Para preparar una competición hace falta entrenamiento. Sí. Pero también descanso. Encontrar un equilibrio. Alberto Contador lo sabe perfectamente. Sin embargo, su ambición le ha llevado a intentar lo que nadie ha logrado desde que lo hiciese Marco Pantani en 1998. Ganar Giro de Italia y Tour de Francia. 21 días de esfuerzo, un mes de alternar preparación y reposo – incluyendo tres días de competición en la Ruta del Sur - y otros 21 días de intensidad.  Así se plantea, los pocos que lo hacen, optar por el doblete.

Contador cumplio la primera parte: ganar el Giro La primera pata estaba lograda. Alberto Contador había cumplido la primera parte. Y no de cualquier forma. Exhibición de fuerzas en el Giro de Italia. Rosa por aplastamiento. Era el mejor de la ronda italiana en la montaña. Se puso líder tras la quinta etapa y solo lo perdió una jornada para volver a recuperarlo al día siguiente. Únicamente flojeo en Sestriere, pero la ventaja era ya insalvable.

Tras ganar la ronda transalpina el equipo lo celebró. Él también. Pero no podía desatar la euforia. Su temporada, a nivel de objetivos y de forma, eraa de 42 días. Los primeros 21 completados con éxito. Ahora, encarar lo más difícil. Emular a Coppi, Indurain, Merkx, Roche, Anquetil, Hinault y Pantani.

Alberto Contador era el diferente entre los que optaban a ganar la Grand Boucle. Chris Froome, Nairo Quintana, Vincenzo Nibali, Alejandro Valverde. Todos habían realizado, siguiendo la lógica que impera en el ciclismo moderno, por hacer una aproximación a la carrera francesa sin pasar previamente por la Corsa Rosa. El pinteño no. Quería el doblete. Así, con 41 días de competición tomó la salida en Utrech. Y la carrera empezó bien.

Con apenas ocho segundos perdidos respecto a Froome, en el segundo día, pricipalmente gracias  a su equipo, los abanicos le hicieron subir puestos en la general. Vincenzo Nibali y Nairo Quintana en el grupo de atrás. Pero con la llegada de la montaña las cosas se fueron invirtiendo. En Huy empezó el martirio. El goteo de tiempo perdido era cada vez más constante. Las piernas pesaban. Pedaleo ágil, pero sin la consistencia de otras veces.Día a día, el madrileño iba perdiendo tiempo respecto a sus máximos rivales. 

Una caída le alejó de luchar, al menos, por el podio Y para colmo el infortunio del descenso en la 17ª séptima jornada con final en Pra Loup. La bajada estaba siendo a tumba abierta. Los corredores al límite. Y en una de sus curvas, sin que nadie supiese el motivo, Alberto Contador se va al suelo junto con dos compañeros suyos. Allí se dejó 2:17. La tumba definitiva  a sus opciones,  no de ganar porque estaba ya muy lejos, pero sí de podio. 

Valentía sin efectividad

Tras la caída el día anterior el madrileño avisaba. Iba a ser valiente en las jornadas restantes. Y lo fue. Ataques de lejos, movimientos por sorpresa que lograban distanciarle del pelotón. Su pedaleo era rápido, pero no efectivo. Otras veces hubiese puesto en apuros al grupo. Esta vez no. El ritmo de Wout Poels, Geraint Thomas o Richie Porte era infinitamente mejor que el del madrileño. Nadie duda de cumplir su palabra. Lo había intentado, pero las piernas no respondían. El Giro, casi dos meses después, aún le pesaba en su cuerpo. La mente decía sí, el cuerpo no. Y en este debate el estado físico tenía mayoría. Las subidas de los Alpes eran duras. Eternas. Más para el madrileño, que veía como perdía contacto con el grupo de los mejores antes de lo que le hubiese gustado.

Contador ha sido 5ª a 9:48 de Froome Finalmente el corredor fue quinto a 9:48 del ganador, Chris Froome. Por delante de él, además del británico, Nairo Quintana, Alejandro Valverde y Vincenzo Nibali. No ha sido capaz de completar el doblete. No ha sido capaz de desafiar una de las lógicas del ciclismo moderno. Alberto Contador ya había intentado lo mismo en 2011. Ganó el Giro. Quinto en el Tour. Y estos resultados, aunque no figuran oficialmente en su palmarés por la sanción que se hizo efectiva sobre el de Pinto, son una muestra más de como una vez más el intentar el doblete ha terminado con la misma historia de siempre.