El Deportivo cayó con estrépito esta noche en el Martínez Valero contra un Elche superior que quiso hacerse con su objetivo lo antes posible. No hubo respuesta por parte de los coruñeses, abrumados por la contundencia táctica que su rival que, ante una poderosa entrada, vivió una fiesta con los suyos al verse cada vez más cerca de la salvación.

Un equipo amenazado por las garras del descenso, al que se le presupone una gallardía añadida en el tramo final de la temporada, necesita ser competitivo y peligroso, sin caer en la desesperación, pero disputando cada jugada como si fuera la última. Con las cartas sobre la mesa, el Deportivo no supo competir esta noche en el Martínez Valero, los de Fran Escribá dieron un baño táctico a los gallegos, con sacrificio y convencidos del papel que debían desempeñar.

Víctor, que volvía a la que fue su casa, no supo preparar un encuentro ante una afición que aprieta e insufla ánimo a los suyos y en un choque de necesidades con el mismo nombre. Porque no se vio a un equipo deshecho, presa del pánico en uno de sus peores días, simplemente los jugadores no sabían lo que hacer para meter mano a un Elche que poco lugar dejó para las dudas.

Los ilicitanos arrancaron el choque a un nivel que pocos problemas le hubiese traído si lo viniese practicando desde hace más tiempo. De presión axfisiante e imprevisible en ataque, tan solo necesitaron cinco minutos para superar la meta de Fabricio. Damián Suaréz, en una jugada individual de superclase en la que dribló hasta a tres jugadores, entregaba el esférico a Johnatas con un pase de la muerte para que el brasileño tan solo tuviese que empujarla.

El Deportivo poco aliento mostraba tras ponerse por detrás, y el ánimo de los locales no hacía más que aumentar, con transiciones inspiradas y frenñeticas, haciendo circular el balón con gran soltura. Quizá estaba en la mente del los coruñeses la idea de reponerse, pero apenas cumpliéndose los 20 minutos, el árbitro declaraba pena máxima de forma rigurosa tras un leve agarrón de Lopo a Fajir en una falta lateral. Lombán hizo lo propio y, por el medio y medio de la portería, desplazó el esférico hasta la red para doblar la distancia en el marcador y poniendo tierra de por medio para casi certificar una más que posible permanencia.

Nunca ha sido el Elche un conjunto de deslumbrantes estrellas, pero estan dirigidos de una forma admirable. Fran Escribá ha sido capaz de imprimir a los suyos su contestataria táctica para arrollar a un equipo triste y apático, a merced de la decisión y autoridad de un Elche pletórico.

Por otra parte, el Deportivo apenas tuvo acercamientos al área exceptuando un remate de Oriol Riera que se marchó por encima del travesaño. El mediocampo no se encontró cómdo en ningún momento ante la presión tan agresiva del rival. Bergantiños y Borges no podían ni respirar para poder surtir las bandas de jugosas oportunidades, porque los de Víctor Sánchez sabían que sus opciones de prevalecer pasaban por ensanchar el campo lo máximo posible para darle oportunidad a Oriol Riera de rematar o crear alguna segunda jugada, ya que por el centro se tornaba imposible.

Tras una primera mitad de encuentro para olvidar, los herculinos salieron con otra cara reconstituidos por una contundente charla por parte del técnico, ya que generaron más peligro en cinco minutos que en el resto del encuentro. Cavaleiro parecía encontrar espacios en los que hacer diabluras, escudado por la entrega de Oriol Riera y con el medio del campo ligeramente liberado. Pero no se prevalece con buenas intenciones y ráfagas de buen fútbol, y cuando mejor parecía que se encontraba el Deportivo, Johnatas se cuela de nuevo en el área para exigir a Fabricio una notable parada, el balón salió despedido y Pasalic superó a Lopo en la línea de gol para introducir el cuero en la portería y sentenciar por completo un encuentro ya finiquitado.

Eterna agonía

Los herculinos pretendieron reaccionar con la salida de Salomao para sustituir a un desaparecido Juan Domínguez. El coruñés había cuajado un más que notable actuación el pasado domingo en La Rosaleda, pero parece no haber sido más que un espejismo porque el de Pontedeume se paseó sin pena ni gloria por el cesped de Alicante, sin arrimar el hombro ni ofrecer una pizca de creatividad, algo diferente.

El encuentro continuó con la misma tendencia: con un Elche gustoso en toda una fiesta labrada con el sudor de la afición y unos jugadores entregados a una ideología que esta noche destiló gran fútbol. El Deportivo decidió bajar los brazos para esperar que el encuentro terminase y así poder disfrutar de otra oportunidad este sábado ante el Villarreal, pero aún quedaría tiempo para un último golpe: con el tiempo reglamentario ya vencido, Rodrigues batió por bajo a un Fabricio desesperado e inquieto sobre el incierto futuro de su equipo.