La primera vez siempre se recuerda. Es un momento único e irrepetible y para el que se suele buscar a una persona especial, marcando un antes y un después. El Alpe D’Huez fue paciente y esperó a su media naranja. Ella era Fausto Coppi, la mejor opción posible. Seductor, como buen italiano, engatusó a este coloso a base de pedaladas. Aun así, sus rampas se lo pusieron difícil, pero 'Il Campionissimo' coronó en solitario esta cima y desfloró, en 1952, al Alpe D’Huez.

Pese a que Fausto Coppi fue el hombre que logró desvirgar al Alpe D’Huez, hubo antes una persona que se enamoró de este puerto. Élie Wermelinger, comisario del Tour de Francia, fue invitado a la estación de esquí que está situada en esta montaña por un grupo de empresarios turísticos de esa zona. El lugar le conquistó, pero no se decidía a incluirle en el recorrido de la Grande Boucle. Este grupo de empresarios actuó de 'Celestina' particular en este caso y lograron convencerle para que el Alpe D’Huez acogiera un final de etapa. De esta forma, esta cima se convertiría en el primer final en alto de la historia del Tour de Francia.

La vertiente sur, elegida desde el origen

Este coloso, que con el paso de los años se convertiría en una subida de leyenda, en la que solo los corredores más míticos del ciclismo lograron brillar, iba a ser desvirgado. Pero, a su vez, el Alpe D’Huez iba a estrenar el listado de cimas que sirvieron como final de etapa en el Tour, un detalle que, a la postre, cambiaría el ciclismo y las vueltas por etapas tal y como estaba concebidas hasta ese momento.

Al igual que en el resto de ascensiones que se han hecho desde entonces, con la de esta edición del Tour de Francia serán 30 subidas al Alpe D’Huez, este puerto se escaló por la vertiente sur. El puerto comienza en la pequeña población de Le Bourg d’Oisans, ubicada a orillas del río Romanche. Esta es la vertiente más dura y, pese a que en el Tour siempre se ha subido por este lado, existen también las subidas por el este y el oeste, de menor dureza pero, seguramente, con un mejor encadenado montañoso previo a afrontar el Alpe D’Huez.

El día elegido para el estreno de esta cima fue el 4 de julio de 1952. La décima etapa acogía esta esperada ascensión en una jornada que partía desde Lausana, en tierras suizas. Después de 266 kilómetros uno de los ciclistas lograría desvirgar al Alpe D’Huez, uno de los corredores se habría hecho un hueco en la historia. A este señalado día llegó como líder el italiano Andrea Carrea, que tenía 3:24 de ventaja sobre el gran favorito para el triunfo final, su compatriota Fausto Coppi.

La etapa no tenía gran dificultad hasta los últimos 14 kilómetros, en los que tendría lugar la ascensión a Alpe D’Huez. Un terreno largo y llano sería la fórmula que el Tour quería utilizar para minar las fuerzas de los ciclistas, pero sin excederse para que los capos del pelotón pudieran dar espectáculo en las 21 curvas de este coloso. Esto último era muy importante, ya que sería la primera vez en la historia que la carrera emitiría imágenes de la etapa tan solo unos minutos después de que esta concluyera.

Italianos al poder

Pese a llegar a este día como líder, Andrea Carrea era buen sabedor de que no era el favorito y que su actuación estaría supeditada a las necesidades de sus líderes de equipo: Gino Bartali, Fiorenzo Magni y Fausto Coppi. Por ello, el maillot amarillo de Carrea era algo testimonial, ya que en la montaña, si todo sucedía según lo previsto, lo perdería en favor de uno de sus compatriotas.

El que partía con todo el favoritismo era Fausto Coppi. 'Il Campionissimo' había pasado una mala noche, en la que apenas pudo descansar, por lo que la selección italiana planteó la etapa de la forma más cómoda posible. Los trasalpinos impusieron un ritmo poco exigente, que permitió a todos los corredores seguir en el pelotón, algo que se agradeció. Otro factor clave para entender este planteamiento para la etapa fue el calor, que hizo acto de presencia y obligó al pelotón a ser un tanto más conservador. Solo un ciclista tenía ganas de guerra: Raphaël Geminiani, que se hizo con el premio especial de Nyon, dotado con 50.000 francos.

Robic trata de aguantar la rueda de Coppi en Alpe D'Huez. Foto: Adventure Journal

Dice el refrán que "tras la tempestad, llega la calma", pero en ocasiones estos dos elementos se intercambian los papeles. La tranquilidad que se vivía en el pelotón hasta el pie del Alpe D'Huez saltó por los aires en las primeras curvas del coloso. Un español, Antonio Gelabert, fue el primero en alzar las armas con un fuerte ataque. Jean Robic, ganador del Tour en 1947, fue el encargado de salir a la caza del español, seguido de Coppi. De esta forma se confeccionó un trío muy interesante en cabeza mientras que, por detrás, se formó un grupo perseguidor con los italianos Carrea, Magni y Bartali, el holandés Jan Nolten y otro español, el alicantino Bernardo Ruiz.

Coppi no deja lugar a la duda

En la cabeza de carrera fue Fausto Coppi quien tomó la responsabilidad. El italiano marcó un fuerte ritmo durante toda la ascensión ante el que no cedían Robic ni Gelabert. A falta de 6 kilómetros para la meta, el trasalpino lanzó su ataque definitivo con dos acelerones que pusieron a prueba a sus acompañantes, pero no logró soltarles. El empeño de Coppi era tal que volvió a intentarlo, y logró quedarse solo. Robic trató de seguirle, retorciéndose sobre su bicicleta, pero el hueco entre el italiano y el francés era cada vez más grande, momento que Jacques Goddet describió así en L'Equipe: "El águila italiana cuelga su mirada hacia el lejano valle".

Robic, en solitario, después de que le soltase Coppi. Foto: Velonews

Esta frase describía perfectamente lo que se estaba viviendo sobre las rampas del Alpe D'Huez. Fausto Coppi voló durante los seis kilómetros que le separaban de la meta, de escribir una página más en la historia. Sin levantarse del sillín, con un pedaleo majestuoso, como gran caballero que era, levitó hasta la cima. Y es que esta era una seña de identidad del italiano en las grandes citas, como en la Milán-San Remo de 1946 o en la etapa de Pinarello del Giro de 1949.

Vacío, sin fuerzas, pero sabedor de haber protagonizado una de las mayores exhibiciones de la historia del ciclismo, Coppi cruzó la meta sin levantar los brazos. El Alpe D'Huez había presenciado como un ciclón había desvirgado sus rampas a base de sufrimiento y clase, cualidad que sobresalía en el italiano. 45 minutos empleó el trasalpino en ascender por primera vez este puerto, según la organización, sacando 1:20 a Jean Robic. El belga Ockers fue tercero, aprovechando el hundimiento de Gelabert para superarle en los metros finales. El español, que había sido cabeza de carrera con Coppi y Robic hasta que faltaban seis kilómetros, sufrió una pájara en los últimos kilómetros que le impidió evitar que Ockers le superara.

Coppi tras cruzar la línea de meta. Foto: Ellis Bacon

Doble premio para Coppi

Coppi logró también colocarse como líder de la carrera, pero por un margen muy estrecho. Carrea, que sacó fuerzas de flaqueza cuando nadie lo esperaba, solo perdió 3:29 respecto a su compatriota, pero 'Il Campionissimo' le arrebató el primer lugar de la general por solo cinco segundos. Al enterarse, Andrea Carrea rompió a llorar, ya que su ilusión era conservar el maillot amarillo tras esta legendaria jornada, objetivo que no pudo cumplir pese a su esfuerzo sobrehumano.

Desde aquel día hasta llegar a París quedarían aun 13 días, pero no hubo manera de arrebatarle el maillot amarillo a Coppi. En aquel 4 de julio de 1952 nació la leyenda de que aquel saliera líder del Alpe D'Huez se coronaba en los Campos Elíseos como campeón del Tour, aunque hubo algunos casos en los que este dicho no se cumplió: Joop Zoetemelk (1978), Pedro Delgado (1987) o Laurent Fignon (1989).

La subida a este puerto fue emocionante, una de las mayores exhibiciones vistas en el ciclismo, pero por hache o por dé, la organización del Tour no quedó muy convencida de que las 21 curvas de este coloso fuesen un atractivo plato para su prueba. Por ello, hubo que esperar casi un cuarto de siglo, 24 años, para volver a ver al Alpe D'Huez en un recorrido de la Grande Boucle. Fue en 1976, cuando ganaría Joop Zoetemelk, el único ciclista capaz de repetir victoria en esta cima (también lo logró dos años más tarde).

Coppi se convirtió el 4 de julio de 1952 en el apuesto joven que desfloró a la chica más deseada. Pedaladas, sufrimiento y mentalidad ganadora fueron los ingredientes que utilizó para ofrecernos una receta recordada por los mayores amantes del ciclismo. El Alpe D'Huez sucumbió a sus encantos hechos derroche y esfuerzo y, por ello, decidió que 'Il Campionissimo' fuese el primero. Y, como siempre se dice, la primera vez nunca se olvida.

Clasificación 10ª etapa del Tour de Francia 1952

1- Fausto Coppi (Italia - Bianchi - Pirelli) 8:51:40

2- Jean Robic (Francia) +1:20

3- Stan Ockers (Bélgica) +3:22

4- Antonio Gelabert (España) m.t.

5- Jean Dotto (Francia) +3:27

6- Andréa Carrea (Italia) +3:29

7- Pierre Molineris (Francia) +4:00

8- Jan Nolten (Holanda) +4:02

9- Fiorenzo Magni (Italia) +4:13

10- Alexandre Close (Bélgica) +4:15

Clasificación general provisional:

1- Fausto Coppi (Italia - Bianchi - Pirelli) 62:52:15

2- Andréa Carrea (Italia) +0:05

3- Fiorenzo Magni (Italia) +1:50

4- Nello Laurédi (Francia) +5:01

5- Alexandre Close (Bélgica) +7:06

6- Stan Ockers (Bélgica) +13:25

7- Gino Bartali (Italia - Bartali) +13:57

8- Alois De Hertog (Bélgica) +16:12

9- Bernardo Ruíz (España) +16:25

10- Jean Robic (Francia) +18:17