Los miraba desde la parrilla de salida antes de cada carrera: "Puedes verlo en sus ojos. Si ellos piensan que pueden vencerte, sonríe, salúdalos, con la cabeza, y lánzales un guiño. Siempre funciona. Luego sales y les demuestras qué querías decir". Mike Hailwood y su instinto campeón.

Así era Mike the Bike. Ganador. 76 victorias, 112 podios y nueve títulos mundiales, además de catorce victorias en el Tourist Trophy en la  Isla de Man. Osadía, pues en el TT, el circuito de ruta más peligroso del mundo, ganó tres de las cuatro categorías. Inigualable. Es la hazaña a la que siempre estaba llamado, con la que conquistaba todo y a todos.

En Argentina, 1963, volvió a traer la épica a carrera. Era la primera vez que corría allí con la MV Agusta de fábrica y, como siempre hacía con ella, volvió a dominar el asfalto tomando la prueba de principio a fin. No tuvo rival en el trazado argentino, ese día se vio una simbiosis moto y piloto que sacaría las vergüenzas al resto. Vergüenza ya no sólo por no tener rival, sino por doblar a todos los pilotos una y otra vez como si la Agusta tuviera alas.

Foto: mikethebike.com
Foto: mikethebike.com

El vuelo fue tan alto que llegó a sacarle hasta seis vueltas de ventaja al sexto clasificado. Casi nada. Pero era a lo que tenía acostumbrado Hailwood, esas manos embalsamadas que siempre buscaba la maravilla, cayendo ante ella todo aquel que la veía. Con la moto que ganó en Argentina también ganaría el campeonato, título que siguió en sus manos hasta 1966, que entraría uno de sus máximos rivales que sería también compañero de equipo, Giacomo Agostini. Hasta ahí dejó un rastró de cinco campeonatos en 500cc (entre 1962 y 1965).

Son un ejemplo de la capacidad de adaptación de un piloto mítico, ajustándose a cualquier tipo de conducción. Llevaba el motociclismo en vena, le venía de familia pues su padre también corría, y nunca desaprovechó la oportunidad de medirse en pista. El rastro que dejó desembocó en una serie de hazañas inigualables.

La carrera de Argentina fue solo una muestra de su talento. De haber sido más regular sus números serían hoy aún más espectaculares, no hay duda de ello. Viéndolo en acción en cualquier circuito las cifras quedan en un segundo plano, todo lo que se puede decir de él está ahí. Mike Hailwood es sinónimo de leyenda, y en este gran premio, como en otros muchos, se le recuerda