El Villarreal de Marcelino García Toral forjó a lo largo de las tres temporadas y media que estuvo el asturiano en el club, un estilo de juego muy característico fundamentado en la verticalidad en ataque, así como una gran solidez defensiva construida desde la alta presión y un fuerte rigor táctico a la hora de defender ceñidos a dos sólidas líneas de cuatro formadas por los defensas y centrocampistas. Este sistema propiciaba que se minimizasen las jugadas entre líneas de los rivales pero sobre todo lograban encajar muy pocos goles, estando siempre entre los equipos de La Liga que menos concedían. 

En este verano, pese a cambiar de entrenador con la traumática salida de Marcelino y la apurada llegada del preparador valenciano Fran Escribà, el equipo poco a poco va adquiriendo los conceptos que les inculca el ex del Getafe CF y se va viendo una imagen cada vez más clara de lo que será el Villarreal de Escribà, y uno de sus puntos clave también residirá en la solidez en la defensa y en tratar de encajar la menor cantidad posible de goles para rentabilizar al máximo los goles conseguidos. Pese a que ya no vemos el estricto sistema táctico de Marcelino y nos encontramos con una defensa algo más laxa, las ideas de presión y aguante atrás están más que interiorizadas.

Por el momento, están dando sus frutos, ya que en estas tres primeras jornadas de Liga que se han disputado sólo han concedido un gol en contra. Al igual que el Atlético de Madrid de Simeone, al que solo han perforado la red en una ocasión, los de Escribà son el equipo menos goleado de La Liga, habiendo concedido su único tanto en el Estadio de Los Cármenes en la primera jornada ante el Granada en el que el ariete nazarí Ezequiel Ponce firmó el (1-1) final.