estudiarán las diferencias existentes. A grandes rasgos se puede poner de relieve las semejanzas entre dos movimientos siempre y cuando se haga en el ámbito de las características del género estudiado. Dicho lo cual, el analista o espectador que se centra en el monumento en concreto, tendrá serias dificultades a la hora de establecer un cuadro comparativo con más puntos en común que diversidades. Lo que sí resulta obvio, es que hay una zona compartida en el ámbito de la construcción. El primer ladrillo siempre ha sido colocado a ras de suelo. Esto es común para toda figura. Lo fue para la sinuosa Dama de Galera, resultado del arte fenicio (VII a.C), y lo es para El Teatro del Mundo de Aldo Rossi cuyo lápiz palaciego apunta desde 1979 al cielo de Venencia.

El arquitecto malagueño, Fernando Hierro, quiere construir una pieza de belleza inigualable. La primera división, clasista y presumida, solo quiere bailar con los más atractivos. No recuerda el tiempo que estuvo saliendo con cada uno. No tiene sentimientos y le sobran los pretendientes. Por ello, cada año se desprende de tres para conocer nuevos miembros. Quizá por este motivo, el entrenador del Real Oviedo no tenga tiempo para los refinamientos. Su homólogo Bordalás le ha advertido con su anterior modus operandi. Si tiene dos ladrillos que introducen el esférico en la portería con facilidad, colóquelos de manera que puedan explotar sus virtudes. No los distribuya como La Torre de Pizza. Sea práctico.

Aunque en su nuevo oficio, el que fuera jugador del Real Madrid carezca de experiencia, ni mucho menos es un novato en el mundo del balompié. Consciente de que arriba hay pólvora con Toché y Michu más sus aliados, el lograr mantener la portería a cero se antoja como una premisa innegociable. Con tan solo un gol encajado en cuatro encuentros, no parece cuestionable el rigor defensivo. Por el contrario, los tantos favorables se están haciendo querer, pero con solo media hora de Michu sobre el césped, es pronto para analizar lo expuesto con tintes tremendistas. El pasado domingo, el Mirandés no tuvo ninguna ocasión de peligro y solo la victoria del Real Oviedo se postulaba como una tímida alternativa a las tablas finales. El mantener la portería a cero es un aval para lograr un hipotético ascenso. Alavés o Real Sporting han demostrado en los últimos años que ese camino no propicia un espectacular paisaje, pero sí un hermoso horizonte.

Toché y Michu están llamados a protagonizar una dupla de éxitos. El espíritu guerrero de ambos, añadido a sus genes competitivos, suponen una amenaza constante para unos guardametas que tienen pesadillas con ellos. Habrá que ver cómo funcionan los engranajes que unen a ambos. El chirriar de las primeras jornadas en la parcela ofensiva deberá convertirse en una fluida melodía que hipnotice a las zagas opositoras. En otros términos, los futbolistas mencionados han de ser los músicos que permitan al resto de la orquesta lucirse. Ninguna pieza se compone en cuatro jornadas. De momento, la clave de sol y el pentagrama ya están sobre el papel. Paciencia que el concierto no termina hasta junio.