Utrecht, Grand Départ de este Tour 2015 de las estrellas. La histórica, rica e influyente ciudad holandesa encaja a la perfección para acoger la salida de una carrera que tiene visos de ser concluyente, definitiva. El bastón de mando del ciclismo mundial sigue pasando de una mano a otra, y harán falta otros 3.360 kilómetros para esclacerer esta incógnita.

Multitud de favoritos, muchos de ellos con la ronda gala como único objetivo esta temporada, se sumergirán en un trazado de 21 etapas que en su presentación, el pasado 22 de octubre en París, no dejó indiferente a nadie. Muchas voces autorizadas, entre ellas las del ganador de la edición 2013, Chris Froome, lanzaron dardos a la organización por haber disminuido sensiblemente los kilómetros contra el reloj, una de las señas de identidad históricas de la ronda gala.

El británico amenazó incluso con replantearse sus objetivos, debido a la ausencia de uno de sus terrenos más predilectos. Otros corredores, como Purito, Pinot o Quintana, se relamían ante tanto final en alto; hasta ocho se pueden llegar a contar en el plan de este año, generándose así unas expectativas de carrera cerrada sólo a escaladores.

Nunca habrá un recorrido definitivo de Tour por la grandeza intrínseca de la carrera, que a lo largo de la historia ha zarandeado su rumbo en diversas ocasiones. La actual dirección de ASO, la organizadora del Tour de Francia, continúa fijándose muy detenidamente en las evoluciones de una de sus filiales, la española Unipublic. El objetivo es imprimir a sus etapas de un alto componente explosividad en las metas, buscando espectáculo y picos marcados de audiencia. La Vuelta plantea así sus trazados actuales y resulta llamativo que, desde España, se esté exportando a nada menos que el Tour la morfología de las carreras ciclistas.

El pavés de la cuarta etapa rompe con el esquema llano-uphill de la primera semana

El Tour 2015, por tanto, supone la máxima expresión del modelo Unipublic, adaptado al país vecino. La intención es generar metas explosivas, finales en alto de marcada expectación mediática, marginando la disciplina contrarreloj. Como señales de compensación, la primera etapa vuelve a ser contrarreloj, de 13,8 km. en las calles de Utrecht. Desde 2012 no había CRI inaugural en el Tour, una de las marcas que definían las rondas galas de las dos décadas anteriores.

Si obviamos por un momento el final inédito en el mítico muro de Huy (tercera etapa), encontramos otro modelo de perfil diferente, y decisivo, en el cuarto día de carrera. ASO ha mantenido su apuesta por el pavés de 2014, viendo los excelentes resultados competitivos y de seguimiento el año pasado. Esta vez serán dos menos los sectores de adoquín, siete en total, camino de Cambrai, en territorio Roubaix. 223 kilómetros que pueden resultar decisivos ya en la cuarta etapa.

Siete sectores de adoquín (dos menos que en 2014) protagonizarán la etapa 4 (ASO). 

A partir de ahí, se impone la importancia, no de la montaña, sino del final en alto. Salvo una corta contrarreloj por equipos de 28 km. antes de sumergirse en Pirineos, los uphill copan los puntos calientes de la ronda, distribuyéndose desde la etapa 10, con la Pierre-Saint-Martin como gran escollo, hasta el templo alpino de Alpe d'Huez. Entre medias, colosos conocidos por todos, Aspin, Tourmalet (etapa 11), Portet d'Aspet, Plateau de Beille (etapa 12), Mende (14ª), Glandon (18ª), La Toussuire (19ª) o Croix de Fer (20ª) esquematizan y dan color a este montañoso Tour 2015.

El encadenado Allos-Pra Loup ya se probó en el pasada etapa 5 del Dauphiné, con victoria para Romain Bardet (ASO).

Para soprender, la organización recupera uno de los encadenados míticos de la historia de la carrera, 40 años después. Allos-Pra Loup (17ª etapa) abre el bloque definitivo, el alpino, rezumando historia. La de la caída en el ocaso de Merckx. El fin de época del caníbal se dirimió en las rampas de la estación alpina y quién sabe si en este 2015 volverá a erigirse como juez, no sólo de la carrera, sino de una época. Aquí ganó en el pasado Dauphiné uno de los futuros baluartes de este deporte, Romain Bardet, tras completar un descenso lleno de heroismo y valentía, a imagen y semejanza del legendario belga.

Así, los números globales de este Tour de Francia 2015 no engañan: 8 finales en alto si incluimos Huy, seis etapas de alta montaña, todas concentradas en la segunda parte de la carrera, 41,8 km contrarreloj, el número más bajo en 82 años, y sólo dos etapas por encima de los 200 km. (4ª y 16ª). El Tour se repliega para hacerse visual, aún generando dudas sobre su actual modelo.

Será cuestión de días el saber si este giro unipúblico en territorio francés resulta satisfacer a crítica, público y corredores, o si es un experimento fallido de una carrera que sigue capitaneando la evolución del ciclismo profesional, pero que tiene que fijarse en otros modelos de fuera para continuar con su hegemonía.