Ciclismo VAVEL

'Lucho', un espejo donde mirarse

Nairo Quintana quiere igualar la gesta de su compatriota Luis Herrera casi 30 años después. Su victoria general en la Vuelta a España de 1987 fue el éxtasis de una generación de geniales ciclistas colombianos que vuelve a resurgir en la actualidad de la mano del actual ciclista de Movistar.

'Lucho', un espejo donde mirarse
Nairo Quintana quiere igualar, 28 años después, la hazaña de 'Lucho' Herrera. (Montaje: AFP)
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Por Nacho Primo Genís

La Vuelta a España de 1987 iba a estar disputada, o, al menos, eso se pensaba viendo a los cuatro grandes favoritos. Por parte nacional estaba Pedro Delgado, con una Vuelta en sus vitrinas de su casa en Segovia, la de 1985. Laurent Fignon, con sus gafas redondas, su pelo rubio y sus dos Tours de Francia, era, junto al español, el máximo favorito. Para acabar con el póker de grandes favoritos estaban dos hombres que se dieron a conocer en el ciclismo más por las clásicas que por las vueltas de tres semanas: el italiano Moreno Argentin, en su mejor año deportivo y en racha tras un buen Giro de Italia, y el irlandés Sean Kelly, que volvía a su 'grande' preferida para mejorar el tercer puesta de la edición anterior.

Las intenciones del irlandés fueron claras: conseguir cuanta más ventaja posible a los demás favoritos para ir administrándola en la alta montaña, donde peor se defiende. Kelly, que tenía como objetivo la Vuelta y no iba a participar en el Tour de Francia de ese año, empezó, desde las primeras jornadas, que discurrían por la Comunidad Valenciana y Castilla La Mancha, a ganar, a coger ventaja y a empezar a sumar enteros para su posible segundo maillot por puntos en la carrera española. Ganó en Albacete y se puso de líder, quitándole el amarillo a Vandenbroucke -no a Frank, el más conocido, sino a Jean-Luc, que había ganado el prólogo de Benidorm-. Tras el triunfo de la fuga en Valencia, Kelly, arrasando en la crono, volvía a apoderarse del amarillo en Valencia, donde lo había perdido un día antes.

El fulgurante inicio de Sean Kelly no iba a durar demasiado. El ansia le pudo y sus piernas empezaron a pedir tranquilidad en el primer día de montaña de aquella edición: en Grau Roig, situado en Andorra, final de la primera etapa pirenaica de la edición, iba a pecar de fuerzas por primera vez. Laudelino Cubino ganó la etapa, 'Lucho' Herrera empezaba a mostrar sus buenas piernas y a remontar el tiempo perdido de la larga crono de Valencia en su mejor terreno, la montaña, y el irlandés aguantaba el liderato. No se iba a sentir mejor en Cerler, final de la posterior etapa, y perdería el liderato, que no sus opciones de general, ante el alemán Reimund Dietzen, la, a la postre, gran revelación de aquel año. Dos segundos le separaban de Kelly cuando ya se había cumplido siete etapas -seis etapas en línea más el prólogo- de aquella montañosa Vuelta.

Sean Kelly arrasaría en las primeras etapas de la Vuelta de aquel año. (Foto: Bike Racer Info)

Los Lagos, el inicio del todo

La carrera abandonó Andorra y Catalunya y tiró hacia el oeste para pasar por Aragón, Navarra, y para llegar, más tarde, a Cantabria y Asturias, donde volvería la alta montaña con los finales en Alto Campoo y, sobre todo, los Lagos, el gran puerto de aquella edición. En la primera de las dos llegadas ganó Enrique Aja, ciclista de pocos éxitos que consiguió allí su victoria más importante de su carrera; en la segunda de ellas, con final en los siempre peligrosos Lagos de Covadonga, cambiaría la general, muchos ciclistas dirían adiós a sus opciones de victoria y, desde Colombia, aparecería el nuevo dominador de aquella edición, cuando se cumplía el ecuador de la Vuelta en esa undécima etapa en línea.

Aquel cuatro de mayo Reimund Dietzen dijo adiós al bonito maillot amarillo que había portado durante cuatro días. Se lo arrebataría un pequeño corredor, que venía como un 'outsider' a la salida y que ganaría aquella vuelta con autoridad. Que no dio ninguna opción a sus rivales en la subida a los Lagos y que llevaría, a partir de aquella etapa y exceptuando la 18ª tras la crono de Valladolid, que volvería a manos de Sean Kelly, el liderato de la prueba. Se trataba de Luis Herrera, más conocido como 'Lucho', jardinero en sus primeros años y gran estrella en su verdadero trabajo y en el que más éxitos le dio: el de dar pedales y escalar grandes montañas.

Aquella undécima etapa tendría su salida en Santander, para acabar en Asturias. Incorporaba hasta cinco puertos puntuables en sus 170 kilómetros, pero los ataques importantes esperaron hasta el último, hasta la mítica cima asturiana. Allí, Herrera espera hasta el final de la zona de 'La Huesera' -medio kilómetro conocido por su duros y constantes desniveles que siempre están por encima del 12%- para lanzar su ambiciosa apuesta. Aún quedaban seis kilómetros hasta la cima, pero el colombiano, ya sin gregarios, se lanza a por la victoria de etapa y a remontar los escasos 49 segundos de margen que aún le separaban del liderato. Nadie le iba a poder seguir aquel nublado y frío día. Le verían, 20 minutos después, en la línea de meta.

Pedro Delgado se iba descolgando poco a poco y perdería todas sus opciones de ganar la general en la cima; Laurent Fignon, por su parte, intentaba aguantar el tirón de Dietzen, pero poco después también diría adiós a la general. Eran el alemán, líder hasta ese día, y el irlandés Kelly los que mejor pasarían ese día, perdiendo poco comparado con francés y español, los dos grandes favoritos a ganar en la salida de Benidorm. Sean Kelly, que ganó demasiadas París-Niza consecutivas -seis hasta ese año- como para que dijese adiós a la general en ese día de montaña, remontó posiciones, rebasó a mejores escaladores que él como Laudelino Cubino o Ángel Arroyo y se fue acercando a los primeros lugares. Pero no a Herrera, que le seguía sacando más de un minuto de ventaja e iba ganando metros poco a poco. En meta serían 1:25".

Tras esa etapa, el colombiano solo perdería el liderato en la segunda crono individual de Valladolid, donde Sean Kelly volvía a coger el amarillo. Pero se retiraría el día siguiente y Herrera volvería a vestirse de amarillo en Ávila, en la 19ª etapa, que ganó Laurent Fignon. Los pocos ataques que se vieron en las dos últimas etapas de montaña sirvieron para ver al 'Jardinerito de Fusagasugá' como el primer -y único, por ahora- colombiano en ganar la clasificación general de la Vuelta a España. Un hito en el deporte del país sudamericano que quiere igualar su compatriota Nairo Quintana 28 ediciones después.

Lucho Herrera, el incontestable ganador de la Vuelta de 1987. (Foto: EFE)

Nairo Quintana, el relevo generacional

El ciclismo de Colombia vuelve a resurgir en la actualidad comandado por dos hombres: Rigoberto Urán y, sobre todo, Nairo Quintana. Ambos son estandartes de lo que podrán ser en un futuro Miguel Ángel López, que compite con Astana, Esteban Chaves, ciclista de Orica, o Miguel Ángel Rubiano, escalador de Colombia, un equipo integrado exclusivamente por ciclistas del país sudamericano. Pero es el ciclista de Movistar quien, por ahora, tendrá más opciones de rememorar el éxito de 'Lucho' en la próxima Vuelta. Partirá como favorito y, con la ayuda de Valverde y todo el conjunto Movistar, con el objetivo de subirse al cajón principal del pódium de Madrid.

Nairo Quintana ha vuelta a levantar del sofá a toda Colombia en las tardes de ciclismo, al igual que lo hiciese Herrera 30 años atrás. Victorias como las de Herrera en el Tour de 1985 con la cara llena de sangre tras una caída o exhibiciones como las de Quintana en el Giro de 2014 en una caótica etapa dolomítica seguirán enorgulleciendo día tras día y etapa tras etapa, a los ciudadanos colombianos, que tienen más motivos que nunca, con equipo propio -el conjunto Colombia- y grandes estrellas -tanto presentes como futuras-, para levantarse pronto una mañana de verano cualquiera y disfrutar de sus ídolos por televisión.