El espectáculo continúa. La época de clásicas adoquinadas apura sus últimos días. Con la París-Roubaix y el fin de fiesta en Flecha Bravanzona todo llegará a su fin pero antes, la Scheldeprijs adereza la primavera con un atenuante: la velocidad. Y es que al igual que sucede con Kurne-Bruselas-Kurne, la Scheldeprijs es una de esas carreras adoquinadas que suelen decidirse en una llegada masiva.

No hay más que echar un vistazo al palmarés de la prueba en los últimos años. Nombres como los de Mario Cipollini, Mark Cavendish, Alessandro Petacchi, Tyler Farrar o Marcel Kittel aparecen en las vitrinas de la casi centenaria carrera flamenca. Eso sí, también los grandes clasicómanos han logrado llevarse la carrera. Lo hicieron Tom Boonen y Rick Van Looy en dos ocasiones mientras que otros como Eddy Merckx o Roger De Vlaeminck consiguieron un solo triunfo.

Recorrido

Una carrera cuyo recorrido no suele variar en demasía. La transición de los muros de Flandes hacia los tramos llanos de adoquín en Roubaix tiene su punto intermedio en Scheldeprijs. El perfil es totalmente llano pues es una carrera que evita por completo las Árdenas flamencas, características de la práctica totalidad de las carreras que se corren en Flandes. Un inicio en línea de 144 kilómetros a través de ciudades de la provincia de Amberes como Vorselaar, Vlimeren o Meer. A falta de 49 kilómetros se pasa por meta por primera vez y Schoten se convierte en el centro neurálgico de la carrera. Un circuito de unos 17 kilómetros al que se da tres vueltas antes de llegar a la meta definitiva, en la mencionada Schoten.

La dificultad de esta carrera reside en los tramos de pavé. A falta de 68 kilómetros se pasará por el primer tramo de un kilómetro de adoquín. Posteriormente, en Wijnegem, a 60 kilómetros de meta, se pasará por el Broeckstraat, de 1,7 kilómetros de adoquín. Este tramo de Broeckstraat será decisivo en el circuito final ya que se pasará tres veces por el adoquín de Wijnegem antes de decidirse todo en la línea de meta.

Favoritos

Sin muros y con solo cinco tramos de adoquín, la carrera se presenta perfecta para los grandes velocistas. Eso sí, hay que estar fuerte para superar las piedras con solvencia. No es Roubaix con sus numerosos y duros tramos adoquinados pero hay dificultad y cualquier despiste te deja fuera de la pelea. Entre los candidatos, con la ausencia de Marcel Kittel, vigente vencedor, además de Mark Cavendish, todas las miradas apuntan hacia Alexander Kristoff (Katusha Team). El noruego está de dulce, viene de triunfar en De Ronde y quiere seguir ganando en su camino hacia Roubaix, su próximo objetivo. Es el hombre de moda, no solo al sprint sino que se está convirtiendo en un clasicómano top. En frente tendrá otros ciclistas como Peter Sagan (Tinkoff-Saxo) o André Greipel (Lotto-Soudal). En un nivel inferior aparecen velocistas como Andrea Guardini (Astana Team), Moreno Hofland (LottoNL-Jumbo), Elia Viviani (Team Sky), Matti Breschel (Tinkoff-Saxo), Oscar Gatto y Francesco Chicchi (Androni.Giocattoli), Mark Renshaw (Etixx-Quick Step), Sam Benent (Bora-Argon 18), Nikias Ardnt (Giant-Alpecin), Yauhenni Hutarovich (Bretagne Seche Environnement) además del potente MTN-Qhubeka con Tyler Farrar, ganador de la carrera en 2010, y Theo Bos.

A pesar de que la llegada masiva es la resolución idónea y más repetida en esta carrera, tampoco podemos olvidarnos de los ciclistas que llegan en un punto de forma óptimo tras superar Flandes y tener Roubaix en la mirilla. Niki Terpstra (Etixx-Quick Step), Lars Boom (Astana Team), Sep Vanmarcke (LottoNL-Jumbo), Stijn Devolder (Trek Factory Racing), Edward Theuns (Topsport-Vlaanderen Baloise) que podrían añadir emoción a una carrera sin tanto dureza como las que estamos acostumbrados a ver en esta época.