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'Don Vito Contadore'

Alberto Contador ha dominado el Giro cuando lo ha necesitado. El pinteño se lleva su segunda maglia rosa a casa después de haber tenido bajo control la carrera en todo momento y circunstancia.

'Don Vito Contadore'
Fotomontaje: Javier Gimeno (VAVEL.com).
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Por VAVEL

"Mantén cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos". Vito Corleone pronunció esta frase en la obra maestra de Francis Ford Coppola, El Padrino, a su hijo menor, Michael Corleone. El personaje interpretado por Marlon Brandon quería y lograba tener todo bajo control, sin que ningún detalle se escapase a su atención. Al igual que Don Vito Corleone, Alberto Contador (Tinkoff) ha dominado cada aspecto de este Giro para lograr vestir la maglia rosa en Milan.

Su férrea mano se notó desde el inicio. En la contrarreloj por equipos inicial, Contador ya había logrado ganar tiempo respecto a sus rivales más directos por la maglia rosa. No tardaría en vestirla, ya que tras la quinta etapa, con final en Abetone, el pinteño ya se colocó como líder. Como es habitual en él, una vez que agarra el liderato, no lo suelta. Y es que la capacidad de dominio de la situación del madrileño es una de sus mayores habilidades, casi por encima de su rendimiento en la montaña.

Con escasa ayuda de su equipo, el Tinkoff, Contador tomó las riendas de la carrera. Ante un Astana belicoso, con dos balas letales como Fabio Aru y Mikel Landa, el pinteño mantuvo la calma y se agarró a la rueda de estos dos hombres. Ya lo decía Don Vito Corleone: había que mantener cerca a los enemigos, solo debía separarse de ellos para volar en busca del rosa, un rosa que ya portaba con elegancia.

Solo en una ocasión se alejó de sus contrincantes: en Jesolo, con esa desafortunada caída de 3,2 kilómetros. Dicho percance le obligó a desprenderse del liderato, pero no por mucho tiempo: todo estaba bajo control. En la contrarreloj del día siguiente se sabía superior a Fabio Aru y lo demostró con rotundidad: dejó patente quién mandaba en el Giro y con un tercer puesto en dicha prueba cronometrada recuperó la maglia rosa y aumentó su autoridad en la carrera.

A partir de este momento, se dedicó a certificar su victoria. Sin perder la calma, con cabeza fría pero corazón caliente, Alberto Contador tuvo tiempo para exhibirse en el Mortirolo. Pese a perder más de un minuto a pie del puerto por un pinchazo el pinteño voló: todo entraba en los planes, sabía que atacando en el inicio de la subida podía alcanzar al dueto de Astana y amarrar, un día más, el liderato.

En esas rampas, viendo la debilidad de Aru y la fuerza que desprendía Landa, atacó con un mensaje en dicho demarraje para el alavés: “Tengo una oferta que no podrá rechazar”. Y así fue. El vasco se fue con él y dejó atrás al sardo, que veía como se desvanecían sus opciones de ganar la gran vuelta de su país. Pero camino de Aprica, pese a la oferta que había aceptado Landa, el de Murguía no accedió a la segunda petición del pinteño: “Necesito todo tu talento, te lo suplico”. El de Astana no le dio ni un solo relevo al madrileño, le atacó en el tramo final y ganó la etapa. Pero había allanado el camino al rosa.

“La venganza se sirve en plato frío”, decía también el capo de los Corleone. Así se la cobró Contador en Monte Ologno, dejando atrás tanto a Aru como a Landa para dejar ya, prácticamente certificada, su victoria en la general. En Cervinia dio por finalizadas las hostilidades: “Esta guerra se termina ahora”. No atacó, dejó volar en libertad a Aru, guardando fuerzas para el Tour con el Giro prácticamente en el bolsillo.

Pero el consejo inicial se repetía una y otra vez en la cabeza del pinteño: el enemigo, cuanto más cerca, mejor. Y en Colle del Finistre no pudo cumplir esta máxima. Una pájara le impidió seguir a Landa y Aru, y la primera y única crisis de Contador en el Giro saltó a escena. Sin su familia, que le había abandonado, como durante todo el Giro, no perdió los nervios. Sabía que era el hombre más poderoso y, pese a que las fuerzas le estaban flaqueando, su colchón era importante.

Cabeza fría e inteligencia. De eso tiró el madrileño, como Don Vito Corleone en los momentos más tensos. En el descenso de Finistre, en vez de bajar a tumba abierta, comió y repuso fuerzas para estar en mejores condiciones para el falso llano que conducía a Sestrière y realizar dicha ascensión. Perdió dos minutos en meta respecto a Aru, ganador de la etapa, pero había dominado el Giro hasta en sus momentos más duros. Don Vito Contadore volvería a ganar el Giro. “Cada hombre tiene su propio destino”. El del madrileño era el rosa, y lo alcanzó por segunda vez en su carrera.