Debutó Víctor Sánchez del Amo en el banquillo deportivista con un resultado positivo, remontada incluida, que en líneas generales deja buenas sensaciones al club blanquiazul. No es mal botín teniendo en cuenta la semana que llevaba el Dépor, destitución de entrenador incluida, tras perder el Domingo ante el Getafe con un primer tiempo horrendo y empatar "in extremis" en Riazor contra el colista. En plena voragine de pesimismo y enojo social, aterrizó en A Coruña el Jueves Víctor para, en su primera experiencia en la élite, lograr la salvación del club. Y así se llegó a Anoeta.

Mismos jugadores, diferente esquema

El nuevo entrenador apenas modificó el once habitual del Dépor. Repitieron los mismos salvo el regreso de Lucas tras su sanción y la principal novedad de Manuel Pablo cubriendo la baja de Luisinho en el lateral izquierdo. Quizá la parroquia esperaba una revolución, pero Víctor ya avisó en la rueda de prensa que el principal objetivo del equipo era cambiar la dinámica del grupo para jugar concentrados y recuperar sensaciones y confianza. 

Y visto el partido, bien se puede sentir satisfecho Víctor con sus pupilos.  Desde el inicio el Deportivo mostró una cara distinta a lo habitual: concentrado en defensa, solidario, bien colocado y punzante en la presión. Tanto, que durante los primeros veinte minutos la Real apenas logró activar a su línea de mediapuntas y optó por ceder la posesión al Dépor para atacar con contragolpes la zaga coruñesa. Ni siquiera eso el permitió el Dépor, excepto en la banda derecha, donde la Real encontró una vía de agua que ni Juanfran ni José Rodríguez lograron achicar.

Un penalti inocente

Pero el Dépor sigue siendo presa de los malos hábitos que le han llevado hasta su situación actual: chato en el área rival y graves errores individuales. Así fue como, a pesar de lanzar 4 córners en el primer cuarto de hora y gozar de dos buenas ocasiones en los pies de Riera y Cavaleiro, no consiguió marcar. Por el bando contrario, Canales obligó a intervenir a Fabricio con un zurdazo potente desde dentro del área.

A la media hora de partido un centro del propio Canales fue desviado con la mano por José Rodríguez dentro del área. Penalti. Xabi Prieto lo transformó con maestría y, una vez más, al cuadro blanquiazul le tocaba remar a contracorriente por culpa de sus propios errores. 

Buena reacción del Dépor

Sin embargo, en esta ocasión el equipo encajó bien el golpe y no cayó a la lona. Apenas un minuto después del gol, Borges marraba una ocasión clarísima al enviar a las nubes un pase de Sidnei al borde del área pequeña. Tres minutos después, el colegiado señalaba penalti por mano de Ansótegui. El central realista golpeó el balón con el pecho y por unos instantes la jugada continúo, pero el Juez de Línea mandó parar el partido y el colegiado hizo caso a su auxiliar. Lucas Pérez lanzó raso y a la izquierda, Rulli despejó pero Lucas aprovechó el rechace para anotar el 1-1El Dépor seguía vivo.

El empate aguijoneó a la Real, que espoleada por su afición y dirigida con brillantez por Canales, atosigó al Dépor hasta el final de la primera parte. Fueron los mejores minutos realistas, un remate desde el borde del área de Rubén Pardo, varias faltas laterales y un peligrosísim centro de Rulli que sacó Fabricio pusieron el broche al dominio donostiarra. 

Tensa segunda parte 

El inicio del segundo tiempo siguió con esa tendencia y Manuel Pablo, qué partidazo el suyo, sacó en boca de gol un centro de Canales desde la izquierda. Salvo esa banda, el Dépor controlaba todo el campo, y poco a poco volvió a asentarse y a combinar en tres cuartos. Una triangulación entre Oriol y Lucas acabó con un centro raso de Juanfran que fue mal rechazado por la zaga realista; sin embargo, Borges no pudo atacar el balón y terminó rematando con la izquierda, el balón pasó rozando el poste entre los lamentos de los jugadores deportivistas, que maldecían su mala suerte.

Y cuatro minutos después el Chory Castro tiraba por la ventana los buenos minutos del Dépor con un golazo descomunal. El Urugayo recibió un balón de Canales desde 25 metros a la esquina del área grande, una vez más a la espalda de Juanfran, y sin dejarlo caer lo mandó a la escuadra contraria con una volea que recordó a la de Van Basten en la final de la Euro 88.

La decisiva entrada de Toché

El gol pareció acabar con el Deportivo. El aficionado deportivista parecía adivinar el final del partido como si el encuentro fuera de nuevo la semanal repetición de un telefilm exasperante. Los siguientes diez minutos transcurrieron anodinos y la Real no supo o no quiso saber que ahí podía haber apuntillado el partido. Dejó vivo al Dépor, se confió y lo pagó.

Víctor reaccionó con un doble cambio, introdujo a Toché por un desafortunado José Rodríguez y a Medunjanin por un Borges agotado. Lucas se mudó a la derecha y Toché se juntó con Oriol como se alinean dos cañones frente al mar. El Dépor se espabiló y a falta de un cuarto de hora Manuel Pablo colgó un globo al corazón del área, Riera le inyectó veneno con un pase de cabeza y Toché lo transformó en oro con un cabezazo picado que Rulli no pudo detener. Era el cuarto gol del Murciano este año saliendo desde el banquillo. Un gol que le da al Dépor un punto que le mantiene fuera del descenso. Oxígeno.

A partir de ahí los de Víctor se dedicaron a defender el empate con oficio, uñas y dientes. Cavaleiro dejó su sitio a Laure y el equipo aguantó con solvencia las embestidas de la Real. Trabajo, sufrimiento y confianza. No son sensaciones, sino hechos, los que le dieron el empate al Dépor. Buenos principios para un equipo que se enfrenta a ocho jornadas volcánicas en las que se juega la supervivencia en la elite. Por lo visto hoy el Dépor ya conoce el camino, ahora tiene la obligación de seguirlo.