La primera semana del Tour de Francia siempre se ve salpicada por la tensión existente en el pelotón. 198 corredores con ambición de estar delante, nervios y carreteras estrechas. Una trampa para el ciclista. Un sálvese quien pueda. Así es la Grand Boucle. Te dejas en una cuneta toda la preparación de una temporada. Pinchazos, caídas y enganchones que dan al traste con todo lo planificado.

12 corredores han abandonado en esta primera semana Este año, han sido un total de 12 los ciclistas que se han ido a casa. Otros como Michael Matthews, con coraje, resisten. Pedalea con dos costillas rotas. Sufre. No quiere dejar a su equipo con uno menos. Tres están en casa, él no, sigue en carrera, pero no puede seguir al pelotón. Le cuesta respirar por las noches. La primera escabechina comenzó con un abanico en la segunda etapa en parte propiciado por un enganchón en el grupo. Vincenzo Nibali, Nairo Quintana,Thibaut Pinot. Muchos hombres fuertes atrás. Duro revés nada más arrancar. Los nervios se convirtieron en tiempo perdido, pero sin abandonos.

Montonera camino de Huy

Todo lo contrario que la tercera etapa. Ese día se montó una buena escabechina. Jornada de sube y baja camino de la meta situada en el muro de Huy. No llegaron todos. A falta de 50 kilómetros William Bonnet se tocaba con otro corredor y se iba al suelo en medio del paquete. Más ciclistas al suelo por detrás. Efecto dómino. Entre los heridos Simon Gerrans y Tom Dumoulin, además de Dimitry Kozuntchuk y ciclista de FDJ que tuvo la desgracia de ser el precursor de semejante montonera, que obligó a neutralizar la etapa momentáneamente por verse desbordado el servicio médico, incapaz de asumir nuevos damnificados que pudiesen producirse en lo que restaba de día.

Sí llegó a meta Fabian Cencallara, el entonces líder de la carrera. Su bici voló. Él también. Se levantó, hizo un sobresfuerzo humano para llegar. Lo hizo, pero ya no salió la mañana siguiente. Tenía dos vertebras rotas como consecuencia del impacto producido. Tampoco comenzaron a rodar el cuarto día ni Daryl Imepy ni Andreas Schillinger. Quien sí continúa es Michael Matthews.

Si ya era temida por muchos – venerada por otros - desde el día de la presentación de la carrera, allá por finales de 2014, lo ocurrido el día anterior provocó mayor tensión en la salida previa a cruzar los adoquines del norte de Francia. Pese a ello no hubo ningún problema físico que lamentar y todo se quedo en corredores como Thibaut Pinot perdiendo los nervios. Perdiendo sus opciones al Tour. Desquiciado, se dejó 3:23 en meta. Día de barro, día de dolor de piernas, pero sin abandonos.Afortunadamente.

Tony Martin, otro 'amarillo' al suelo

La lista de bajas volvió a aumentar el quinto día. Nada más arrancar varios corredores de Cofidis se iban de bruces contra el asfalto. Entre ellos su líder y principal baza para las victorias de etapa, Nacer Bouhanni. Con dolores de su caída en los nacionales de Francia, su cuerpo dijo basta. Trasladado en ambulancia a un hospital, no se le encontró ninguna fractura. Solo la emocional de dejar la carrera antes de tiempo y sin ganar. Jack Bauer también se marchó del Tour ese día.

Nibali acusó a Froome de provocar la caída; luego pidió perdón al ver que el causante fue Tony Martin La capacidad que tiene una carrera de tres semanas para sorprender a todos es infinita. Y lo volvió a hacer en forma de caída. Jornada tranquila dirección Le Havre. Todo se truncó a 700 metros de meta. Las cámaras dejaban de enfocar lo acontecido en cabeza del grupo. Paralizadas atrás, en el amarillo, en Tony Martin, que cayó en extrañas circunstancias. Él causó la caída. Chris Froome salvó la papeleta, pero en gesto de supervivencia tiró a Vinzenzo Nibali. Enganchón dialéctico entre ambos. El italiano, muy cabreado, acusó al británico de causar el accidente. Vio la repetición y rectificó. Pidió perdón. El causante fue el alemán de Ettix-Quick Step, que se fue al suelo en extrañas circunstancias. Sin poder agarrar el manillar y auxiliado por parte de sus compañeros llegó a meta. Pero ya no volvió a salir. Rumbo a Hamburgo donde ha sido operado con éxito de su clavícula izquierda. El amarillo gafado. Segundo portador que se despedía vestido con él. También digo basta Greg Henderson, envuelto en la caída masiva del tercer día.

Afortunadamente el resto de etapas que restaban hasta llegar al día de de descanso, que marca el fin de la primera semana, se han desarrollado sin sobresaltos más allá del abandono por positivo en cocaína de Luca Paolini. Eso sí nadie estuvo exento de sustos, entre ellos Alberto Contador, que se fue al suelo junto con Robert Gesink en la neutralizada de la séptima jornada, aunque sin consecuencias.

El inicio de la 102ª edición del Tour de Francia ha estado marcado por el nerviosismo y la tensión. El asfalto ha visto como, día sí y día también, alguien se daba contra él, con mayores o menores consecuencias. La ronda francesa es así. Nerviosa. Nadie está exento de caerse o pinchar, nadie se encuentra a salvo de ser golpeado por la mala suerte. Menos en la primera semana de la Grand Boucle, que parece tener un imán para atraer los problemas.