La 113ª edición de la París-Roubaix finalizó con la fenomenal victoria de John Degenkolb, que logra la primera piedra de su vitrina. Las ausencias de los dos grandes dominadores de la prueba en los últimos años, Tom Boonen y Fabian Cancellara, condicionaron una carrera marcada también por el adiós al máximo nivel ciclista de Bradley Wiggins. Estas son las conclusiones de París-Roubaix 2015 de VAVEL.com.

La primavera soñada de Degenkolb

John Degenkolb está viviendo un inicio de temporada sensacional. Tres semanas después de su fenomenal victoria en Milán-San Remo, que inauguraba su palmarés de monumentos, el alemán logró su primera París-Roubaix. Esta vez se encargó de llevar la iniciativa en el tramo final, siendo el hombre al que sus acompañantes de fuga, Greg Van Avermaet (BMC) e Yves Lampaert (Etixx) dejaron la tostada.

Potencia, sangre fría y decisión. Esos son los tres ingredientes de la receta que utilizo el teutón para vencer a la piedras del norte de Francia. Tras el segundo puesto del año pasado, en esta edición se resarció partiendo desde la línea de outsiders pero demostrando ser un campeón más que digno de esta mítica prueba.

Enésimo "casi" de Greg Van Avermaet

La temporada de clásicas de pavés de Greg Van Avermaet es de notable alto. El belga se ha quedado muy cerca del notable, pero le ha faltado rematar la faena. Lo que no se le puede negar al ciclista de Lokeren es desparpajo, valentía e ímpetu. Van Avermaet lo intentó, tanto en Flandes como en Roubaix, por activa y por pasiva.

De hecho, en el Infierno del Norte formó la escapada buena junto a Yves Lampaert. Todo iba bien, ya que, a priori, era más rápido que su compatriota y unos buenos relevos les estaban permitiendo hacer hueco. Pero Degenkolb se quiso apuntar a su fiesta, llegó y todo cambió: el máximo favorito, como acabaría demostrando, sería el teutón. Finalmente se conformó con un tercer puesto que cierra una gran primavera del belga.

Superioridad numérica mal aprovechada

Etixx-QuickStep demostró, por enésima vez, ser el equipo a seguir sobre los adoquines. El conjunto belga siempre controló la carrera y, cuando quiso, rompió la prueba. La primera gran selección la realizaron los pupilos de Patrick Lefevere... y lograron meter a seis de sus hombres en dicho corte. Y a partir de ahí, lanzaron balas para desgastar al rival.

Primero fue Stijn Vandenbergh, más tarde Yves Lampaert. El señuelo estaba lanzado para que uno de sus dos líderes, Niki Terpstra o Zdenek Stybar, dieran la estocada final. El elegido, o el que tenía mejores sensaciones, era el checo. Pero no supieron aprovechar bien esa superioridad numérica en cabeza, con dos hombres entre los siete fugados. Stybar acabó segundo, por detrás del imbatible Degenkolb, el mejor puesto del checo en todas sus Paris-Roubaix.

Sagan sigue sin rendir en un monumento

Una vez más, Peter Sagan (Tinkoff) volvió a quedarse en un favorito a la victoria sin éxito. El eslovaco partió una vez más en la lista de máximos candidatos para hacerse con un monumento y, una vez más, volvió a no cumplir con lo esperado. El hombre de Tinkoff lo intentó, pero no demostró tener la suerte ni la fuerza necesaria para ganar.

Un pinchazo a falta de 4 kilómetros para meta dinamitó sus escasas esperanzas de alzar los brazos en el velódromo de Roubaix. La excesiva presión, la mala preparación psicológica o, simplemente, la mala suerte, podrían ser los motivos para que este ciclista, que ha demostrado tener varios monumentos en sus piernas, aun no haya abierto la lata en este tipo de pruebas.

Morir intentando matar

Todo tiene su fin. Incluso el periplo en la élite del pionero en el ciclismo en carretera británico. Bradley Wiggins (Sky) tenía un sueño, retirarse del máximo nivel ganando la clásica con más encanto y más dureza de todas: París-Roubaix. Todo se torció pronto, cuando se quedó descolgado en el Bosque de Arenberg, aunque pudo reintegrarse.

Pese a las dificultades, Wiggo no iba a renunciar fácilmente a su sueño. Y atacó. Con fuerza, con potencia, con corazón. Poco después fue neutralizado. Se hizo el corte definitivo, y él no se había metido en él. Lanzó su último intento, a la desesperada, pero no fue posible. Su gran trayectoria deportiva se cerró con un decimoctavo puesto en la carrera de sus amores.

Trek y Katusha, desaparecidos en combate

Dos equipos de los que se esperaba más en esta París-Roubaix no estuvieron a la altura de las expectativas. Trek y Katusha decepcionaron el Infierno del Norte, sin aparecer en toda la carrera ni cumplir con los roles que se esperaba que realizaran. Trek, descabezado por la ausencia de Cancellara, lo jugó todo a la carta del experimentado Stijn Devolder, que se retiró tras una caída en la primera parte de la carrera.

Katusha, en cambio, tenía la responsabilidad de tener en sus filas a, tal vez, el candidato número uno a la victoria: Alexandr Kristoff. Inoperantes y desaparecidos, apenas pudieron arropar a su líder. En un corte tras Arenberg, el noruego se reintegró con los favoritos gracias a la intervención de Lotto-Soudal. Esperando al sprint, Kristoff no tuvo en quién apoyarse ante los ataques que acabaron decidiendo la carrera y "solo" pudo ser décimo.