Para comprender los motivos de semejante cambio es importante conocer su historia. Tyler Farrar nació en Wenatchee, una pequeña localidad del condado de Celan, Estados Unidos. Desde muy pequeño mostró su pasión por el ciclismo. Estaba cautivado por la magia y la historia de las clásicas belgas.

Era un enamorado de las clásicas belgas

Farrar empezó su trayectoria profesional como pistard. En el año 2003 fichó por el Jelly Belly americano. Tras una temporada pasó al UnitedHealthcare, también americano, con el que empezó a disputar carreras en Europa. En 2005 consiguió dos victorias en el viejo continente, una etapa en la Ronde de l'Isard d'Ariège y otra en el Tour del Porvenir.

Con 22 años el jovencísimo velocista americano cumplió su sueño de correr en un equipo europeo. En 2006 fichó por el Cofidis. Pasó dos temporadas en el equipo francés, y aunque solo consiguió un triunfo, la experiencia le sirvió para ir descubriendo las clásicas belgas, aquellas carreras en las que anhelaba triunfar.

Su talento no pasó desapercibido para Jonathan Vaughters, quien se lo llevó al Garmin – Chipotle. Vaughters veía en él a un potencial dominador de la llegadas masivas. Farrar, pese a que siguió participando en grandes clásicas, se centró en potenciar su velocidad. 

2009, el año de su explosión

Farrar consiguió 11 victorias en la temporada 2009, y fue uno de los pocos ciclistas capaces de plantarle cara en el Tour a un Cavendish que se mostró inabordable consiguiendo 6 triunfos parciales.

Tyler no pudo ganar ninguna etapa en la ronda francesa pero se consolidó como una de las posibles alternativas a la tiranía del británico. Redondeó su año ganando la clásica de Hamburgo y una etapa en la Vuelta a España.

Pese a que todo el mundo pensaba en él como un hombre rápido, Farrar seguía centrando sus esfuerzos en tratar de brillar en las clásicas del norte. Su temporada 2010 fue la confirmación de que no andaba desencaminado. Fue 3º en la Omloop Het Nieuwsblad, 9º en la Gent - Wevelgem, 5º en Flandes por detrás de auténticas bestias como Cancellara, Boonen y Gilbert, y le ganó la Scheldeprijs a Mcewen.

Y todo ello sin dejar de lado su faceta de sprinter. Ese año consiguió dos triunfos de etapa tanto en el Giro como en la Vuelta, además de revalidar su triunfo en la Clásica de Hamburgo. Todo parecía sonreírle al americano. Era uno de los velocistas más importantes del momento, y empezaba a ser considerado como un "outsider" en los adoquines.

En esa época vivía en la ciudad belga de Gante, su amor por las clásicas le había impulsado a cambiar su residencia. Era muy habitual verle pedaleando por las carreteras belgas junto a su gran amigo Wouter Weylandt.

2011: un antes y un después

En la temporada 2011 centró todos sus esfuerzos en mejorar su resistencia sobre los adoquines. Dejó de lado los entrenamientos específicos de velocidad. Mientras que los hombres rápidos peleaban por las victorias en las carreras del inicio de temporada, él pedaleaba durante largas sesiones por los adoquines belgas con la vista puesta en Flandes y Roubaix. Una apuesta muy arriesgada que no le salió como había pensado.

Aunque fue 3º en la Gent - Wevelgem, en Flandes se quedó lejos de los mejores, fue 13º, mientras que en Roubaix estuvo desaparecido.

Pero el golpe más duro aún estaba por llegar. Su gran amigo, su compañero de entrenamientos, Wouter Weylandt fallecía en la tercera etapa del Giro de Italia tras un brutal accidente en el descenso del Passo del Bocco.

Farrar acusó muchísimo la pérdida de un amigo al que consideraba su "hermano". Volvió a competir poco después, pero ya no era el mismo ciclista. Esa misma temporada disputó el Tour y consiguió su primera victoria de etapa en la ronda francesa, completando el círculo de conseguir victoria en las tres grandes. Una victoria que tuvo una dedicatoria muy especial: "Esta victoria es para Wouter Weylandt, una pérdida terrible. He pasado una época muy mala desde su desaparición. Quería ganar una etapa en el Tour para rendirle un homenaje y lo he conseguido".

Desde ese momento su estrella se fue apagando poco a poco. En las dos siguientes temporadas continuó consiguiendo buenos puestos en los sprints, y ganó algunas etapas en carreras del circuito americano, pero no volvió a brillar en las clásicas, ni consiguió más triunfos de prestigio. El año pasado estuvo a punto de quedarse sin equipo, pero Jonathan Vaughters le dio una segunda oportunidad.

2014: ¿vuelve Farrar?

En este inico de de temporada se han vistos síntomas de mejoría, especialmente en las clásicas: 2º en Dwars door Vlaanderen y Scheldeprijs, y 8º en la E3 Harelbeke. El primer paso está dado.

Tyler Farrar tiene cualidades para volver a ser el que era, todo depende de él. Debe de intentar recuperar la ilusión y volver a ser aquel chaval americano que desde un pequeño pueblo de Estados Unidos soñaba con escribir su nombre en la historia del ciclismo.