El Villarreal cosechó su primera derrota de la temporada en el estadio de Ipurúa ante un Eibar muy sólido que fue capaz de remontar en la recta final el gol de Bruno de penalti. Sin duda, es el partido en el que hemos visto una versión más pobre de un Villarreal desaparecido en el centro del campo y anegado por la defensa rival, encomendándose a Sergio Asenjo y su brillante actuación como única tabla de salvación.

La primera media hora del encuentro se puede resumir en un duelo de defensas, o más bien, un duelo de modelos defensivos: por un lado el Villarreal, con las líneas más adelantadas y los jugadores más dispersos, frente a un rocoso y sólido Eibar perfectamente ordenado y llegando a acumular hasta ocho hombres dentro del área. Los de Fran Escribà tenían más la posesión, pero su dominio era estéril ante la muralla de los armeros ceñidos a su 4-4-2 al más puro estilo Marcelino con una referencia ofensiva muy solitaria. El Villarreal encontraba como única forma de crear peligro la entrada por banda de Mario Gaspar metiendo centros, el "1 para 1" de jugadores como Sansone y el balón parado (obsesión de Escribà desde su llegada para rentabilizarlo).

Cumplida la media hora, una ocasión clarísima de Mateo Musacchio a la salida de un córner que no acertó a rematar a puerta vacía por la intervención de Ramis, supuso un cambio de tendencia. El partido duro, violento, cerrado y defensivo se abrió, de forma que los dos equipos comenzaron a amenazar la meta del rival: Takashi Inui y Sergi Enrich en el Eibar, así como Sansone y Castillejo en el Villarreal llevaron el peso del ataque y las ofensivas. En este punto, ambos equipos comenzaron a evidenciar lo que sería la tónica habitual durante el resto del encuentro: los errores defensivos; con especial agudeza en los amarillos, al dispersar las líneas salieron a la luz defensas vulnerables y frágiles que eran violentadas por los delanteros sin problemas. Al filo del descanso, llegaría el gol del Villarreal fruto de una jugada en la que Sansone dejó atrás a toda la defensa y due derribado por Lejeune dentro del área.

Al contrario que suele ser habitual, este gol al borde del descanso no supuso un golpe anímico para los eibarreses a la vuelta de los vestuarios. El comienzo de la segunda parte tuvo la misma dinámica que el comienzo de la primera, en la que el Villarreal trataba de construir, pero de nuevo se encontraba con un Eibar que repelía todos sus intentos. Los amarillos intentaron imprimirle más ritmo al encuentro para cerrar el resultado, pero terminó por ser su perdición. El partido se volvió a romper y el Eibar tomó el mando y dejó al Villarreal con una segunda parte para olvidar donde hicieron evidente el mal día que pasaron en defensa.

El conjunto de Mandilibar atacaba práctico y directo, acumulando muchos hombres arriba y sin complicarse a la hora de construir ante una defensa amarilla que lo pasaba mal, muy mal, y que era una fábrica de errores: siempre mal posicionados, llegando tarde, replegando desordenados... en defeinitiva, poco vimos del que fue hasta ayer el equipo menos goleado de Europa. El Villarreal se encomendó a Sergio Asenjo, quien con siete paradas fue capaz de mantener el resultado durante un largo periodo de tiempo. Pero con una defensa tan blanda y con los armeros picando poco a poco en la retaguardia castellonense, la frágil muralla amarilla estalló y en cuestión de diez minutos, el Eibar remontó un encuentro para el olvido.