El mes de julio de 1975 se presentaba en Francia con un aroma especial. Un aroma especial porque se iba a disputar la carrera más grande, el Tour, y porque en la línea de salida se iba a encontrar el corredor más grande de la historia, Eddy Merckx, quien iba a buscar en esa edición su sexto triunfo final, lo que le hubiera situado en solitario en el Olimpo de la ronda gala, puesto que en aquel momento se encontraba igualado a entorchados con Jacques Anquetil. Y eso era algo a lo que no estaban dispuestos el resto de corredores, especialmente los franceses.

Aquella edición iba a comenzar en la ciudad belga de Charleroi, y a ella iba a llegar Merckx como vigente campeón del mundo, además de haberse hecho a lo largo de la temporada con los triunfos de Lieja, Milán-San Remo, Amstel y la Vuelta a Flandes. Además, también había pisado el segundo puesto del podium en París-Niza, en la París-Roubaix y en la Vuelta a Suiza. Parecía que la Grande Boucle tendría dueño, el mismo que en cinco de las últimas seis ediciones.

En el prólogo no conseguiría hacerse con el maillot amarillo, pero marcaría el segundo tiempo del día, por detrás del debutante Francesco Moser. El italiano no pudo debutar de mejor manera, ya que consiguió la etapa y un liderato que conservó hasta la corta contrarreloj de la sexta jornada. En ella Merckx se haría con el triunfo y con la prenda amarilla de líder. Tres días más tarde, en una nueva crono en el segundo sector de la etapa 9, el belga refrendaría su liderato. Sólo Thevenet parecía aguantarle el pulso aquel día, pero ya se encontraba en la general a más de dos minutos. El Caníbal parecía lanzado a por su sexto Tour.

A pesar de ello, la carrera era muy larga y todavía quedaban por disputarse las etapas de alta montaña. En la segunda etapa pirenaica, la que acababa en St. Lary-Soulan, Thevenet atacaba y conseguía recortarle tiempo al líder. La ventaja al final del día seguía siendo amplia, de un minuto y medio, pero lo importante del día son las sensaciones que mostró Thevenet, en gran forma y dispuesto a plantar batalla en las etapas alpinas.

Por delante aún iban a quedar cuatro grandes etapas de montaña en las que Francia iba a asistir expectante a la batalla que se iba a presentar entre su héroe local, Bernard Thevenet, y el tirano pentacampeón de la carrera, Eddy Merckx.

Puy de Dôme. El puñetazo a Merckx

El viernes 11 de julio iba a tener lugar la disputa de la 14ª etapa entre Aurillac y el volcán que domina majestuosamente las cercanías de Clermont-Ferrandel, el Puy de Dôme, una cima en donde por diversas circunstancias el campeón belga jamás pudo alzar los brazos. En ella iba a tener lugar la primera de las cuatro batallas que nos iban regalar los dos primeros clasificados de la general y grandes favoritos al triunfo final.

Aquella etapa no tuvo ninguna trascendencia hasta el último puerto de la jornada, salvo por una pequeña fuga que había sido permitida por el pelotón. Una vez que la carrera llegó al Puy de Dôme, el líder Merckx parecía tenerlo todo bajo control hasta que faltaban menos de cinco kilómetros para el final de la etapa. En ese momento comandaba la carrera en un pequeño grupo, acompañado de su compatriota Van Impe, del francés Thevenet y el holandés Zoetemelk. Sería precisamente en ese punto cuando Thevenet lanzó un potente demarraje, que sólo pudo ser respondido por Van Impe. Por detrás, el líder no se preocupaba y prefería mantener su propio ritmo en la ascensión, con el dueto cabecero a apenas cincuenta metros de distancia.

Todo estaba bajo control, o eso parecía. Van Impe iba a superar a Thevenet antes de pasar por la pancarta del último kilómetro y se iba a hacer con la victoria de etapa. El corredor galo había flaqueado y Merckx se estaba preparando para realizar uno de sus habituales finales lleno de fuerza y conseguir reducir la distancia que les separaba. Pero en los últimos metros, antes de alcanzar la línea de meta, el líder de la carrera recibe un puñetazo en el costado derecho que le deja sin aire. Un espectador de entre la multitud que abarrotaba las rampas del puerto había golpeado a Eddy Merckx.

Thevenet cedería en meta 15 segundos, pero conseguiría aventajar en otros 34 a un Merckx que llegaba a meta totalemente exhausto. El belga se mostró en meta muy enfadado, al tiempo que conmocionado y asustado por la agresión. El vigente campeón del mundo, junto a la policía, vuelve sobre sus pasos y consigue identificar a su agresor, el cual es inmediatamente detenido.

Una vez que el belga se encontraba en el vestuario se mostraba muy dolorido por el golpe recibido, en el hígado, además de vomitar varias veces. En el equipo cundía el pánico y trataron por ello de contactar con el médico personal de su corredor. El médico llegó para examinar a su pupilo antes de finalizar la jornada, a pesar de encontarse en su día libre. Su diagnóstico fue que el golpe había sensibilizado la zona hepática, pero que no era nada grave. Le recetó un aunticoagulante sanguíneo para facilitar la renovación de la sangre e impedir dolorosos hematomas, además de prescribirle Glifanan, un calmante para el dolor.

Merckx se despide del amarillo

El sábado 12 era día de descanso en la carrera, un día que Merckx lo pasó con grandes dificultades, debido a que la zona del golpe se encontraba contracturada y apenas había podido dormir y descansar. A sus males se suma que él era un obseso del descanso desde su accidente en el velódromo seis años atrás. No pudo encontrar esa noche una postura en la cama que le consiguiera evitar el dolor.

Merckx apenas puede dormir y descansar en la jornada de descanso posterior al día que recibió el puñetazo

En esa situación se llegó a la etapa reina de la carrera, la etapa alpina en la que se afrontaban las ascensiones de St.Martin, Couillole, Champs, Allos y el final en Para-Loup, a través de 217 kilómetros y más de cinco mil metros de desnivel. Los dos grandes favoritos al triunfo final se iban a mostrar muy inquietos al comenzar la jornada. Thevenet porque sabía que se encontraba ante la oportunidad de su vida. 58 segundos le separaban de esa oportunidad. Merckx por su parte se mostraba nervioso porque era sabedor que la etapa era larga y dura y no había podido alimentarse bien por los problemas digestivos que arrastraba derivados del puñetazo en el hígado.

Molteni, el equipo del líder, marchaba desde el inicio tratando de controlar todos los movimientos, sabedores de que Merckx no se encontraba en plenas facultades. En el Col de Champs la inquietud de Thevenet ya era más que patente y realizó hasta seis demarrajes, buscando distanciarse del maillot jaune. Pero el líder se encuontraba muy bien flanqueado por Janssen y De Schoenmaecker y conseguían abortar sus ataques.

La intensidad con la que los favoritos habían afrontado el Col de Champs haría que al penúltimo puerto de la jornada, el Col d´Allos, llegasen tan sólo cinco corredores, los cinco primeros de la general. Por orden Merckx, Thevenet, Zoetemelk, Van Impe y Gimondi.

Foto: redkiteprayer.com

Hasta ese momento Merckx había podido controlar sin problemas el dolor de la zona golpeada, y antes de afrontar esa subida incluso se tomó una pastilla contra el dolor. Tan bien marchaba el belga que en el kilómetro final de la ascensión observó como Thevenet se mostraba sofocado y pasó a la acción. Lanzó un ataque con el que se marchó en solitario buscando sentenciar la general. En el descenso se lanzó salvajemente, alcanzando en algún punto de la bajada más de 100 km/h, mientras que el francés se mostraba mucho más prudente en un descenso peligroso y muy técnico. Tal era la locura del descenso que el coche del Bianchi, conducido por Giancarlo Ferreti, se salió de la carretera y rodó 150 metros por la ladera antes de estrellarse contra un árbol. Por fortuna no hubo que lamentar nada grave en aquel descenso. A la base del Para-Loup, Eddy Merckx llegaba con unos dos minutos de ventaja con respecto al cuarteto perseguidor y el sueño de hacerse con el sexto Tour parecía que se iba a hacer realidad.

Pero a veces los sueños se tornan en pesadillas, y en la base de ese último puerto la de Merckx acababa de empezar. El belga pierde el golpe de pedal y da la sensación de encontrarse muy mal; se ha quedado sin fuerzas, sin que sus piernas puedan mantener un buen ritmo. A esos síntomas además habría que sumarle que el estómago le estaba ardiendo, como reconocería en la línea de meta.

Por detrás fue rápidamente alcanzado y rebasado por el italiano Gimondi. Tampoco tardaría mucho tiempo en hacer su aparición Thevenet, quien no sabía que hacer en esa situación y decidió ponerse a rueda del belga. El director del corredor francés, Maurice de Muer, atónito comenzó a gritar a su pupilo para que pasara a la ofensiva, indicándole que el belga iba muerto. Thevenet realizaba un cambio de ritmo y dejaba atrás al maillot amarillo, marchándose en la búsqueda de su primer Tour. En el camino también alcanzaría a Gimondi y se haría con la etapa y con la preciada prenda amarilla que en esos momentos portaba un corredor que se estaba arrastrando por las rampas del puerto. En la meta Merckx cedería casi dos minutos, pero no iba a buscar excusas: "Es igual el tiempo perdido, lo he intentado todo y he perdido todo. Se acabó. No ganaré este Tour", admitió. En el hotel la visión que iba a reflejar su costado iba a ser dantesca, con un moratón enorme que casi le llegaba al pecho.

"Es igual el tiempo perdido, lo he intentado todo y he perdido todo. Se acabó. No ganaré este Tour"

Un campeón nunca se rinde

Un campeón jamás puede rendirse. Es la máxima que iba a llevar a cabo el vigente Campeón del Mundo en lo que restaba de carrera, empezando por la 16ª etapa. Era una jornada que iba a afrontar las dificultades montañosas de Vars y el coloso Izoard. Sería en el descenso de Vars cuando se lanzaría el belga a tumba abierta en otro ataque que desarbolaría a Bernard Thevenet en aquel momento. El belga seguiría escapado con un grupo de corredores de los que no iba a recibir un relevo. A pesar de todo, iba a conseguir llegar a Guillestre con cerca de un minuto de ventaja sobre Thevenet. Sería en la transición hasta el pie del Izoard cuando sería alcanzado por el buen hacer del conjunto Peugeot.

En el coloso alpino Bernard Thevenet se mostró intratable y siguiendo el consejo de un espectador de lujo aquel día, Louison Bobet, de que un campeón entra siempre solo en la Casse Deserté, hizo lo propio. Su ventaja al final del día se iba a ir hasta los tres minutos y veinte segundos en la general con respecto al segundo clasificado, Eddy Merckx. El Tour era francés.

A pesar de la desventaja y de sus propios problemas físicos, Merckx seguía sin rendirse. Antes de comenzar la 17ª etapa, se engancha con el danés Ole Ritter y se da un buen golpe en la cara. Los médicos le recomiendan abandonar la carrera, pero él no puede hacer eso. Tiene que honrar al futuro campeón.

Pocos minutos más tarde, en el descenso del primer puerto de la jornada, La Madeleine, lanzó un nuevo ataque. Thevenet volvía a verse por detrás del belga, pero contaba en su lucha con la colaboración de Bourreau, Zoetemelk y Moser, con lo que conseguían neutralizarlo. En el Colombière volvería a atacar de nuevo y llegaría a alcanzar cerca de dos minutos de ventaja sobre el líder de la carrera, quien gracias a la ayuda de varios de sus compañeros nuevamente conseguiría neutralizar esa desventaja. En la meta llegarían ambos corredores junto con Zoetemelk, a casi cuatro minutos del ganador del día, el español Vicente López-Carril.

Una vez concluida la etapa, a Merckx le sería diagnosticada una fractura en la mandíbula, con lo que el mundo del ciclismo no conseguía salir de su asombro ante la exihibición realizada en la etapa por el Caníbal. Desde ese momento y hasta el final de la ronda gala vivió un calvario tremendo, siendo insistido constantemente por los médicos en abandonar la carrera, ya que desde entonces y hasta varias semanas más tarde sólo pudo tomar alimento líquido. La respuesta de Merckx era la misma en todo momento: "No puedo retirarme, eso restaría méritos a la victoria de Thevenet".

"No puedo retirarme, eso restaría méritos a la victoria de Thevenet"

Foto: velonews.competitor.com

Cuatro días más tarde, Merckx iba a asistir como espectador de lujo a la ceremonia de coronación del francés Bernard Thevenet en los Campos Elíseos. El belga no iba a conseguir, ni aquel año ni más adelante, su sexto Tour, lo que le habría elevado a lo más alto del Olimpo del Tour. No se hizo con el trifunfo, pero había realizado una de sus mayores demostraciones como corredor en aquella edición, lo cual es mucho decir en el Caníbal.

Pero, ¿habría consegido Merckx la victoria final si no hubiera recibido ese puñetazo?

Es una pregunta que nadie podrá responder nunca. Lo que es seguro es que Merckx llegó a Francia aquel año siendo bastante odiado por el público francés, cansado de verle ganar, y se marchó del Tour sin haber conseguido el triunfo, pero habiendo conseguido entrar en el corazón de todos los franceses. Llegó al corazón del público galo después de todo lo que demostró en la carrera y de que, a pesar de las recomendaciones médicas, optó por no retirarse, para así dar más prestigio al ganador de aquel año. Merckx cayó derrotado en aquella edición, pero lo hizo con una actuación digna de un auténtico campeón. Digna de Edouard Louis Joseph, Baron Merckx, más conocido como Eddy Merckx.

Clasificación final Tour de Francia 1975

1- Bernard Thevenet (Peugeot) 114h. 35' 21'´

2- Eddy Merckx (Molteni) a 2' 47'´

3- Lucien Van Impe (Gitane-Campagnolo) a 5' 01'´

4- Joop Zoetemelk (Gan-Mercier) a 6' 42'´

5- Vicente López-Carril (Kas Kaskol) a 19' 29'´

6- Felice Gimondi (Bianchi Campagnolo) a 23' 05'´

7- Francesco Moser (Filotex) a 24' 13'´

8- Josef Fuchs (Filotex) a 25' 51'´

9- Edward Janssens (Molteni) a 32' 01'´

10- Pedro Torres (Super Ser) a 35' 36'´

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Sobre el autor
David Rodríguez
Soy un simple aficionado de casi todos los deportes y amante especialmente del ciclismo, del que me gusta ver y recordar etapas clásicas de las que ya no tienen lugar a día de hoy