Cuando el ascenso y las pulsaciones también fueron de la mano

En la temporada 1990-1991 y bajo la batuta de Arsenio Iglesias, el Deportivo retornó a Primera División 18 años después como segundo clasificado de una división de plata tremendamente igualada.

Cuando el ascenso y las pulsaciones también fueron de la mano
Arsenio Iglesias fue homenajeado recientemente en Riazor por Valentín Botella. (Foto: Nando Martínez | VAVEL).
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Por Pablo Varela Varela

Por aquel entonces, Riazor aún tenía forma de herradura y desde la antigua grada de General incluso se podía divisar parte de la playa. Eran otros tiempos, con las pistas de atletismo al más puro estilo Anoeta. Corría el año 1990 y, con apenas 20 años, Fran ya era un referente en un vestuario que desprendía un fuerte aroma a fútbol vasco y balcánico. Al timón, y ya en su tercera etapa como técnico al frente del Deportivo, Arsenio Iglesias Pardo. Para muchos en su momento pasó a ser realmente complicado concretar quién convirtió en leyenda a quién, si Arsenio al Deportivo o bien si fue aquel equipo el que consagró al experimentado entrenador arteixán como un mito viviente del deportivismo. El debate en sí es tan innecesario como inexistente en la actualidad, ya que ambos fueron de la mano. Por eso se ascendió al final de la temporada 90/91. Y también por eso se alcanzó Europa apenas dos años después de dejar atrás la división de plata.

En 1994, el periodista gallego Bieito Rubido, que en aquel momento dirigía la cadena Radiovoz, escuchó las siguientes palabras en una entrevista que él mismo realizó a Arsenio: "Estás siempre en el filo de la navaja y de repente das con las narices en el suelo. Tienes al equipo en un momento de forma brillante y de repente, no te lo explicas, y viene un bajón de forma alarmante, y entonces vienen las exigencias. ¿Qué pasa? Que si la preparación física, que si ya no sabes decirles las cosas. Pero hombre, si ésto ocurrió de la noche a la mañana". Así es el fútbol. Un error, un bache cualquiera en forma de lesión o decisión transforma la perspectiva del éxito. Algo parecido le está pasando a Fernando Vázquez, al que su temprana resolución de pasar a la defensa de cinco ante el Tenerife le ha pasado factura a lo largo de esta semana. 

La cuestión es que, pese a que la tensión del aficionado deportivista se dispara cada vez que el equipo da síntomas de no querer marcar más, el balance final puede ser engañoso en encuentros como el del pasado fin de semana. Las decisiones de Vázquez, controvertidas en ocasiones por la tradicional creencia de que una zaga integrada por cinco hombres es sinónimo de poner el autobús, también han recibido críticas por la enorme igualdad que ha deparado la categoría a lo largo de esta temporada. Sin embargo, y pese a que el contexto histórico y futbolístico era muy distinto, la marcha actual del Deportivo encuentra un espejo en aquel conjunto que el 9 de junio de 1991 volvió a Primera División con dos tantos de Stojadinović.

Pese a que los 42 partidos que ahora convierten a la Liga Adelante en una de las de mayor desgaste del fútbol europeo se implantaron en la temporada 97/98, los 38 encuentros que disputó el Deportivo en la 90/91 también exigieron un enorme esfuerzo hasta el final. Tras 18 años lejos de la máxima categoría, los herculinos alcanzaron la gloria tras 90 minutos volcánicos en la última jornada ante un Murcia que era el competidor directo de los hombres de Arsenio Iglesias. Finalmente, el Deportivo ascendió con 48 puntos, los mismos que el Murcia -tercero- y con uno menos que el campeón, el Albacete de Benito Floro y Zalazar. Sin embargo, la enorme igualdad presente aquel año no se limitó únicamente a los tres puestos de cabeza. De hecho, Málaga, Orihuela y Lleida, los más inmediatos perseguidores, acabaron a apenas cinco puntos del conjunto coruñés. Lo realmente interesante venía a partir del séptimo puesto. El Figueres, que terminó la competición con 39 puntos, sólo sumó cinco puntos más que el Elche, decimoséptimo clasificado y que aquel año descendió a Segunda B.

Para algunos, el simple hecho de comparar aquel equipo con el actual supondría un sinsentido, y puede que, en el fondo, hasta sea así. Sin embargo, ¿qué habría ocurrido si el Murcia hubiese vencido en Riazor? ¿O si Djukić no hubiese fallado el penalti que pudo dar la Liga al término de la temporada 93/94? Enfatizaba también Arsenio a Bieito Rubido en esos pequeños matices que, al fin y al cabo, marcan el recuerdo de un técnico, un jugador e incluso un equipo: "A lo peor, una mayoría de la afición cree que estamos en el derecho y en la obligación de ser siempre los primeros, y se olvidan de que por España hay otros equipos, muchos de ellos con aspiraciones y muy buenas plantillas. Ahí es donde, en ocasiones, me encuentro solo".

El Deportivo de Fernando Vázquez, acostumbrado este año a ejercer de David y Goliath casi a partes iguales, se ha encontrado con la dificultad añadida de lidiar con una serie de rivales que han encontrado en lo parejo del nivel de la categoría un aliciente más para, en apenas tres partidos, pasar de esquivar las profundidades de la clasificación a pelear por las posiciones de play-off. Más allá de las decisiones de Vázquez, de los inconvenientes vestidos de lesión o sanción o de la eternidad que a veces suponen los 45 minutos de las segundas partes, el Deportivo ha comprobado que el error forma parte del juego. Llegando al tramo decisivo del curso falta que esas heridas en forma de empate o derrota hayan hecho el callo suficiente como para dar el arreón final. Curiosamente, aquel Deportivo de Arsenio logró el ascenso tras encadenar una racha de seis encuentros sin perder que dieron comienzo en la jornada 33, la misma que afrontarán los hombres de Fernando Vázquez este fin de semana, el eco de un pasado con la firma de Arsenio entre líneas: "En esto del fútbol, si eres responsable, vives esperanzado pero muy preocupado".