La delegación alemana ha cosechado en la jornada matinal de sábado su tercer oro, esta vez a cargo de Jonas Bokeloh, que logró enfundarse el maillot arcoíris en el fondo júnior, superando al ruso Alexandr Kulikovskiy y el holandés Peter Lenderink. De esta manera, los germanos han copado los oros en esta categoría, tras la victoria de Kamna en contrarreloj y se aúpan al primer puesto del medallero. Los españoles plantaron cara pero les faltaron fuerzas al final. Prueba de ello es la clasificación, en la que el mejor de los pupilos de Momparler fue Miguel Ángel Ballesteros con un 54º puesto.

Desde el pistoletazo de salida se pudo apreciar cómo iba a ser la carrera. Holanda se puso en cabeza de pelotón para dar el primer acelerón antes de llegar a la primera curva, con lo que trataron de imponer su ley en el tramo inicial de la prueba. Esto impidió la formación de una fuga sólida y tan solo lograron el objetivo de quedarse solos en cabeza dos hombres, Ilichev (Rusia) y Cornelisse (Holanda), cuyas aventuras en solitario fueron muy efímeras.

Los españoles se mostraron muy activos, asomando la cabeza en la parte delantera pese al duro ritmo impuesto por las selecciones más potentes. Se veía al combinado nacional con ganas de dejarse ver, de ser protagonista, pero formar una escapada era misión imposible. Los intentos eran numerosísimos, pero nadie lograba abrir un hueco importante. El ritmo, la tensión y la fatiga eran los máximos protagonistas de una carrera vibrante y entretenida, que recuperó la esencia de las pruebas mundialistas que hasta ahora no se había visto por las calles de Ponferrada.

Férreo control de las grandes selecciones

Estados Unidos, Kazajistán, Dinamarca, Holanda, Italia... eran los comandantes de un paquete en el que la fatiga iba haciendo mella. Se salió rápido de inicio y no hubo ni un momento de respiro. En la tercera vuelta ya se vio sufrir a una de las bazas españolas, Jaume Sureda, que se vio superado por la marcha de la prueba y acabaría abandonando. La fuga más importante la conformaron dos hombres, el americano Costa y el kazajo Shtein. La persecución corrió a cargo de Italia y de Australia, que por primera vez hacía acto de presencia al frente del grupo principal.

Shtein se descolgó en el grupo cabecero, pero el holandés Maas y el italiano Albanese alcanzaron a Costa para conformar un terceto con poco margen sobre el pelotón. El látigo era constante en la parte trasera del paquete y con escarceos en el descenso final en busca de una escapada que jamás fructificó, ya que fue neutralizada antes del inicio de la sexta vuelta.

En el sexto giro se sucedieron las intentonas de fuga. La primera de ellas fue del alemán Koch, pero pronto formaron un buen dueto Verza (Italia) y Danes (Francia). Koch fue neutralizado, pero el finés Halme conectó con la cabeza de carrera. Mientras, en el pelotón el nerviosismo reinaba y se sucedían las caídas, en las que el más perjudicado fue el japonés Nakamura, al que se veía muy dolorido en el suelo. A cabeza de carrera llegaron tres hombres más, Paredes (Colombia), Ulloa (México) y Haller (Alemania) para conformar un sexteto peligroso.

Locura para acabar

Al inicio de la séptima y última vuelta este grupo llevaba unos 14 segundos de ventaja sobre el pelotón. En El Castillo, Diego Pablo Sevilla forzó un acelerón que estiró el pelotón mientras por delante el colombiano Paredes trataba de marcharse en solitario, obligando a Halme y Ulloa a descolgarse. El intento del español no sirvió de mucho, solo para desgastarse y no poder mantenerse en el pelotón cuando franceses e italianos trataron de dinamitar definitivamente la carrera.

Esta situación la aprovechó el ruso Vlasov para irse en solitario, al que siguió Albanese (Italia) y más tarde Tassymov (Kazajistán). El italiano era el más activo de la cabeza de carrera y trató de abrir hueco en el descenso de Conferencia, pero la mala suerte hizo acto de presencia y se cayó en la curva de entrada al pantano, que tantas y tantas caídas ha provocado. Tras este percance, un acelerón australiano e italiano acabó por neutralizar al grupo antes de Mirador.

Entonces los rusos volvieron a aparecer con un demarraje de Kulikovskiy, al que siguieron el italiano Fortunato y los suecos Erikson y Anderberg. Más tarde se unirían a este grupo Koch y el suizo Caminada que se lanzó en tumba abierta en el último descenso. El helvético logró unos metros de ventaja, el ruso le seguía y el pelotón ya engullía al resto de escapados. Caminada cabalgaba a gran ritmo, pero Kulikovskiy le comía terreno, al igual que el gran grupo. Finalmente, el pelotón neutralizó a estos dos rebeldes y los alemanes lanzaron el sprint para un imponente Bokeloh que ganó con mucha autoridad.

Clasificaciones

El vídeo del triunfo de Bokeloh