Hábil, talentoso y creativo; pero escasamente solidario en defensa. Así es Haris Medunjanin, uno de los hombres que más participación ha tenido en el Deportivo tras su llegada, y a la vez el que más críticas y elogios ha recibido a partes iguales. Un sector de la afición valora su aportación al juego con esférico y su habilidad en el balón parado, pero otro condena su mencionada pasividad, desesperante en algunos momentos.
Así, las preguntas y dudas en torno a este jugador se cuentan por docenas. ¿Es el mediocentro su posición ideal? ¿Por qué no colocarlo en una zona más avanzada? ¿O por el contario, por qué no darle un toque de atención en forma de suplencia? Nuestros redactores Rubén Suárez y Álex Varela debaten sobre el asunto.
Medunjanin en la mediapunta, por Álex Varela
Habiendo visto las actuaciones del bosnio en lo que va de competición, el que no se haya dado cuenta de la pasividad defensiva que le caracteriza tiene un ligero problema de percepción. Por ello, en lugar de posicionarlo en el mediocentro sería más conveniente probar a Medunjanin en un lugar más avanzado y más dedicado al ataque: la mediapunta.
El puesto de mediocentro presenta la particularidad de que puede acoger a varios tipos de centrocampistas, tanto ofensivos como defensivos, pero los primeros siempre tienen el deber de sacrificarse por el equipo ayudando en tareas de contención. El problema de Haris es la ausencia de este último factor por temas sobre todo físicos, ya que su poco fondo no le permite correr por todo el campo durante noventa minutos. Para ello, un lugar exclusivamente dedicado al ataque como es la mediapunta sería un planteamiento para nada descabellado, ya que aprovecharía al máximo todas sus virtudes: pase, disparo...
¿Qué hacer con Fariña, cómodo tan solo en el enganche? Llegados a un punto en el que todo lo que ofreció en pretemporada sigue siendo una vaga promesa, Víctor debería plantearse o una reconversión del argentino o su suplencia, para así entrar por el propio Medunjanin cuando su gasolina vaya escaseando y cambiar su actual papel de titular al de un potente revulsivo.
El bosnio merece un toque de atención, por Rubén Suárez
Tras la aciaga racha de resultados, Víctor Fernández tiene en mente “mover el árbol” y exprimir a sus jugadores con el objetivo de encontrar una fórmula que comience a dar sus frutos, nunca mejor dicho. El maño, en un intento de estimular a su plantilla, dará entrada a nuevos hombres y corregirá las posiciones de otros. Haris Medunjanin entra a escena.
El mediocentro de origen bosnio-neerlandés aterrizó en La Coruña con la responsabilidad de dirigir la sala de máquinas herculina. En un ademán de echarse el equipo a sus espaldas y ser el nexo de unión entre defensa y ataque, Medunjanin comenzó su andadura con la elástica blanquiazul cuajando buenas actuaciones y erigiéndose como un valor seguro a futuros en la institución gallega. Hasta que se apagó la luz.
Sevilla dejó a la vista evidencias impropias en el carácter aguerrido del bosnio, avaladas por las voces que ya advertían de su escasa implicación defensiva entre los aficionados vallisoletanos. Quizás esta falta de participación y sacrificio en labores de repliegue puede verse originada por los resultados desfavorables. O por verse a sí mismo como una pieza inamovible y acomodada en el puzzle coruñés, lo cual no actúa en beneficio del grupo.
Por ello, y suscribiendo una a una las palabras de Víctor Fernández, se antoja necesario un cambio de cromos en el Deportivo, y quizás sea Medunjanin uno de los nombres a salir del once, a fin de espolear de nuevo en sus próximas participaciones ese sentimiento de rabia y entrega que le haga pelear cada balón como si fuera el último. Porque nadie duda de la calidad del de Sarajevo, no obstante formar parte del deportivismo es algo que debería traspasar las barreras del destello individual. Y eso es algo que Haris Medunjanin debe interiorizar si tiene intenciones de afianzarse en La Coruña.