Lejos del Olimpo

En menos de 48 horas Londres estará sumido en pleno fervor olímpico. Durante más de un mes la capital británica será el centro del mundo del deporte. Un evento grandioso al que la excesiva seguridad y los problemas en el transporte pueden restar espectacularidad.

Lejos del Olimpo
La seguridad es extrema en Stratford.
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Por Jon Prada

Ya falta menos. Tras años de preparativos, de proyectos faraónicos y realidades menos grandiosas los Juegos Olímpicos son ya casi una realidad. En unas horas el Londres más vanguardista y lleno de contrastes, en el que se mezclan los trajes de la City y las tachuelas de Camden Town, estallará en una fiesta de color, deporte y pasión que envolverá a la capital financiera de Europa en tres semanas de intenso espectáculo deportivo. Unos Juegos que “serán buenos para el Reino Unido”, como han pregonado el primer ministro David Cameron, el presidente del comité organizador, Sebastian Coe, o David Beckham pero que están siendo un quebradero de cabeza para muchos de sus habitantes.

"La población de Londres aumentará en los Juegos en un millón de habitantes"

Y es que desde hace unos meses Londres está sufriendo una metamorfosis sin precedentes. Está lavando su cara y limando sus imperfecciones mientras poco a poco llegan los atletas, periodistas y aficionados de todo el mundo. En los próximos días la población de la ciudad británica, según estimaciones oficiales, aumentará en un millón convirtiendo el tráfico y el transporte público en una epopeya digna de los antiguos dioses griegos. Londres será durante más de un mes el paraíso del deporte aunque estará lejos del Olimpo para sus habitantes y visitantes.

Unos Juegos que serán espectaculares para los millones de espectadores que degusten desde sus hogares los 26 deportes, divididos en treinta disciplinas, que tendrán cabida en los 17 días de competición oficial, pero que no serán tan placenteros para los que se acerquen a disfrutarlos a la capital británica. El tráfico, la sobredosis de seguridad y las deficiencias en el transporte han convertido Londres en una ciudad desordenada. La lluvia que cubrió las calles británicas hace unas semanas ha apagado el fuego olímpico de los londinenses y ha hecho que vean, de manera “pasiva”, según el periodista Charlie Brooker, lo que sucede en el ‘Olympic Park’ a pesar de que ya haya salido el sol.

La mayoría de ellos ven inoportuno y lejano lo que sucede en Stratford y la prensa británica tampoco ha hecho que ese sentimiento varíe en los últimos meses. El prestigioso periodista Andrew Rawnsley escribía en The Guardian hace unos días que “el gobierno británico había gastado miles de millones en un evento con deportes sin gran transcendencia mediática, ridículamente sobrevalorado, tremendamente caro y terriblemente comercializado” calificándolo de “circo de los cinco anillos”. Una visión muy dura sobre un acontecimiento que, sin embargo, también generará oportunidades laborales, económicas y que ha cambiado por completo la vida de algunos barrios periféricos londinenses. Unos barrios lejanos e inseguros hace algunos años que ahora se han acercado al centro de la ciudad.

Cerrojo militar

La seguridad estará garantizada en Londres aunque será extrema. Un cerrojo militar que resulta asfixiante en la zona colindante a Stratford, donde los controles, las vallas y los interminables cacheos son parte del ecosistema de la zona.

La zona olímpica ha sido acordonada hasta la exageración, los aficionados no pueden acceder sin entrada a los alrededores y las personas que trabajan en los Juegos sufren interminables colas e inagotables controles. Esta hermeticidad se debe a que la empresa que debía ocuparse íntegramente de la seguridad, G4S, no cumplió lo prometido y únicamente aportó un tercio de los 10.400 agentes de seguridad previstos para los Juegos obligando al gobierno británico a militarizar Londres.

"G4S no llegó a proporcionar los agentes que debía y 18.000 soldados serán los que garanticen la seguridad"

Un portaviones escolta desde el Támesis a los 18.000 soldados que controlan cada rincón de la ciudad. A pesar de las disculpas oficiales de Nick Buckles, jefe de seguridad de G4S, delante de las cámaras de la BBC y del parlamento británico las pérdidas económicas (60 millones de euros) y de credibilidad (renunciando a organizar la seguridad del Mundial de Brasil y los Juegos de Rio de Janeiro) son enormes. A pesar de ello, la factura de la falta de previsión no la pagará el gobierno británico sino G4S.

Laberinto urbano

20 minutos separan en metro Stratford del centro de Londres. Un viaje cómodo en transporte urbano antes de que la antorcha olímpica llegará el fin de semana a la capital británica pero que ya empieza a ser pesado por las aglomeraciones que se producen en el mismo.

El transporte, tanto público como privado, es otro de los problemas con los que se están encontrando los visitantes y los habitantes que durante estas semanas intentan moverse por Londres. A través de la campaña ‘Get Ahead of The Games’ (Adelántate a los Juegos) las autoridades pretende evitar que las miles de personas que deambulan por las atestadas calles y carreteras de Londres caigan en atascos y aglomeraciones ofreciendo rutas alternativas y desvíos. Sin embargo, y a pesar de la colaboración de los ciudadanos, el caos está siendo inevitable.

"A pesar de la campaña Get Ahead of The Games el caos en el transporte es una realidad"

En este laberinto urbano de rutas atestadas, obras y coches el carril olímpico que se cuela por las calles de toda la ciudad es el medio idóneo para que la familia olímpica pasee y se mueva por Londres mientras el resto de conductores esperan interminables colas y atascos. Las autoridades han pedido a los londinenses que se abstengan de coger el coche por el centro de la ciudad hasta el 14 de agosto y han rogado que los que puedan trabajen desde sus casas. Aún así, el trafico es intensísimo en todas las arterias centrales lo que ha obligado a los responsables civiles a dejar circular a todo tipo de vehículos por los carriles olímpicos durante determinadas horas del día.

Si sobre el asfalto la velocidad es reducida bajo tierra no es muy superior. Coger la Circle Line (línea roja) o la Picadilly Line (línea azul oscuro) que unen las principales paradas del centro de Londres y los recintos olímpicos de Wembley, Hide Park, Earls Court, Horses Guard Parade y el estadio de Stratford es una odisea. Un torrente de gente recorre el laberinto de pasillos, túneles y paradas que forman el metro más antiguo del mundo. Además, varias huelgas en el transporte ferroviario amenazan a unas conexiones que ya se vieron gravemente afectadas tras la rotura de la carretera que une el aeropuerto de Heathrow con el centro de la ciudad a principios de julio.

La llama olímpica ya está en Londres. Durante más de un mes alumbrará el espíritu olímpico de cientos de deportistas y aficionados de todo el mundo pero no así el de muchos londinenses que verán cómo sus vidas se transforman durante largos días de espectáculo olímpico. Ni el director de la gala inaugural Danny Boyle se librará de los contratiempos ya que la ceremonia de inauguración ha sido acortada en media hora para que los aficionados puedan coger el metro de vuelta a casa. Nadie esquivará la odisea de tráfico intenso, aglomeraciones y control militar, digna de Homero, que ya envuelve a Londres y que aleja a sus habitantes y visitantes del Olimpo. Aunque, por lo menos, ya ha salido el sol.