Hace meses que se celebró la gala de los Óscar, pero no por ello se han atenuado las voces discordantes que, como cada año, se hacen notar entre los círculos cinéfilos, interpelando con mala baba los premios otorgados por un jurado para muchos alejado de las tendencias y preocupaciones actuales. Son muchos los que dicen preferir los Globos de Oro, por su valor a la hora de apostar por cosas frescas, revalorizando las producciones más independientes. Pero este año, la Asociación de la Prensa Extranjera parece haber caído en los mismos excesos que su hermana mayor al dejarse en el tintero títulos nada desdeñables, aunque ha apostado fuerte por comedias como Gran Hotel Budapest o la insuficiente St.Vincent, dando escasos galardones a las grandes favoritas Birdman y Boyhood.

Maravillas como Perdida, de David Fincher, se han quedado sin representación en ninguno de los premios, para estupor de los fans pues se trata de un inteligentísimo retrato sobre una relación torcida y enferma con una actuación, la de Rosemund Pike, que pasará a la posteridad como una de las villanas más sobrecogedoras de todo lo que va de siglo. También Dan Gilroy tuvo que ver la gala desde su casa al no reconocerse apenas su espléndida labor en una película, Nightcrawler, que rescata aquel periodismo de El Gran Carnaval con una explosividad narrativa propia de películas como Drive o de Martin Scorsese en sus buenos tiempos, además de contar con una de las actuaciones del año: la del joven Jake Gyllenhaal. Después de papeles esperanzadores como aquel policía en Perdidos o en Zodiac, se desprende de la pesadumbre de proyectos anteriores – Prince of Persia, El Día de Mañana... - dando vida a un semblante delirante y decadente con el que comienza a hacerse notar.

Los años anteriores ponen de manifiesto lo mismo que ocurrió este año: habiendo ejercicios que cuentan con la aparición de metrajes memorables, la mayoría de las llamadas a escribir su pedacito de historia en la alfombra roja son aquellas que después quedan en el olvido. En el año 96 ni siquiera se plantearon las candidaturas de trabajos de enjundia considerados hoy de lo mejor en su género como pueden ser Sospechosos Habituales o la inspiradora Seven, también de David Fincher. En cambio, los aficionados al buen cine tuvieron que soportar nominaciones como Babe, el cerdito valiente o El cartero de Neruda, mientras una obra memorable como Toy Story, ni siquiera nominada, tuvo que conformarse con el premio a mejor película de animación.

 El centrocampista no ha hecho más que desprender valentía y sacrificio desde que llegó a la ciudad herculina, bombeando oxígeno por los cuatro costados

Con el Dépor en plena reconstrucción de una plantilla que debe garantizar la continuidad del proyecto de regeneración – económica y deportiva – de la entidad, Víctor Sánchez no habrá tenido tiempo de reflexionar sobre los resultados de los Oscar, igual que no habrá dilucidado que en su banquillo también se encontraba, hasta ahora, un reserva de dilatada enjundia: el polaco Cezary Wilk. El centrocampista no ha hecho más que desprender valentía y sacrificio desde que llegó a la ciudad herculina, bombeando oxígeno por los cuatro costados y permitiendo que sus compañeros respiren un aire limpio y puro con el que poder estirarse y presionar a lo largo del campo. Natural de Varsovia, capital polaca, ciudad de potente industria (automovilística, acerera..), Wilk vivió sus mejores momentos como profesional en el Wisla Krakow de la Ekstraklasa, máxima categoría del futbol polaco, en donde anotó siete tantos en dos temporadas (cifra nada despreciable pues es algo que con el Deportivo no ha hecho).

No es cuestión de identificar a Álex Bergantiños con Babe, el cerdito valiente, no sería justo pues el coruñés ha firmado una campaña, conformándose como punto de carga para estabilizar un equipo, hasta no hace tanto, profundamente endeble. Tras la llegada de Celso Borges y el ostracismo de Juan Domínguez y Haris Medunjanin, el coruñés se ha postulado como el gran capitán del conjunto blanquiazul, reinventándose en sus últimas apariciones – junto con Lucas – como adalid del orgullo herculino.

Cezary Wilk, hoy sin contrato y ni entidad a la que rendir cuentas, está siendo tentado por varios equipos nacionales, entre ellos el Tenerife. Y de seguro que serán muchos más los que sientan atraídos por su poderosa mística e inagotable militancia.