El 2 de mayo de 1967 George Armstrong levantaba la Stanley Cup por cuarta vez en seis años para los Toronto Maple Leafs. Después de un ciclo tan exitoso, seguro que ninguno de los presentes en ese histórico momento imaginaba una sequía que se extendería durante la segunda mitad del siglo de vida que la NHL ha cumplido en este año.

Una situación que escuece y mucho en una ciudad como Toronto que vive por y para el hockey sobre hielo, y que ha visto hasta ahora como ningún proyecto ya fuera a corto o largo plazo ha servido para devolver la gloria del pasado.

Auston Matthews muestra el camino

Pero la llegada de Auston Matthews en el draft de 2016 parece haberle dado la vuelta a la situación y le ha insuflado al proyecto de Brendan Shanahan (presidente), Lou Lamoriello (manager general) y Mike Babcock (entrenador) el empuje para que esa reconstrucción a futuro de un equipo candidato a la Stanley Cup, esté más próxima de lo que se podía pensar en octubre de 2016 con el inicio de la pasada temporada.

La espectacular irrupción de Matthews en la liga, junto a los otros jóvenes lobos del equipo Mitch Marner y William Nylander, ha hecho que los objetivos iniciales de evitar últimos puestos y hacer un juego agradable para el público se quedaran cortos desde el mismo inicio de la liga. Los Leafs consiguieron desde la primera semana de competición en convertirse en uno de los equipos preferidos de ver por los aficionados, y aunque hubo algún que otro altibajo lógico a lo largo de una larga temporada regular, llegar a playoffs no se convirtió solo en un objetivo si no en una realidad.

Series eliminatorias, que terminaron en primera ronda pero plantando cara hasta el séptimo partido frente al equipo con mejor registro de la liga regular y uno de los favoritos al triunfo final, los Washington Capitals. Tras el primer sentimiento de tristeza, en los dirigentes del equipo de Toronto nació el de satisfacción al ver que la vuelta al carácter ganador puede que no esté a dos o tres años de distancia, si no ya a la vista de la próxima temporada.

Lucha contra el tiempo y el límite salarial

La oportunidad es excepcional para Toronto:  Matthews, Marner y Nylander están todavía bajo el régimen de sus contratos de entrada en la NHL, por debajo del millón de dólares. Una cuantía muy lejana de la que será cuándo se conviertan en agentes libres, Nylander ya el año que viene y los otros dos en 2019, y que probablemente hará inviable la continuidad de los tres en el equipo, ya que  Matthews obtendrá un súper contrato a la altura del recién firmado por Connor McDavid.

Así que antes de que llegue ese momento, Lamoriello tira de la aún disponible chequera para renovar a Nikita Zaitsev, y traer veteranos como Ron Hainsey, este año campeón con Pittsburgh, y Patrick Marleau, para dar el toque de veteranía que permite ganar partidos cuándo se ponen en el filo de la navaja, esenciales en playoffs.

Y sin olvidar que con Frederik Andersen da la seguridad en portería que hace tiempo no encontraban. Con el desmantelamiento de los Penguins y Capitals o la difícil reconstrucción de Chicago, abre un periodo de oportunidad por el que los canadienses van a apostar a tope. En Toronto la presión de la afición es enorme, pero la presión de una afición que espera ganar, lo es aún más. El año que viene mostrará si los movimientos de este verano, todavía sin concluir, darán el fruto deseado.