Eterna juventud

Hace mucho, mucho tiempo, en unas islas muy lejanas llegaba al mundo el hoy capitán deportivista. Tras diecisiete temporadas en el club Manuel Pablo se ha convertido en el segundo jugador con más partidos disputados en su centenaria historia. El domingo volvió a ser protagonista a sus treinta y nueve años.

Eterna juventud
Foto: Nando Martínez. VAVEL
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Por Andrés Pascual Dias

El mundo del deporte miraba a Montreal, Canadá, donde aquel verano se disputaban los Juegos Olímpicos. Sonaba en las radios europeas el apoteósico Bohemian Rhapsody y las colas en los cines daban la vuelta a los bloques de edificios, esperando poder ver aquella temida aleta con la que amenazaba Tiburón.

Desnuda y anticuada España comenzaba a reinventarse con la coronación del que hoy ya no lleva corona. Veinticinco de Enero, elecciones municipales. Los españoles se desperezaban, faltos de costumbre, y acudían a las urnas cuarenta años después. Había comenzado la transición. Y entonces llegó Manuel; Manuel Pablo para los amigos. Lejos de la península, en la tierra que seis meses antes había visto nacer a Valerón, las Canarias. Benditas islas.

1976, aquel año llegó Manuel

Por aquel entonces el Atlético de Madrid reinaba en una Liga cuyos focos apuntaban a Cruyff y a su Barcelona. En Segunda División el Dépor luchaba por mantenerse en la zona media de la tabla, con un imberbe Buyo en la meta del modesto equipo gallego. El tiempo corrió la banda, y Manuel Pablo lo adelantó.

Deportivo - Hércules (2013-14)

Todavía sin entradas en su espesa cabellera aterrizaba en A Coruña un lateral tímido y risueño, con cara de no haber roto un plato y un tono amable en sus palabras. Llegaba sin hacer ruido, como lazo del regalo que Lendoiro hacía a la delantera deportivista: el ‘Turu’ Flores. Manuel iniciaba la temporada como suplente y acabaría ganándose un puesto en el once. El año siguiente, el de la Liga, cogió su ‘2’ y ya nunca lo soltó.

Con el "Turu" llegaba un lateral

Foto: sefutbol.com
Foto: sefutbol.com

Diecisiete años y una elipsis después Manuel Pablo parte como titular ante la Real Sociedad. El lateral rindió de forma notable a banda cambiada y fue destacada su aportación, siendo el encargado de centrar el balón que acabaría en el empate herculino. Parche para todos los puestos en defensa, aguantó el tipo en el Bernabéu, y repitió con nota en Donostia. Incansable como siempre, la agilidad y desborde de antaño se han difuminado, pero Manuel conoce sus limitaciones, y a experiencia y compromiso no le gana nadie. Cercana la cuarentena y ante su más que probable temporada de despedida, el capitán cumple con su labor de mediador entre plantilla y cuerpo técnico, y lleva la batuta del vestuario, pero cuando el equipo lo necesita siempre responde.

El domingo se estrenaba Víctor en el banco. Antiguo compañero de batallas del ‘2’, un mes mayor que el ahora entrenador. El madrileño apostó, ante la baja de un fijo en defensa, por su antaño guardaespaldas; y acertó. Manuel presentó su candidatura a la titularidad a falta de siete finales para el hipotético final de su carrera. ¿Se mantendrá en el once? Si así fuese, a buen seguro cumpliría, dejando sobre el césped la pasión con la que afronta todos sus partidos. ¿Y si no? Entonces no pasará nada, pues ni los más viejos del lugar recuerdan una mala palabra, una queja o reproche que saliese de la boca de Manuel cuando no dispuso de minutos.

Si finalmente el dueño del brazalete deportivista cuelga las botas sin volver a vestir la elástica blanquiazul, se despedirá tras diecisiete temporadas, trescientas cuarenta participaciones en Primera División, más de cuatrocientos setenta partidos oficiales, tres goles, cuatro títulos, catorce internacionalidades… y una cicatriz. Una dolorosa y eterna cicatriz, con sabor a derbi y a Mundial perdido. Pero el capitán no dirá adiós, se quedará en A Coruña, en el Dépor. Porque Manuel ya no es canario, Manuel es "un de nós".

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